Carlos E Méndez. ANALITICA.com
Es la que, cuando ocupó su cuerpo no
cumplió su misión para la cual fue escogida acá en la tierra; bien porque la
muerte la sorprendió, o porque un día cualquiera decidió darle otro rumbo a su
existencia. Hay que rezar mucho por ellas para que puedan hallar su eterno
descanso.
La misión del presidente de Venezuela
debió ser redimir al país de la corrupción política y fundar una democracia
social con el concurso de todos los venezolanos. Quienes empujaron a Chávez
hacia las turbias aguas del caribe, fueron los comunistas trasnochados que
vieron en él su oportunidad de oro para retratarse en público. Debido a su
debilidad y confusión de espíritu, el presidente olvidó su compromiso con el
país y su juramento bajo el Samán de Guere. Ni hablar de su moribundo juramento
sobre la constitución de 1961. Cuando el 27 de febrero del 89 se produjo el
sacudón o caracazo, fueron los comunistas los que orquestaron el alboroto en
las calles de las principales ciudades del país. En los cuarteles los militares
golpistas se alistaban esperando un evento de calle importante que respaldara
su acción, pero el tiro les salió por la culata aunque no hayan participado
directamente en esos hechos lastimosos. Pero los comunistas alentados por los
Castro, los masistas y causa erristas, necesitaban crear las condiciones para
abortar una salida violenta e inmediata de los comacates de sus cuarteles. De
allí que el golpe frustrado haya resultado todo un fiasco.
Algunos de los traidores a la patria
que organizaron el caracazo, fueron los mismos que condicionaron la masacre del
11 de abril del 2002 y el carmonazo del día 13. La idea siempre fue crear un
ambiente favorable para una revolución violenta. El presidente manejaba un lenguaje
agresivo teledirigido por el más eficaz ventrílocuo del planeta, pero, si haber
vamos, no necesitaba una salida violenta para sostenerse en el poder, puesto
que con su verbo le era suficiente para hacer temblar a sus adversarios y poner
de rodillas a sus serviles. Su inexperiencia política y la falta de una
doctrina social coherente que le diera textura a sus ideales, lo empujó a
hermanarse con el pirata caribeño; con el bucanero Fidel Castro. Los amores de
Raúl con Maduro son otra cosa y datan desde cuando el susodicho era un aprendiz
de guerrillero. Chávez fue un bocazas que cayó en las garras de un dictador con
las manos ensangrentadas y sin una gota de escrúpulo en las venas.
Un alma que deambula es también la de
un cadáver insepulto, que aprovecha su estancia para llevarse a aquellos
manipuladores y profanadores de sus restos. A aquellos sus más fieles
discípulos que se jactan de ser sus apóstoles. No me refiero a todos los que
juraron con él debajo de la mata e’ mango. Uno que otro sabe que su otrora
amigo dejó de serlo cuando traicionó su juramento y dimensionó los traidores a
la patria, los privilegiados, y los corruptos. No son todos los que están, ni
están todos los que son, por lo que no a todos se los podrá llevar consigo.
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