Mario J. Viera
Tal vez alguno se pregunte por qué
dedico tantas líneas al tema venezolano cuando hay tanto de qué hablar sobre la
situación cubana. La respuesta es bien sencilla. Hoy Cuba y Venezuela
constituyen un eje político. Lo que ocurra en Venezuela redundará para bien o para
mal en Cuba. Lo que ocurra en Cuba incidirá decididamente en el panorama
político venezolano.
El gobierno castrista influye de
manera directa en los actos gubernamentales de Venezuela de tal modo que ha
convertido a Miraflores en una dependencia del Palacio de la Revolución.
Nicolás Maduro, más que el designado heredero de Hugo Chávez es el mascarón de
proa de la barca castrista.
Entonces ¿qué de extraño hay en sentir
una profunda empatía hacia el acontecer político venezolano, si Cuba y
Venezuela hoy en día están poderosamente vinculadas?
Echar la pelea por Venezuela es pelear
por Cuba al mismo tiempo.
Venezuela, la chavista, es la vaca
nutricia de Cuba, la castrista. Castrismo y chavismo son términos semejantes
representan la misma aberración político-ideológica y el mismo desastre social.
Cuando Enrique Capriles asume en su
figura a toda la oposición venezolana como candidato opositor, de modo
indirecto es también un opositor al régimen castrista. Una victoria de la
oposición venezolana es bienvenida como una victoria de la oposición cubana.
Y por estas razones me siento
venezolano y por las mismas razones me siento también como miembro de la
oposición venezolana. Y me decido por Capriles, aunque no pueda darle mi voto.
Y le acompaño en su recorrido de campaña por toda Venezuela.
“Venezuela somos todos” ha reclamado
Capriles a la conciencia de los venezolanos, mas este reclamo trasciende las
fronteras naturales de Venezuela, porque cuando se experimenta el sentimiento
de libertad y dignidad; cuando en el corazón de cada hombre honesto palpita el
decoro, la justicia, el respeto por los derechos, del mío y del otro, no cabe
otra cosa que solidaridad con la oposición venezolana que lucha para que en
Venezuela no se repita la experiencia dramática de Cuba, y, sí, Venezuela somos
todos los que creemos en el derecho; los que creemos en la democracia, no la
formal de voto y elecciones, la que es cultura y sentimiento y práctica.
Luchar por Venezuela, por la
democracia en Venezuela es, debiera ser, para los cubanos luchar por Cuba, por
la democracia en Cuba.
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