Maduro no es por sí
mismo un candidato fuerte. Tres cosas, sin embargo, le brindan una fuerza que
no tendría en su defecto. Una es haber sido ungido por Chávez como candidato en
caso de su falta absoluta.
Domingo Fontiveros. EL UNIVERSAL
El gobierno del candidato Nicolás
Maduro tiene muchos puntos débiles que van a reducir su votación proyectada
para abril 14. Que ello implique una derrota para su opción sería una exagerada
afirmación, pero sí significa una opción frente al continuismo disminuido que
su candidatura representa. Una opción para el candidato Capriles, que ha sido
empujado por fuerza de la circunstancia a asumir otra vez la candidatura
opositora. Capriles tiene una opción clara y precisa, aunque nada fácil.
Maduro no es por sí mismo un candidato
fuerte. Tres cosas, sin embargo, le brindan una fuerza que no tendría en su
defecto. Una es haber sido ungido por Chávez como candidato en caso de su falta
absoluta. De lo contrario, es concebible que el candidato oficialista hubiera
sido otro y habría sido difícil que no se produjera algún tipo de ruptura
interna. Otra es el aparente respaldo monolítico del enorme aparato estatal,
incluyendo finanzas, medios, funcionarios, y toda la maquinaria de poder del
Estado, para quienes la continuación del "status quo" está por encima
de cualquier otra consideración. Y, por supuesto, el continuismo de los
subsidios sociales.
Pero estas fortalezas del candidato
oficialista hay que contraponerlas a debilidades que le ponen "plomo en el
ala". El fardo de un desastre económico en desarrollo golpea inclemente el
bolsillo de las clases medias y populares, incluyendo inflación y escasez. El
gabinete no tiene respuesta a esta crisis excepto tratar vanamente de
posponerla y paliar malamente alguno de sus efectos más inmediatos. La realidad
se ha convertido en la peor propaganda que puede hacerse a favor del socialismo
del régimen que ahora encabeza Maduro, sin el carisma y mucho menos la magia de
su predecesor en el cargo. Recuérdese que la devaluación es un truco para
recortar el gasto público en presencia de ilusión monetaria, y para licuar la
deuda pública interna.
Faltan 3 semanas para la fecha de
elecciones y toda la maquinaria electoral oficialista se mueve pesadamente,
como la burocracia que es.
Tiene dos puntos fuertes a su favor, y
también debilidades de consideración, sobre todo en lo económico, aunque no
solamente. No la tiene tan fácil el candidato Maduro.
El candidato Capriles, por su parte,
no tiene nada sencillo por delante. Tiene que reforzar su discurso en lo
económico, que debe centrarse en las reformas necesarias para revivir la
inversión y la creación de puestos de trabajo productivo. El discurso en lo
social también es esencial para insuflar optimismo en los sectores más
vulnerables de la población y captar nuevos respaldos en los estratos medios y
más necesitados. Y en lo político lo más urgente es rescatar el proceso
democrático en la orientación y manejo de los asuntos públicos, área en la cual
el chavismo tiene un rezago histórico de varias décadas.
Capriles tiene la ventaja de su ya
demostrada capacidad para sumar adhesiones, tanto en voto popular como en
movilización partidaria, esto último con más claridad desde la reconfiguración
de su equipo de campaña. Añádase a ello la energía que ya despliega para
recorrer la geografía nacional con un mensaje esperanzador y de convivencia.
Con tan poco tiempo de campaña no hay margen para el error en ninguno de los
competidores.
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