Mario J. Viera
La
política se conjuga en presente y se proyecta hacia el futuro. Lo que es hoy es
lo primordial en Realpolitik, el pasado es como dice el refranero español:
“Agua pasada no mueve molino”. Así, un sector del republicanismo, ese
consagrado a favor de Donald Trump, sector por cierto bastante estridente, toda
vez que planteo un juicio desfavorable hacia Donald Trump, hacia su plataforma
“política” intentan rebatir lo que digo lanzando pestes contra Barack Obama o
contra Bill Clinton y hasta llegan a denostar contra el Partido Demócrata
diciendo todo mal de ese sector de la política americana.
Se
recurre al pasado solo para aprender de los errores y de los aciertos. Lo
pasado es historia, memoria ancestral, solo eso. Entonces, cuando enjuicio a
Trump y a su gabinete, cuando miro con desconfianza sus proyecciones, lo hago
en presente. Cuando critico, me denominan frustrado y hasta obcecado llorando
la derrota del Partido Demócrata. Ciertamente, hubiera deseado una victoria
congresional de los demócratas; pero si algo he aprendido sobre política es
que, en política, todo es relativo y transitorio; por otra parte ¿por qué
tendría que llorar? No ocupo cargo alguno en la dirección del Partido Demócrata
ni aspiraba a algún puesto de elección, porque no me dedico a la política. Si
los republicanos ganaron la mayoría congresional, la ganaron por el voto
popular; por tanto esa ganancia en puestos congresionales es, desde todo punto
de vista, legítima y hay que aceptarla y que sean los directivos del Partido
Demócrata quienes se encarguen de analizar las causas de esa derrota sufrida en
puestos congresionales.
Pero
sí, critico a Donald Trump y argumento mis críticas. Pero sí, reconozco que
legalmente Trump ganó la presidencia, porque ganó según las reglas vigentes
para la elección presidencial indirecta; pero que nadie venga a decirme que su
“victoria” está legitimada, sencillamente porque no ganó la mayoría de los
votos populares que fueron ganados por su oponente por una diferencia de 2 517
260 votos populares. Les acepto que me aleguen que el Colegio Electoral es obra
de la “suprema sabiduría” de los padres fundadores para encontrar un equilibrio
entre estados pequeños y estados grandes. Pero, por mucha sabiduría que
hubieran tenido los padres fundadores, nada impide que fueran inmunes a cometer
errores, y nada induce a pensar que lo que fue adecuado en un momento histórico
específico, 229 años después tenga la misma validez y no se pueda adecuar al momento
presente.
Señores,
¡por favor, si hasta el mismo Donald Trump habló en contra de la práctica del
Colegio Electoral! El 6 de noviembre de 2012, Trump estaba furioso pensando,
equivocadamente, que Barack Obama había ganado el Colegio Electoral pero
perdido los votos populares y lanzó un primer tweet diciendo: “Esta elección es un engaño total y una
parodia. ¡No estamos en una Democracia!” No conforme, ese mismo día
escribió en otro tweet: “El Colegio
electoral es un desastre para una democracia”. Y yo pregunto: ¿Acaso no
tengo yo derecho a decir lo mismo? Sí, tengo derecho a decir: “Esta elección es un engaño total y una
parodia. ¡No estamos en una Democracia! El Colegio electoral es un desastre
para una democracia”. Es obvio que los ardientes partidarios de Donald
Trump me replicarán repitiendo las mismas palabras que Trump escribiera en un
nuevo Tweet, molesto porque la candidata del Partido Verde, Jill Stein había
solicitado un recuento de votos en tres estados: "Además de ganar de manera aplastante en Colegio Electoral, gané en el
voto popular si se deducen los millones de personas que votaron ilegalmente".
¡Uf, eso es grave! Millones, no unos cuantos cientos o unos cuantos miles,
millones “votaron ilegalmente”. ¿Acaso esta elección es un engaño total y una
parodia? ¿Estamos o no estamos en una democracia? Estados Unidos, de acuerdo
con esta declaración de Trump, poco se diferencia de cualquiera de las
repúblicas bananeras de América Latina. Señores, ¡por favor! ¿Tienen ustedes
pruebas irrefutables de esas supuestas irregularidades? ¿En cuales estados o en
cuales condados se produjeron esas violaciones electorales? Por favor, no
traten de contrarrestar mis opiniones repitiendo frases hechas o consignas
electorales. No se burlen de mi inteligencia, que no será la inteligencia de un
genio, pero es superior a la de los idiotas. Pruebas fidedignas, fundadas sobre
fuentes indiscutibles e irrebatibles.
Con
respecto al magnate inmobiliario yo he expuestos mis opiniones y las he
fundamentado con fuentes creíbles y con mi propio razonamiento. Si quieren
rebatirme, no me ofende. Si me demuestran a la luz de la razón que estoy
equivocado ¡Bienvenido sea! Díganme en que se basan ustedes para decir que Trump
será un buen presidente, cuáles son sus características personales, sus
conocimientos, sus experiencias que lo definirán como un verdadero estadista,
como el presidente que se requiere en el momento actual. Pero, por favor, para
ello no tienen que contarme la historia de la inmortalidad del cangrejo, ni
decirme que es mejor que Obama o mejor que Bush. Se trata de ahora mismo,
¿cuáles son sus virtudes? Las de él, sus propias, sin tener que recurrir a
comparaciones con otros presidentes que ya son historia. Ahora estamos ante una
nueva historia.
Díganme
como se proyecta Trump, no argumentando con consignas, si no con hechos, para
recuperar el supuesto respeto perdido de Estados Unidos ante el mundo. Por
supuesto, díganme con elementos seguros, no con simples afirmaciones, que
Estados Unidos, en los momentos actuales no es respetado por sus enemigos.
Quizá me digan que aviones de guerra chino sobrevolaron provocativamente sobre
barcos de la armada estadounidense o que Irán tuvo prisionero a diez marinos de
Estados Unidos el 12 de enero de este 2016, y que como informó CNN (siempre alguien
dirá que por hacer esta cita solo hago “copiar y pegar” y dejar que otros
piensen por mí), se han registrado 31 encuentros inseguros con embarcaciones
iraníes en el Golfo Pérsico en lo que va del año (septiembre 2016), a
diferencia de los 23 registrados durante todo el 2015. ¿Y eso qué tiene de
particular? Hechos como eso se han repetido en casi todas las administraciones
de Estados Unidos desde los años posteriores al fin de la Segunda Guerra
Mundial. Los diez marines detenidos por guardacostas iraníes devolvieron a los
prisioneros al siguiente día; lo otros incidentes no pasaron a mayores y en una
ocasión el buque de guerra USS Squall realizó tres disparos de advertencia para
asegurar que los iraníes entendieran que debían dejar de inmediato el área
(CNN). Ciertamente, provocaciones, pero ¿recuerdan cuando todo el mundo estaba
preocupado por los intentos de Irán de equiparse con armamento nuclear? Al
respecto, ¿será falso lo que se dice en un estudio realizado en la Universidad
de El Salvador en el que, hablando de la política de Obama, es decir, de
Estados Unidos, se anota: “Respecto a
Irán han ido en aumento las amenazas y sanciones económicas, oponiéndose a su
programa de energía nuclear, aun cuando no existe evidencia de que se esté
desarrollando armamento nuclear e Irán ha cooperado con las inspecciones del
Organismo Internacional de Energía Atómica”?
¡Ah,
Corea del Norte ha detonado alguna bomba atómica! Debilidad de Estados Unidos,
plantearán los fervientes seguidores de Trump; pero esto no parece ser lo que
opina una Christine Hong, por cierto, no muy amiga de Estados Unidos, en un
artículo suyo publicado, en colaboración con Hyun Le, en Foreign Policy in Focus, el 15 de febrero de 2013, cuando afirma: “Calificar a Corea del Norte como la
principal amenaza para la seguridad de la región oculta la naturaleza falsa de
la política del presidente estadounidense Barack Obama en la región, en
concreto la identidad entre lo que sus asesores denominan ‘paciencia
estratégica’ por una parte y por otra, la postura militar y la alianza con los
halcones regionales que ha desplegado” para definir la política de Barack
Obama en la península coreana como “agresiva... respecto a Corea del Norte”.
Si
en este caso me fundo en lo que fue, es por la sencilla razón de aclarar y
rechazar la supuesta “pérdida de respeto” que ha sufrido Estados Unidos en el
plano internacional. Los Estados Unidos de ahora no son lo que fueron en épocas
de Carter. Pero quiero precisar algo, y es lo siguiente, existe una gran
diferencia entre el ser respetado y el ser temido; entre ser líder mundial o
ser el gendarme internacional. El ser temido y el ser gendarme internacional
fue lo que Estados Unidos llegó a ser durante el gobierno de Teddy Roosevelt (1901-1909),
con su “gran garrote” y su diplomacia de las cañoneras o con la diplomacia del
dólar que regía durante la administración de William Howard Taft (1909-1913).
Obama se apartó de esos patrones en las relaciones internacionales con su política
de la distensión, empezando el 17 de diciembre de 2015 con Cuba, algo que contó
con mucho apoyo internacional y con poderosas críticas por parte de los
republicanos y de un importante sector del exilio cubano en Estados Unidos.
Resultados indirectos de su política de distensión en América Latina ha sido la
destitución de la presidenta Dilma Rousseff del Brasil, la derrota electoral
del kirchnerismo en Argentina, el crecimiento del poder de la oposición
venezolana y la puesta en crisis de la ALBA. Para ello no se hizo necesario el
empleo de las cañoneras, solo se requirió liderazgo.
¡Ah,
sí, ya sé!, ya sé que me van a ripostar, no solo los partidarios ardorosos de
Trump, sino todos los republicanos... o, por mejor decir, todos los cubanos
afiliados al republicanismo. Dirán que concedió mucho al castrismo a cambio de
nada. La cuestión es que a mí también esto me ha molestado; tal pareciera, como
alguien me dijera, muy a lo cubano, que Obama estaba “cuadrando la caja” con el
castrismo. Se trata simplemente de una movida política que pudiera estar
equivocada, acepto, pero eso no indica que los Estados Unidos estén perdiendo
respeto internacional. Detrás de ese “cuadre de caja”, se esconden los
intereses geopolíticos y de seguridad nacional de los Estados Unidos, tal y
como siempre han primado en las relaciones internacionales de Washington.
Y
hablando de intereses geopolíticos y de seguridad nacional de Estados Unidos,
en ocasiones me preguntan: “¿para qué
queremos volver a ser enemigos de Rusia?” De lo que se trata no es de que
Estados Unidos quiere ser enemigo de Rusia, de lo que se trata es que Rusia se
empeña en ser enemiga de Estados Unidos; ¿pudieran los entusiastas defensores
de Trump darme elementos concretos, evidencias bien fundadas de que Rusia, la
pobre, no pretende ser nuestra enemiga?; ¿me pueden aportar algún elemento de
razón demostrando que es Estados Unidos el que se empeña en mantenerse como
enemigo de la putinesca Rusia?; ¿pudieran decirme cuáles son los países con los
que Rusia mantiene estrechos vínculos que sean verdaderos aliados de los
Estados Unidos? Datos, por favor, no consignas.
Otra
pregunta me han formulado: “¿Por qué los
rusos ‘no son nuestros amigos y China sí, e Irán, y Arabia Saudí...?” Lo
primero que hay que demostrar es que Estados Unidos es amigo de Irán, sin
confundir con amistad un acto de política internacional dirigido a garantizar
que Irán acepte las inspecciones de la Agencia Internacional de la Energía
Atómica (AIEA) y de este modo anular sus propósitos de acceder al arma atómica.
El que era Secretario de Defensa de Estados Unidos en la administración Obama
había declarado que Irán estaría en condiciones de fabricar una bomba atómica
en el transcurso del año 2012. Esto encendió todas las alarmas provocando que
se implantaran por parte de Estados Unidos, del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas y de la Unión Europea una serie de sanciones económicas contra
Irán. El 24 de noviembre de 2013 ─
según aparece en Wikipedia ─, salió la
noticia de que las potencias occidentales junto
a Rusia y China han conseguido un acuerdo con Irán por el cual Irán se
compromete a congelar su programa de enriquecimiento de Uranio durante al menos
6 meses. Se ha tomado este acuerdo como un "avance sin precedentes".
El 15 de enero de 2016, las sanciones contra Irán fueron levantadas luego del
acuerdo que ese país firmara con Estados
Unidos, China, Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania (el llamado Grupo
P5+1) en el que se comprometía a limitar y a permitir la supervisión
internacional sobre su programa nuclear a cambio del levantamiento de las
sanciones internacionales a las que estaba sometido.
Previo
al anuncio sobre el levantamiento de las sanciones contra Irán ─ informó BBC
Mundo, 16 de enero de 2016 ─, las autoridades de ese país liberaron a cuatro
estadounidenses que estaban presos en ese país, incluyendo al excorresponsal
del Washington Post en Teherán, Jason. La acción de Teherán fue correspondida
con la liberación por parte de Estados Unidos de siete iraníes que habían sido
condenados o estaban acusados por violar las sanciones y que habrían recibido
una medida de perdón.
No
se han restablecido relaciones diplomáticas con Irán, pero si existen agudas
contradicciones ente Estados Unidos y esa nación musulmana. ¿Y China? Bueno con
China hay relaciones diplomáticas como las hay con Rusia y, punto. ¿Y Arabia
Saudí? Desde 1940 Estados Unidos mantiene relaciones diplomáticas y
comerciales, además de existir colaboración en el tema militar. Todas las
administraciones de Estados Unidos, que se han sucedido desde esa fecha hasta
el presente han mantenido firmes esas relaciones por un principio eminentemente
geopolítico. Arabia Saudí, un aliado estratégico para los Estados Unidos sobre
todo por su petróleo. De Arabia Saudí se podría decir lo que se atribuye al
presidente Franklin D. Roosevelt sobre Anastasio Somoza: “Sí, es un hijo de
puta, pero es nuestro hijo de Puta”.
Pero
no me contradigo cuando menciono estos datos, porque no son lo que fue, sino lo
que todavía es; no pasado, presente.
Tal
vez me haya excedido un poco, solo un poco, no demasiado, cuando califiqué de
plutócrata al gabinete que está conformando Donald Trump y sobre todo a los
propuestos para las secretarías de Estado y de Trabajo, Rex W. Tillerson y Andy
Puzder, respectivamente. Como no he tenido el privilegio de conocer
personalmente a estos distinguidos señores, me deberán disculpar mis estimados
detractores, que haya tenido que recurrir a informaciones que de ellos se
ofrecen en Wikipedia y en diferentes medios informativos ─ que tal vez mis
amables detractores consideren corruptos, como el New York Times, el Washington
Post y otros, para ellos, de igual calaña. Ambos son magníficos ejemplos para
ilustrar la figura de un plutócrata, ambos poderosos multimillonarios, el
primero CEO de la Exxon Mobil por muchísimos años, que solo piensa como
petrolero, que no tiene experiencia gubernamental alguna y mucho menos de
diplomacia, pero que sí ha sido muy hábil para establecer convenios con la
Rusia de Putin y premiado por este con una importante condecoración; el segundo,
zar de cadenas de hamburgueserías y burritos con más de 3.000 locales en el
mundo y siempre se ha opuesto al incremento del salario mínimo de sus
empleados.
Y
como he criticado a este lujoso gabinete de multimillonarios que ha formado
Donald Trump en una proporción mayor que cualquier otro gobierno de EEUU, según
informa The Washington Post, algunos me replican que esto es capitalismo y que
al que no le guste este capitalismo que emigre a países paternalistas donde
podrán sentirse a gusto. Tremenda falacia y de las mayores. Por favor, no sean
tan simples, hoy por hoy, la inmensa mayoría de los países de este mundo se rigen
por las relaciones económicas que se denominan “capitalismo”. Sin embargo, hay
capitalismo y capitalismo. Hay capitalismo con respeto a los derechos laborales
tales como condiciones adecuadas de trabajo y salarios dignos y que se ajustan
a lo establecido en los convenios mutuos laborales. Hay capitalismo también
explotador que no reconoce derechos laborales y pagan salarios de miseria ─
como en las maquiladoras que algunos empresarios inescrupulosos de Estados
Unidos mantienen en México ─, que degradan los recursos naturales y el medio
ambiente en aras de obtener ganancias sin atenerse a condiciones éticas. Así
como también capitalistas de elevadas condiciones éticas como los hay que son
tremendos hijos de puta. ¿Qué queremos? ¿Un capitalismo que se ajuste a los
principios de una sociedad democrática ejercitando la competencia en buena lid
o un capitalismo salvaje, corrupto y corruptor y pretenda someter a toda la
sociedad bajo los intereses egoístas de los magnates?
A
propósito de esto, hay un alegato de mis estimados detractores diciendo que la
gran mayoría de los que se opusieron con el voto a Donald Trump son aquellos
que extienden la mano pidiendo la ayuda del Welfare, con estampillas de
alimentos, Medicaid y Section 8, todo ello a costas del sudor de los que
trabajan, que son, estos últimos, los que en su mayoría votaron a favor de
Donald Trump. No me den una tan falácica afirmación. ¿Dónde están las estadísticas
que confirmen tales aseveraciones? ¿Dónde están las estadísticas que confirmen
que aquellos que solo viven de su trabajo sin recurrir a las ayudas
gubernamentales fueron los que le dieron su voto a Donald Trump? Otra cosa,
contesten, no con consignas ni opiniones prejuiciadas, ni refiriéndose como
general lo que es excepcional ¿cuáles son las causas sociales que origina que
haya personas que buscan estampillas de alimentos, Medicaid y Section 8?
Por
último, estimados amigos fervientes seguidores de Donald Trump, cuando expongo
una opinión mía, no una de “copiar y pegar”, o reproduzco un artículo de
alguien con el cual coincido en opinión, no me acosen con preguntas, háganse
ustedes mismos sus preguntas, dense sus respuestas y opinen, ya antes había
dado la mía.
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