Mario J. Viera
Colonos judíos durante una manifestación en Israel. / JACK GUEZ (AFP) |
En verdad Benjamin
Netanyahu es un personaje muy interesante. De todos los primeros ministros de
Israel, él ha sido el único nacido en territorio israelita tras la proclamación
del Estado de Israel. Resulta que el hombre es también un héroe de guerra,
participó en la guerra de los seis días de 1957, lideró un equipo de fuerzas
especiales de la Sayeret Matkal. la unidad de élite de las Fuerzas de Defensa
Israelíes; luego combatió en la Guerra de Desgaste contra Egipto y en la guerra
de Yom Kipur en 1973. Un héroe de guerra, como lo fueran también los primero ministros
Ariel Sharón e Isaac Rabin. Netanyahu es también un político, de hablar fuerte
y enérgico, y es líder del Likud, ese partido de la derecha israelí que, bajo
su dirección, se ha inclinado mucho más a la derecha; y Netanyahu por tres
veces ha sido electo como primer ministro; así es que tiene sus méritos. Pero,
por encima de cualquier asunto que se trate, Benjamin Netanyahu es un
nacionalista y un soñador; sueña con ver realizado su anhelo de forjar un gran
Israel, uno parecido al mítico reino de Salomón que describe el Tanaj; sin
embargo...
¿Qué ocurre? ¿Qué ha provocado
la furiosa reacción de Netanyahu contra el presidente Barack Obama y contra
otros diez países que mantienen relaciones diplomáticas con Israel? “Profunda
ira e insatisfacción” siente el gobierno del Likud, así lo expresó Emmanuel
Nachshon portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel. Ira e
indignación profundas contra todos aquellos que dieron su voto favorable a la
Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (23 de
diciembre de 2016) que considera sin validez legal los asentamientos de colonos
israelíes en territorio de Cisjordania. Así se expresa en su primer punto: “No tiene validez legal, constituye una
violación flagrante del derecho internacional y un obstáculo mayor para la
solución de los dos Estados así como para una paz duradera, integradora y justa”.
No, dice Nachshon, "No fue un voto a
favor de la paz. Fue un voto contra Israel".
Para Netanyahu el “malo de
la película” es Barack Obama y así, sin ningún tipo de ambages afirmó: “Por la información que tenemos, no tenemos
dudas de que la administración Obama la inició, la respaldó, coordinó la
redacción y exigió que fuera aprobada", para a continuación agregar: “Como le dije a John Kerry el jueves: los
amigos no llevan a los amigos al Consejo de Seguridad”. Estados Unidos con
su abstención en la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no
vetó la aprobación de la Resolución 2334, una resolución que adoptada bajo el
capítulo sexto de la Carta de las Naciones Unidas (Solución Pacífica de
Disputas) no posee carácter vinculante, es decir, no es de cumplimiento
obligatorio, se trata solamente de recomendaciones, aunque expresadas en tonos
severos.
Ante la denuncia de
Netanyahu el asesor de seguridad de Obama Ben Rhodes declaró en rechazo de lo
afirmado por el primer ministro israelí: "El historial del presidente Obama en cuanto a la seguridad de Israel es
claro. Cualquiera lo puede revisar. Pero, de hecho, rechazo el lenguaje que
sugiere que este era nuestro curso de acción preferido y que lo iniciamos".
Sin embargo, antes Netanyahu había declarado ante la Asamblea General de las
Naciones Unidas: “Aprecio el compromiso del Presidente Obama con esa política de larga
data de Estados Unidos (de apoyo
a Israel). De hecho, la única vez que
Estados Unidos ejerció el veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, durante la presidencia de Obama, fue sobre una resolución contra Israel en
2011. Como el presidente Obama declaró acertadamente en este podio, la paz
no provendrá de declaraciones y resoluciones en las Naciones Unidas”.
A todas luces, lo que más
ha encendido la profunda ira e insatisfacción de Netanyahu es el párrafo de la
resolución donde se condenan “todas las
medidas que tienen por objeto alterar la composición demográfica, el carácter y
el estatuto del Territorio Palestino
ocupado desde 1967, incluida Jerusalén Oriental, incluyendo, entre otras
cosas, la construcción y expansión de
los asentamientos, el traslado de
colonos israelíes, la confiscación
de tierras, la demolición de
viviendas y el desplazamiento de civiles palestinos, en violación del
derecho internacional humanitario y las resoluciones pertinentes”, y más
específicamente el punto 3 que declara: “Subraya
que (el Consejo de Seguridad) no reconocerá ningún cambio a las líneas del
4 de junio de 1967, incluso en lo
que respecta a Jerusalén, que no sean los acordados por las partes mediante
negociaciones”. He aquí pues el meollo del asunto: las fronteras existentes
entre Israel y Palestina el día anterior al inicio de la guerra de los seis
días cundo Israel haciendo uso de su legítimo derecho de autoconservación
inició la guerra frente a la coalición enemiga formada por Egipto, Siria,
Jordania e Irak. Israel derrotó al poderoso ejército egipcio, ocupó entonces
todo el Sinaí, la franja de Gaza, la Cisjordania, los altos del Golán sirios y
el Jerusalén oriental.
La Resolución hace incluso
un recordatorio sobre la obligación que se había previsto en la hoja de ruta
del Cuarteto, “de que Israel paralizara todas las actividades de
asentamiento, incluido el “crecimiento natural”, y desmantelara todos los asentamientos de avanzada levantados desde
marzo de 2001”. El 24 de junio de 2002 el Presidente de EE.UU., George W.
Bush, había expresado la necesidad de llegar a un acuerdo amplio y definitivo
que acabase con el conflicto palestino-israelí y la segunda intifada iniciada a
finales de septiembre de 2000 con la puesta en práctica de diferentes
resoluciones de las Naciones Unidas y la aplicación del plan de trabajo Tenet,
un documento elaborado por la Agencia Central de Inteligencia con
recomendaciones para ponerle fin a los actos de violencia de ambas partes
durante la llamada Segunda Intifada: “Los
servicios de seguridad del gobierno de Israel y la Autoridad Nacional Palestina
tratarán de adoptar medidas concretas, efectivas y reales en el ámbito de la
seguridad con el objeto de retomar la colaboración en este campo y su
aplicación sobre el terreno tal y como ocurría antes de septiembre de 2000
(inicio de la Intifada actual)”.
El 30 de abril de 2003, Estados
Unidos, la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas (el Cuarteto) elaboraron
una hoja de ruta dirigida a ponerle fin definitivamente al conflicto existente
entre Israel y Palestina con la creación de un Estado palestino independiente
para el año 2005. En la primera fase que contemplaba la Hoja de Ruta se
planteaba como meta a cumplir para mayo de 2003, que “Israel se retira de las zonas
palestinas ocupadas desde el 28 de septiembre de 2000 y ambas partes restablecen el statu quo que
existía en aquel momento, mientras avanzan la cooperación y los resultados en
materia de seguridad. Asimismo, Israel
paraliza toda la actividad de los asentamientos”. Tanto el presidente
de los Estados Unidos en aquellos años, George W. Bush como el de Rusia, Vladímir
Putin sustentaron estos criterios, la retirada de Israel de las zonas palestinas
ocupadas desde el 2000 y la paralización de los asentamientos de colonos israelís
en aquellas zonas bajo ocupación.
Pero, retrocedamos al 1977.
El Likud, entonces más moderado, gana las elecciones y Menájem Beguín ocupa el
cargo de primer ministro. Ya antes, en 1975, el gobierno de Isaac Rabin había
firmado un Acuerdo Provisional con el gobierno de Egipto, por el cual ambos
estados se comprometieron a no realizar ninguna amenaza de apelar al uso de la
fuerza, declarando que el conflicto entre ellos no se resolvería por la fuerza,
sino por medios pacíficos. Este había sido el primer paso para la firma de paz
entre las dos naciones que se concretarían el 17 de septiembre de 1978 en Camp
Davis, luego de la visita de Anwar el Sadat a Israel, invitado por Menájem
Beguin en noviembre de 1977. En 1979 se firmaría el Tratado de Paz y bajo sus términos,
Israel devolvió la península de Sinaí a Egipto que había sido ocupada en la
guerra de los seis días y por lo tanto, Israel desmanteló todos los
asentamientos israelíes en la península. Los dos gobiernos convinieron en crear
una autonomía par Palestina.
Esto nos lleva hasta 1993,
cuando Isaac Rabin, primer ministro de Israel y Yasser Arafat, líder de la OLP
se reunieran en Oslo con el propósito de “poner
final a décadas de confrontación y conflicto, reconocer sus respectivos y
legítimos derechos políticos, luchar para conseguir vivir en una coexistencia
pacífica con dignidad recíproca y seguridad, alcanzar un extenso acuerdo de paz
duradera y una reconciliación histórica mediante el proceso político acordado”.
Los acuerdos alcanzados fueron: La retirada progresiva de las fuerzas israelíes
de la Franja de Gaza y Cisjordania, el reconocimiento del derecho de los
palestinos al autogobierno en esas zonas a través de la autoridad palestina y que
Cisjordania y Gaza se dividen en tres zonas: Área A, bajo control completo de
la autoridad palestina. Área B, bajo control civil de la Autoridad Palestina y
control militar del ejército de Israel. Área C, bajo control israelí. El
Profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, Ignacio
Alvarez-Ossorio dice (El Mundo, abril de 2003): “Entre las alternativas que se barajaron en Oslo figuraba la anexión israelí de las mayores
concentraciones de asentamientos (entre un 8% y un 10% del territorio
palestino) a cambio de una cesión de territorio israelí en el área fronteriza
de Gaza. De esta manera, gran parte de los 200.000 colonos quedaría bajo
soberanía israelí, mientras que otros 40.000 deberían elegir entre el retorno a
Israel o vivir en un Estado palestino”. Quedaron pendientes para otra ocasión
el control de Jerusalén, las fronteras y el retorno de los refugiados
palestinos que tuvieron que huir de sus hogares cuando Israel fue establecido,
en 1948.
La paz entre Israel y el
reino de Jordania sería firmada en Aravá por el primer ministro israelí Isaac
Rabin y el primer ministro jordano Abdelsalam al-Majali el 26 de octubre de
1994. Sobre estos acuerdos de paz con Egipto y con Jordania impulsados por
figuras a las que siempre se opuso Netanyahu alardeó en la Asamblea General de
la ONU en un discurso que pronunciara el 22 de septiembre de 2016, dijo: “Nuestros tratados de paz con Egipto y
Jordania siguen siendo las anclas de estabilidad en la volátil zona de Medio
Oriente. Pero tengo que decirles esto: Por primera vez en mi vida, muchos otros
estados de la región reconocen que Israel no es su enemigo. Reconocen que
Israel es su aliado. Nuestros enemigos comunes son Irán e ISIS. Nuestros
objetivos comunes son la seguridad, la prosperidad y la paz. Creo que en los
próximos años trabajaremos juntos para lograr estos objetivos, trabajaremos
juntos abiertamente”. Netanyahu quiere cogerse para él la cosecha de lo que
otros sembraron.
En Palestina Hamas y el
Frente Popular para la Liberación de Palestina se opusieron a los acuerdos de
Oslo y en Israel el principal crítico y opuesto a los mismos fue el partido de Benjamin
Netanyahu, el Likud. Señala Shlomo Ben-Ami en Política Exterior no. 48,
diciembre 1995-enero 1996, que “Desde los
primeros días del gobierno laborista, el Likud no cesó de cuestionar la
legitimidad democrática del proceso de paz barajando el argumento de que el
gobierno de Rabin “carecía de mayoría judía” puesto que se apoyaba en escaños
árabes en la Knéset (parlamento). Benjamin
Netanyahu ha ido demasiado lejos en este peligroso camino; ha acercado el Likud demasiado a la extrema
derecha”. A continuación, da una caracterización del primer ministro
laborista Rabin: “Rabin fue siempre un
fiel discípulo de Igal Alon (...) quien
abogaba por una “separación” entre los palestinos y los israelíes de tal forma
que Israel anexionaría una mínima parte de los territorios por razones de
seguridad y dejaría la mayor parte del territorio en manos de los palestinos”.
Dos años después de la
firma de los acuerdos de Oslo, Isaac Rabin sería abatido por los disparos de un
joven estudiante de Derecho y fanático judío llamado Yigal Amir, miembro de un
grupo fundamentalista denominado Irgún
Iehudí Nokem (organización judía vengadora). Así dice Jean Daniel en El
País, 8 de noviembre de 1995: “El joven
estudiante de Derecho no estaba poseído por una especie de fuerza maléfica aislada
que le inspiró un asesinato. Fue armado,
animado, conducido hasta su víctima por unos enemigos irreductibles y un Likud cuyo comportamiento fue una
vez democrático ─ y puede volver a serlo ─ pero a la que las alianzas con los místicos de las distintas sectas han
convertido en irresponsable”. En 1996, el Likud ganaría las elecciones
elevando a Benjamin Netanyahu, un fuerte opositor a los acuerdos de Oslo al
cargo de primer ministro, con el resultado de que se paralizaran la ejecución
de aquel convenio.
En 2005, Israel desmanteló
unilateralmente sus asentamientos en la Franja de Gaza, en una decisión sin
precedentes llamada Plan de retirada unilateral israelí o "Plan de
desconexión". Este plan había sido propuesto por el primer ministro de
Israel Ariel Sharón del partido centrista Kadima (Adelante). Sharón había
obtenido el apoyo de los laboristas a su plan de evacuación de la franja de
Gaza, formando con ellos un gobierno de unidad en 2004. Finalmente, el plan sería
aprobado como ley por la Knéset y siempre con la oposición de Netanyahu. Israel
entonces desmantelaría 21 asentamientos civiles israelíes en Gaza y cuatro en
el norte de Cisjordania.
Obsesionado por su exacerbado
nacionalismo que ya asume el síndrome de la paranoia, Netanyahu ha lanzado
fuertes críticas hacia la Organización de las Naciones Unidas; el 22 de
septiembre hablando ante la Asamblea General de la ONU afirmaría: “La ONU, que comenzó como una fuerza moral,
se ha convertido en una farsa moral”. Ahora, tras la publicación de la
Resolución 2334 insinúa claramente que impondrá sanciones contra la ONU: “He ordenado al Ministerio un estudio en el
plazo de 30 días de nuestras relaciones con la ONU, tanto lo que tiene que ver
con nuestra financiación de sus organismos como la presencia de representantes
en Israel”. ¿Por qué, si el mismo ha asegurado que mantiene relaciones
correctas con Egipto y con Jordania, y que muchos otros estados de la región
reconocen que Israel no es su enemigo, que ellos reconocen a Israel como aliado?
Y es verdad, con Egipto y con Jordania no existe peligro de una nueva conflagración,
Irak ha dejado de ser un peligro para la estabilidad de Israel y se abandonó la
ocupación del Sinaí y de la franja de Gaza. La ONU no le ha exigido a Israel
que entregue las alturas del Golán a Siria, solo le reclama que no continúe con
los asentamientos civiles en Cisjordania y que retome la hoja de ruta del
Cuarteto. ¿Cuál es el peligro? Mantenerse en la intransigencia solo conlleva a
restarle fuerza al gobierno de Mahmoud Abbas a favor del movimiento terrorista
Hamas que domina en Gaza y a la continuidad de la violencia. La Resolución 2334
no condena a Israel, sus críticas van dirigidas hacia el gobierno del Likud
presidido por Benjamin Netanyahu.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario