martes, 26 de marzo de 2013

Del lado del mal o del lado de la verdad


Mario J. Viera

Nicolás Maduro ha demostrado que es un mentiroso. No tiene nada de sí y se esconde detrás del fantasma de Hugo Chávez; nada tiene propio de él solo la mentira y su complicidad con el gobierno de los Castro. Maduro es un agente encubierto de la inteligencia castrista. Es como ha denunciado Enrique Capriles “el candidato de Raúl Castro”.

Maduro realmente significa la entrega “de Venezuela a los intereses de Raúl Castro”.

El representa los intereses de un grupito y, como ha señalado Capriles, no le interesa el pueblo, “sólo le interesa ese grupito” de ambiciosos manipuladores de los sentimientos del sector chavista de la población venezolana, y en su afán de capitalizar el sentimiento cuasi religioso que inspira el difunto presidente dentro de un importante segmento popular, no le dan paz ni descanso al alma, al espíritu de Hugo Chávez. Más que políticos corruptos parecen políticos carroñeros con el instinto propio de las hienas.

Cabe preguntarle, como plantea Capriles, al pueblo, seguidor de Chávez “si quiere que los recursos de los venezolanos sean entregado a los Castro porque eso es Nicolás”. Hay que preguntarle a las fuerzas armadas venezolanas si están dispuestas a aceptar que “esos del Gobierno de Cuba” continúen dándoles órdenes a los soldados venezolanos.

En tales términos se expresó Capriles en Yaracuy: “Yo sí le digo a nuestra Fuerza Armada, es la hora de defender nuestra soberanía, de defender a Venezuela. Cuando yo sea su comandante en jefe, esos del Gobierno de Cuba que les quieren dar órdenes a nuestros soldados no le van a dar órdenes a nuestro país”,

Allí, en Yaracuy, Capriles expresó su nacionalismo legítimo: “Aquí sólo sonará el Himno Nacional. No entregaremos el país ni a los yanquis ni a los cubanos. Llegó el momento de que tengamos un gobierno nacionalista, que invierta los recursos del país en provecho de todos los venezolanos”.

Riposta Maduro, el Presidente encargado por el castrismo y acusa a Capriles de ser el “candidato del imperialismo en Venezuela”; de ser el “jefe del modelo capitalista” sin argumentos factibles para tal acusación. ¿Acaso  él no ha cantado el himno nacional cubano en un acto venezolano sin que sonaran las notas del emblema de Venezuela?

Predicador del odio, como lo fue el difunto Hugo Chávez, de quien dice lo ha aprendido todo, que mostró tanto desprecio hacia el pueblo venezolano cuando mentía y manipulaba las opiniones con respecto a la salud de Chávez intenta presentar a Capriles “como jefe del odio, como jefe del desprecio al pueblo”.

La verdad está de parte del candidato de la oposición. ¿Lo entenderá así el electorado venezolano, ese mismo electorado que le dio a Chávez la victoria del 7 de octubre? Así lo cree Capriles, cree que al agente castrista los electores le van “a dar una pela”, y fuera de su acostumbrada moderación en el uso de los epítetos, le dice a Maduro  toripollo, en tu vida has sido electo a nada. Pura paja, se lo hemos dicho, pura paja” y acota “a Nicolás le encanta la comodidad, aire acondicionado, se levanta cerca de las 8:30 de la mañana, ellos son los  capitalistas en el gobierno, vean las camionetas. Ahí están los capitalistas salvajes”.

Ciertamente Maduro es la representación del toripollo, con su mole por cuerpo y con su pobre inteligencia es simplemente uno con cuerpo de toro y mente de pollo.

Pero el aburguesado toripollo, el marxista de pacotilla, el mal alumno de la Escuela Superior de Ciencias Políticas Ñico López, el protegido de Raúl Castro soñando con encabezar un gobierno de características totalitarias definidas como el regente en Cuba, lanza un juramento: “hay que ser bien ‘falluto’” pensar que el electorado venezolano “le va a entregar esta casa de gobierno a la burguesía, jamás ni  nunca volverán a Miraflores, lo juramos”.

Tal vez en estas elecciones extraordinarias, gracias al manejo de los amplios recursos del Estado, del uso de los medios oficiales, de la complicidad del CNE, de la manipulación idolátrica del culto a Chávez, pudiera Nicolás Maduro alcanzar la presidencia; pero ese será el principio del fin del chavismo.

Los venezolanos tienen una nueva oportunidad. El 14 de abril ante Venezuela se plantean dos opciones, votar del lado del mal o votar del lado de la verdad. La disyuntiva será para los venezolanos distinguir quién representa el mal y quien representa la verdad. Si yerran, los resultados serán desastrosos para toda Venezuela. El socialismo a lo cubano no se perfecciona, se degrada paulatinamente degradando a toda la sociedad; Caracas será muy pronto una ciudad en ruinas como La Habana es hoy una ciudad destruida y carcomida como si hubiera sido sometida a un intenso bombardeo aéreo. El desabastecimiento será agobiante, los salarios, miserables. Todos conocerán la vigilancia de unos hacia otros y crecerán las prisiones… Esto sería el resultado de elegir al candidato de Raúl Castro y decidirse por el comunismo caribeño impulsado por los hermanos Castro.

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