lunes, 4 de marzo de 2013

Ramplonería


Ramón Peña. ANALITICA.com

La izquierda revolucionaria de los años sesenta, aunque equivocada en su hoja de ruta, reunía una intelligentsia conformada por notables intelectuales y artistas. Sabían adornar su utopía con talento y conocimiento, escuchábamos discursos de ilustrada retórica. A pesar de la dura diatriba política, sus figuras dirigentes, como Gustavo Machado, Pompeyo Márquez o Américo Martín eran considerados con respeto aun en las filas adversarias. Hoy, es terrible el contraste con la calidad de los líderes de esta revolución castro militarista. Controladores de los medios de comunicación, nos obligan a padecer una ramplonería oratoria que atenta contra la inteligencia del venezolano medio. Nos encadenan a discursos rellenos de lugares comunes que apilan machacones sustantivos y adjetivos (poco utilizan adverbios porque su léxico no tiene matices) insertos en un pesado circunloquio. El precario arsenal de vocablos: “derecha, corrupta, fascistas, apátridas, especuladores, enemigos…” se entreteje con mentiras, amenazas e insultos en diferente orden y secuencia para terminar siempre en las mismas frases manidas. Queriendo emular las artes histriónicas del caudillo desaparecido, estos amos de los micrófonos se han convertido en consagrados artistas del tedio. 

Recordamos que el caudillo, avispado llanero, era al menos improvisador de cuentos, taimado echador de mentiras, coplero y hasta cantante insufrible. Con frecuencia echaba mano del chiste. Éstos no hacen reír a nadie, particularmente el Vicepresidente Prorrogado, quien sin gracia alguna se desgasta en memorizar lo que al caudillo se le habría ocurrido, pero aterriza siempre en la insustancialidad. Como suele ocurrirles a los imitadores, termina en una sobreactuación, casi una caricatura del original. En más de una ocasión, nos ha recordado a Chaplin personificando a Hitler en El Gran Dictador. No obstante, el Prorrogado se siente confiado y sobrado porque no tiene competidores: el verbo de Cabello, Jagua, Carreño,  Cilia o Varela no le hace sombra alguna.

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