Andrés Oppenheimer
Con una inflación récord en
Latinoamérica y un índice de criminalidad sin precedentes, la mejor apuesta del
presidente interino de Venezuela, Nicolás Maduro, será basar su campaña
electoral en la memoria del fallecido presidente Hugo Chávez, y profundizar su
enfrentamiento con Washington. Y ya ha empezado a hacerlo.
El martes, poco después de anunciar la
muerte de Chávez, Maduro ─ candidato del gobierno de Venezuela para las
elecciones que deberán celebrarse en los próximos 30 días ─ sugirió que Estados
Unidos había “inoculado” con cáncer al fallecido presidente Chávez. Al mismo
tiempo, expulsó a dos diplomáticos estadounidenses del territorio Venezolano.
Al realizar esas afirmaciones, Maduro
ya estaba de lleno en campaña. El presidente interino, un ex chofer de ómnibus
y líder sindical designado por Chávez como su heredero político, necesita
forjarse una imagen de líder “antiimperialista” de línea dura, como Chávez,
tanto para mantener unido al movimiento chavista como para convertirse en el
paladín de la defensa de la soberanía venezolana frente a una imaginaria
amenaza norteamericana, dicen en Washington.
Los funcionarios del gobierno del
Presidente Obama niegan rotundamente haber causado la enfermedad de Chávez,
calificando de “absurdas” esas acusaciones.
Curiosamente, apenas el año pasado,
Maduro y la funcionaria de más alto rango del departamento de Estado para
asuntos latinoamericanos, Roberta Jacobson, habían mantenido una conversación
telefónica sobre la posibilidad de mejorar las relaciones bilaterales.
El 21 de noviembre pasado, Jacobson
llamó a Maduro, quien aceptó el llamado, y durante la conversación el entonces
vicepresidente venezolano sugirió la posibilidad de reponer a los embajadores
de ambos países. Jacobson, a su vez, respondió que Estados Unidos prefería un
acercamiento gradual antes de intercambiar embajadores, empezando con medidas
de cooperación en antiterrorismo y lucha contra el narcotráfico, según me dijo
Jacobson en diciembre.
Tras la muerte de Chávez, le pregunté
a Jacobson por qué creía que Maduro, después de haber propuesto elevar las
relaciones bilaterales, ha acusado al gobierno de Estados Unidos de
“inocularle” cáncer a Chávez.
“Nos
parece realmente desafortunado que en momentos en que estábamos, y estamos,
tratando de tener una relación más productiva con Venezuela, ellos usen este
tipo de discurso público y expulsen a dos de nuestros diplomáticos”, me
dijo Jacobson. “Es una pena. Pero
seguimos interesados en mantener una relación productiva con Venezuela”.
Jacobson se negó a hacer
especulaciones sobre los motivos de Maduro, pero otros observadores de la
situación venezolana en Washington consideran que se trata de una obvia jugada
electoral.
Maduro, un ex chofer de ómnibus muy
cercano al gobierno militar de Cuba, no tiene el carisma de Chávez ni tiene
logros de gestión administrativa en los que apoyarse. Y con índices de
inflación y criminalidad alcanzando niveles récord, su mejor opción para ganar
las elecciones es capitalizar la popularidad de Chávez, y demostrar que puede
ser tan duro con los "gringos’’ como lo fue su mentor, afirman varios
analistas en la capital estadounidense.
“La
época más tensa de las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela no ha
quedado atrás, sino que está por venir”, dice Carl Meacham, director del
departamento de las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e
Internacionales, y hasta hace poco uno de los principales funcionarios del
Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
“Maduro
está tratando de concitar apoyo en el interior del chavismo”, agregó
Meacham. “Sus acusaciones contra Estados
Unidos y la expulsión de dos diplomáticos norteamericanos fue su manera de
decirle a sus seguidores ‘Yo soy como Chávez’. Lo más probable es que endurezca
su discurso en las próximas semanas”.
Mi opinión: Coincido en que
probablemente Maduro endurezca su discurso “anti-imperialista” durante la
campaña" ─ lo que los opositores venezolanos llaman en broma "el escenario
Maduro y Descabellado" ─ pero no me sorprendería que si gana las
elecciones, retome un diálogo más amistoso con el gobierno de Obama.
Por el momento, Maduro está siguiendo
el guión de Chávez de provocar enfrentamientos e inventar conspiraciones contra
su gobierno, para presentarse como el salvador de la patria y pintar a sus
rivales políticos como supuestos títeres de Estados Unidos. Es el guión que
Chávez siguió durante los últimos 14 años, y le funcionó muy bien.
Pero a Maduro lo manejan básicamente
por control remoto desde Cuba ─ que depende de los petrodólares de Chávez ─ y
los cubanos no son tontos: la principal prioridad del régimen cubano será que
Maduro consolide su poder y mantenga la estabilidad en Venezuela.
Cuba probablemente le diga a Maduro
que ante la delicada situación económica interna, lo menos que necesita
Venezuela es abrirse un nuevo frente de conflicto avivando las tensiones con Washington.
Después de las elecciones, gane quien
gane, lo más probable es que las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos
tiendan a normalizarse. Pero antes, las cosas se pueden poner feas.
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