Marianella Salazar.
EL NACIONAL
A todos los que
vivimos en Venezuela estas fechas se nos quedarán grabadas en la memoria. Unos
las evocarán con enfermiza añoranza de alguien que no fue quien ellos creen
recordar, y le rendirán culto como a otro padre de la patria en el Panteón
Nacional. Otros, con la convicción de haber presenciado un gran alarde de
necrofilia televisiva, con la confianza de que el mito se desinflará cuando
queden al descubierto todas las imposturas. Las apoteósicas exequias con
karaoke han sido un show con infinitas manifestaciones de pesar, mientras la
música y los cantantes suenan sin parar. Pura estridencia.
El caso es que la
muerte está unida a una forma de vivir. Chávez tuvo muchas virtudes para el
entretenimiento e instauró la cultura política de la espectacularidad. Si algo
no fue, fue ser aburrido y es inevitable no sentir que asistimos a unos
funerales que son parte de una superproducción, que culminará el 14 de abril,
después de los actos del 11, fecha convertida en efemérides patrias para
recordar el golpe que sacó del poder a Hugo Chávez y su restitución con el
contragolpe del 13 de abril. Quieren darle al 14 una significación histórica
para estimular y movilizar a los electores.
Como Hugo Chávez
adquirió una dimensión mucho mayor que la que había tenido en vida, la
dirigencia chavista se aprovecha de forma abominable de los sentimientos y el
fervor de sus seguidores para convertir su muerte en el tema central y único de
la campaña electoral, con el fin de disimular las grandes fallas de liderazgo
del hombre escogido para sucederlo y que la eficiente maquinaria de propaganda
cubana no ha podido mejorar, a pesar de los numerosos entrenamientos impartidos
en sus laboratorios de La Habana. Maduro solo es capaz de dar rienda suelta a
sus odios y resentimientos sociales salpicados de muchas lágrimas por la
partida de su “padre redentor”, y se cierra como una ostra en la más combativa
de las redundancias: ¡Socialismo o muerte!, como se escuchó otra vez en el acto
del buró del Partido Comunista que oficializó su apoyo.
Maduro ha sido capaz
de sostener una sarta de embustes sobre la grave enfermedad del
comandante-presidente y cubrió su muerte con un pesado manto de misterio. Más
temprano que tarde comenzarán a develarse las mentiras, se conocerá la
verdadera fecha y lugar del fallecimiento y quedarán al descubierto los
propósitos inconfesables de tantos secretos.
Chavismo sin Chávez
Con la muerte del
líder se pone en marcha el proceso de transformación de un régimen, que no
podrá mantenerse por mucho tiempo sin la presencia de quien lo modeló de pies a
cabeza, le imprimió su marca en todas sus instituciones y fue su motor. Este
proceso está en marcha al cumplirse su última voluntad “firme, plena e
irrevocable de que elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República”.
Pero el chavismo sin
Chávez será una construcción difícil. El afán de poder de los otros personajes
que rivalizan en servilismo y abyección alrededor del féretro del cadáver
insepulto ─ Cabello, Arias Cárdenas, Vielma Mora, entre otros ─ se consideran
con más legitimidad que el escogido, aunque también carecen de doctrina y
lenguaje propios. Ellos darán inició a un proceso de desideologización, aunque
necesitan seguir siendo chavistas, porque su gran esperanza es apelar al voto
nostalgia, mediante el cual millones de personas continuarán votando por
Chávez. En esta oportunidad electoral, la oposición la tiene más difícil, no
será lo mismo perder con Hugo Chávez que con su cachorro. Henrique Capriles
asumió con valentía el sacrificio. Podremos volver de nuevo al matadero aunque
nunca podrán aniquilar nuestro espíritu de resistencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario