Francisco Rivero Valera. EL UNIVERSAL
El éxito político de la oposición ha
hecho historia en varios países del mundo.
En Chile, por ejemplo, el triunfo de
la oposición sobre la dictadura militar de Pinochet ocurrió en el plebiscito de
1988. Con 2 estrategias básicas: la auténtica unidad de la oposición y, en
consecuencia, su presentación en las elecciones con la tarjeta única.
En Nicaragua, la Unión Nacional
Opositora repitió la misma hazaña en 1990, con la derrota electoral del
presidente Daniel Ortega y del Frente Nacional de Liberación Sandinista. Y con
el final de un período revolucionario de 12 años, iniciado en 1978.
En Japón, la oposición japonesa
derrotó al Partido Liberal Demócrata en el 2009, bajo el lema en la unión está la fuerza. Y fue el
final de un período de gobierno ejercido por un solo partido político durante
54 años.
En Egipto, la oposición unida promovió
la renuncia de Hosni Mubarak en el 2011. Y el final de una dictadura con 30
años en el poder.
Y demás.
Lo interesante en saber es que la
oposición política en cualquier país, sin importar sus diferencias geográficas,
culturales, económicas y sociales, puede tener éxito siempre y cuando logre hablar con un solo
idioma: la unidad y con un objetivo: la defensa de la democracia.
En Venezuela, en cambio, la oposición
no ha tenido la misma suerte.
En el 2012 sufrió doble derrota
electoral: en las elecciones presidenciales y en las regionales del 16 de
diciembre. Por 3 razones básicas: 1 extrínseca, inherente al abuso de poder del
régimen. Y 2 razones intrínsecas de la Mesa de la Unidad Democrática:
existencia de una unidad más de forma que de fondo, y selección de la tarjeta
unitaria, y no de la tarjeta única, por falta de desprendimiento de los intereses particulares de los partidos
políticos. Y esos errores se pagan caros.
Pero, ahora la oposición venezolana tiene la oportunidad
de su vida para ganar las nuevas elecciones presidenciales del 14 de abril.
Solo necesita consolidar la unidad y utilizar la tarjeta única. Sin embargo,
dependiendo del ángulo con que se mire, ante la actual situación política del
país, también se puede decir que la oposición tiene asegurado el triunfo en
estas elecciones, gane o pierda en la totalización de votos.
O sea, si la oposición pierde las
elecciones, el próximo gobierno comunista será de corta duración, no solo por
la imposibilidad de recuperar el mal hecho en estos 15 años sino por su eficiencia en crear y profundizar
las crisis. Al fin y al cabo siempre han demostrado ser muy eficientes con su
ineficiencia. Después, a corto plazo sus propios seguidores serán los encargados
de suplicar cambio de gobierno, de ejecutar el final de un período catastrófico que va para 15 años y de decir
adiós al socialismo del siglo XXI.
Y, al contrario, si la oposición gana
la presidencia, sería el responsable de hacer flotar este país sumergido en la
crítica situación social, económica y política socialista vista en los
indicadores económicos, en la renuencia de Rusia y China de no concertar nuevos
convenios, y en el temor del régimen cubano de no recibir la ayuda pactada.
Pero, reflotar al país sería difícil por 3 problemas: implacable y saboteadora
oposición chavista, aplicación de medidas económicas necesarias, y de alto
impacto social, y pérdida de apoyo político. Al final el Gobierno también
correría el riesgo de ser de corta duración.
Sin embargo, recordemos que para lograr el triunfo siempre ha sido
indispensable pasar por la senda de los sacrificios. Simón Bolívar.
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