Pedro Caviedes. EL
NUEVO HERALD
Cada vez que veo cómo, para
infringirle una puñalada al presidente Obama, el GOP le infringe otras tantas
al país entero, me pregunto qué pasaría si a esas tandas de recortes amarraran
un porcentaje de los salarios de los congresistas. Pero no, en el caso específico
del Congreso, serán los aseadores del Capitolio los que verán una reducción en
su pago, pues si algo caracteriza a esta nueva ola política que se ha tomado al
Partido Republicano, es que sus dolorosas medidas nunca afectan a los de
arriba, mientras sí, y siempre, a los de abajo. ¿Qué ha hecho la mayoría
republicana por la clase media y baja desde que John Boehner es Speaker of the House? ¿Qué ha hecho el
GOP desde que Barack Obama es presidente? Cuatros años de No rotundo, incluso
en lo que antes han dicho estar de acuerdo, y de filibusterismo, más que
oposición, ya parece sabotaje.
Entre techos de la deuda, secuestros,
precipicios fiscales y falsas acusaciones que incluso rodaron en cínicos
comerciales de campaña, han hecho todo lo posible por manchar la presidencia de
Barack Obama. A sus supuestos principios que claman por la austeridad, valdría
la pena que le aplicaran el espejo retrovisor, y saquen la cuenta de cuánto se
gastó en la Guerra de Irak (buscando unas armas de destrucción masiva que nunca
encontraron), cuánto en el embrollo del que todavía no se ha logrado salir en
Afganistán, cuánto se perdió en esa crisis salvaje que a tantas familias
estadounidenses dejó sin techo y sin trabajo, cuánto en el rescate a los
bancos, y cómo borronearon en ocho años el superávit que había dejado el ex
presidente Clinton. Deberían estar colaborando a rabiar por lograr que la gente
recupere su vida, intentando resarcirse del desastre dejado por el anterior
gobierno de su partido, en lugar de estar representando el brutal número que
iniciaron desde el día de la primera posesión del presidente.
En la pasada crisis, la del precipicio
fiscal, se logró que los temporales descuentos tributarios de la era Bush
expiraran para los que ganan más de $400,000. Que expirara una medida temporal.
Y a eso le llamaron aumento en los impuestos. Ahora que el presidente clama por
una alternativa balanceada al ‘secuestro’, planteando parte de lo que el
candidato elegido del GOP en las elecciones propuso, cerrar los vacíos legales (loopholes)
en el sistema, ahora, mágicamente, eso va en contra de ese partido. Cuando
Romney lo propone es una medida genial para no tener que aumentar los
impuestos. Pero si lo propone Obama… es un aumento de impuestos.
¿Qué se dirá en los libros de historia?
¿Dirán que cuando el país iba en franca recuperación, el Congreso en su
totalidad no supo actuar para detener unas medidas de recortes que frenaron el
crecimiento? ¿O dirán que los republicanos del Congreso no quisieron negociar
un acuerdo balanceado que salvara el crecimiento? Viendo cómo en la prensa se
habla del Congreso en general, y no del partido que se opone a todo, a no ser
que se ceda en todo lo que piden, creo que los libros de historia dirán lo
primero. Y es por esto que siguen. Quizá en ese discurso, en el que se
responsabiliza al Congreso en general del atasco, esté la clave de todo lo que
han hecho, y no han hecho, hasta ahora. Si por igual se culpa a los
congresistas demócratas que a ellos, terminan arrastrando al desprestigio a sus
rivales, y no se ven afectados electoralmente.
Lo que más me impresiona es la
capacidad que tienen para llevar la agenda por la senda que quieren. Mientras
todos los economistas, incluido el presidente de la Fed, Ben Bernanke, han
dicho que no es hora de reducir el gasto, porque esto afectará hondamente a la
economía, y en últimas afectará incluso ¡la reducción del déficit!, los
congresistas del GOP han conseguido que este sea el tema de discusión. Hace
unos meses, cuando la elección, el tema era el desempleo. Pero como para acabar
con éste se necesitan programas de estímulo y de paso quitarles el trato
extremadamente preferencial a las corporaciones y los súper ricos, entonces se
enfocan en el déficit, sin importarles que la economía del país se venga abajo,
o que tanta gente de bajos recursos, y hasta los soldados que arriesgan su vida
por esta patria, lo pasen muy mal y sufran.
Ni en la más pesimista de las
ficciones me habría creído posible un escenario tal.
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