José Ayala
Lasso. EL COMERCIO
Joroben… y me lanzo por 300 años más / Por Pancho.
El Comercio
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La alternabilidad en el poder es
elemento esencial de la democracia. Nuestras Constituciones, prácticamente sin
excepción, han determinado que el Gobierno será alternativo y responsable.
Este principio de sana filosofía
política suscita el debate sobre cómo debe entenderse la alternabilidad. Hay
países que prohíben la reelección inmediata, otros que la admiten y otros que
la aceptan únicamente después de transcurrido un periodo. Estas últimas
atienden al argumento -a todas luces válido- de que en el caso de la reelección
inmediata, quien ejerce el poder cuenta -inequitativamente- con dinero,
maquinaria y elementos de presión oficial para su campaña. El Ecuador ha sido
testigo de la influencia y ventajas de que dispuso el Presidente-candidato, en
los últimos comicios.
Con pocas excepciones, los Estados
aceptan la alternabilidad en el Gobierno atendiendo a Bolívar, quien advertía
que si una persona ejerce el poder por mucho tiempo, se acostumbra a mandar y
el pueblo a obedecer, originándose así la tiranía y la opresión.
Al triunfar en las últimas elecciones,
el Presidente declaró que el mandato recibido sería el último de su carrera
política. Sin embargo, cuando hubo críticas sobre la posibilidad de que, basado
en la considerable mayoría que ha obtenido en la Asamblea, pudiera resolver
prolongar su mandato mediante reformas o interpretaciones constitucionales,
Correa cambió de criterio y dijo que si lo siguen "molestando"
volverá a presentar su candidatura en 2017. ¡He allí, en toda su lucidez y
profundidad, la razón por la cual el Presidente modificó su doctrina política y
dejó en el aire el ofrecimiento de ir a vivir en Bélgica al concluir el nuevo
mandato que le ha otorgado el pueblo.
Parece increíble y, en todo caso, es
altamente censurable que un líder político altere su pensamiento sobre un tema
tan importante por sentirse molesto a causa de las opiniones críticas
expresadas por uno o varios ciudadanos. ¿Quiso dar a su advertencia el carácter
de amenaza, aceptando que prolongar su mandato implicaría amedrentar a sus
adversarios anunciándoles tiempos tumultuosos? ¿Quiso acallar la opinión de
quienes han defendido la necesidad de seguir el consejo de Bolívar? ¿Fue su
molestia personal el motivo "filosófico" para favorecer una o más
reelecciones? ¡Insondable misterio! Las decisiones de un hombre de Estado no
pueden obedecer a reacciones caprichosas propias de un Luis XIV o un Enrique
VIII, anacrónicas y contrarias a la tesis que propugna que la autoridad existe
para servir al pueblo y no para proclamarse dueña de la nación.
Porque Correa se molestó, ¿tendremos los
ecuatorianos que aceptar que nos siga gobernando, sin límite de tiempo, hasta
que le pase la molestia? He allí, de cuerpo entero, la razón de la sinrazón.
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