domingo, 10 de marzo de 2013

Esta América nuestra de presidentes payasos y gobernantes cretinos


Mario J. Viera

Esta América nuestra, la de habla hispana o portuguesa, además de quéchua y aymara y otras muchísimas lenguas originarias, de tantas sombras y pocas luces; esta América nuestra de caudillos y tiranos, de golpes de estado y democracia a medias siempre sorprende por su originalidad en la escogencia de sus gobernantes.

En esto de escoger gobiernos esta América nuestra casi siempre se decide por lo malo o casi malo; muy pocas veces por lo bueno o casi bueno. Pareciera que elegir presidentes es cosa de poco interés, siempre gana el que más engaña o se compra clientelismo y aquel que más promete es el que se lleva la ventaja aunque luego lo prometido se quede, casi siempre, en el olvido.

Esta América nuestra donde cualquier vociferante, ignorante o desfasado, se convierte en líder de la izquierda más surda que lo imaginable, se aprende dos o tres consignas, se atiborra de sonseras y demostrando su ceguera se bebe de un solo trago las venas abiertas de algún petulante intelectualillo y ocultan lo que esconden detrás de su verborrea: alzarse con el poder para luego ser más corrupto que el oligarca que denuncia.

Esta América nuestra que se empantana en el recuerdo de la historia y no contempla el presente y menos mira hacia el futuro; que se confecciona brillantes y sobrecargadas constituciones que pocos conocen y muchos, menos obedecen.

Por el teatro del absurdo y de lo real maravilloso que representa a nuestra América, sobresalen Venezuela, Bolivia y Nicaragua ─ que se diferencian de Cuba porque todavía realizan elecciones con partidos oficialistas y partidos de oposición ─; la primera se buscó a un payaso para regir sus destinos y no conforme con elegirle le siguió religiendo y derrama ardientes lágrimas ante el féretro del payaso. La segunda, da más lástima porque para su gobierno tienen electo a un cretino y la tercera se echaron a cuestas a un alcohólico baboso.

El payaso se creyó ser la rencarnación de Bolívar y casi vuelve a fundar la Gran Colombia gastando por chorros la riqueza venezolana para buscarse acólitos en Bolivia, Nicaragua y Ecuador y regalarle millones al dinosaurio político del régimen que campea en Cuba.

Los “hijos” del payaso comandante, los que heredaron su gobierno quieren buscar pruebas de que el payaso fue envenenado nada menos que por los Estados Unidos y el cretino de Bolivia está más que convencido que hubo un magnicidio por envenenamiento: “Como decía (Nicolás) Maduro y otros hermanos de Venezuela, van a hacer una investigación, estoy casi convencido de que es un envenenamiento del compañero Chávez para acabar con su vida”, dijo Evo, el cretino y lo aseguró porque le habían dicho que el “imperio envenena a los líderes sindicales o políticos, no para matarlos inmediatamente” y además: “Cuando no pueden derrotarnos, asumen esa tarea de acabar con la vida de un líder, como pasó con Arafat”.

¡Ah, es que el payaso tanto le inspiraba!: “Lo más importante para mí (es que Chávez) nos hizo perder el miedo (supuestamente al imperio Estados Unidos), hay muchos dirigentes políticos y sindicales, varones y mujeres, que tienen su posición, pero por  miedo no decimos (...). Chávez nos daba mucha fuerza”.

Y quizá fuera cierto que al payaso, que no terminaba por morir y hacía falta seguir en el gobierno a los fieles del comandante, se decidió darle la cicuta y mandarlo con todas sus payasadas al otro mundo, pero dudo que algún gringo llegara hasta su lecho de medio muerto para inyectarle la dosis letal. Si fue envenenado que lo busquen entre  Maduro,  Cabello y su adorable yerno Arreaza que ahora saltó al cargo de Vicepresidente ejecutivo por la gracia del Presidente que nadie eligió: “Queremos anunciar ─ dijo Maduro en su juramentación ─  como primer acto de Gobierno que hemos decidido designar para el cargo constitucional de vicepresidente ejecutivo al compañero Jorge Arreaza, ministro de Ciencia y Tecnología”.

Si fue envenenado de seguro no fue un furtivo agente de la CIA y quizá fuera cualquier oficial cubano de la Seguridad del Estado cumpliendo “misión internacionalista”.

¡Ay, esta América nuestra!

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