Mario J.
Viera
“Levantaos,
vámonos; mirad, está cerca el que me entrega”. (Marcos 14:42)
El Maestro está al tanto,
conoce que la hora de las angustias está próxima, que todo ya está dispuesto
para un fatal desenlace y se va con sus discípulos a un monte a meditar. Es bien
entrada la noche y les pide a sus seguidores que se mantengan alertas, que no
se dejen vencer por el sueño, y se aparta para poder meditar, y se angustia
previendo lo que se avecina. Contempla a sus discípulos rendidos por el sueño,
es que ¿ni siquiera una hora han podido mantenerse en vigilia?, pero él sigue
alerta, meditando en alerta, adivinando lo que se mueve por las laderas del
monte, del enemigo que se acerca... “Cómo, ¿todavía están dormidos? ¿No se
percatan que el enemigo, siempre en acecho, ya está al alcance? ¿Cómo es
posible que, en esta noche, en esta oscura noche, no comprendan que tienen que
mantenerse alertas...?” Ya el Maestro escucha el sonar metálico de las armas
del perseguidor, el ruido de sus pasos, los rumores de sus voces... ¡Ya
llegan...! Decepcionado llega junto a sus discípulos y les grita: “¡Despierten,
ya están aquí, y ustedes ni siquiera se han dado cuenta!”
Pensemos y extraigamos
enseñanzas de esta anécdota. No podemos ser como los discípulos displicentes
del relato que se quedan dormidos en una noche que pudiera ser decisiva. No
podemos permitirnos ser sorprendidos en medio de la noche. Ya están aquí, y
ganan fuerza, si nos dormimos y no estamos vigilantes, ahora, en este mismo
momento, luego ya será tarde. Sabemos quién es el enemigo, sabemos que por años
han estado aletargados carentes del necesario apoyo, del imprescindible
estímulo’ pero siempre a la espera de cualquier oportunidad para hacer
adelantar su prédica de odio e intolerancia. Ahí están, les vimos marchando con
actitud marcial, con milicias propias, armadas con fusiles de asalto, por las
calles de Charlottesville en Virginia. Hordas, todavía escuálidas, de neo
nazis, de miembros del Ku Klux Klan, de los que se creen supremos por tener una
piel descolorida, como anémica, de toda esa caterva de la extrema derecha que
se propaga por todo el Sur profundo del Jim Crow.
¡Alerta, ya están aquí! Ya
se levantan, ya se alían todos los fascistas; ya toman aliento de la retórica
del populismo nacionalista reaccionario de un presidente inepto e
irresponsable, opuesto a todo principio democrático. “Make America Great Again!”,
hacer grande a los Estados Unidos, “Only White” como ordenaban las leyes de Jim
Crow; “Land and blood” reclaman los nazis de ahora como antes lo hicieran los
nazis iniciales, los de Adolfo Hitler, los de las terribles SS. Ya toda la
piara racista se moviliza cuando Jason Kessler convoca a la concentración de Unite
the Right a celebrarse en Charlottesville con el pretexto de impedir que se
remueva de su pedestal la estatua ecuestre del jefe del Ejército esclavista del
Sur entre 1861 y 1865. Y fueron al encuentro de lo más retrógrado, la flor y
nata de la intolerancia racial, haciendo acto de presencia el ex líder del KKK
que apoya fieramente a Donald Trump, David Duke y junto a él se encontraba el
ultra nacionalista y supremacista blanco Richard B. Spencer que ve una conexión
profunda entre la ultraderecha y los postulados de Donald Trump y considera que,
como él mismo ha dicho, “El partido
republicano es el partido de la gente blanca, quiera admitirlo o no. El 90% de
sus votos viene de gente blanca, expresa nuestra cultura, Donald Trump dio el
primer paso al reconocer esa identidad política”, y le acompañaba el mismo Jason
Kessler, junto a otros de menor categoría como Christopher Charles Cantwell y James
Alex Fields Junior el asesino del auto, el neo nazi que asesinó a Heather Heyer
y atropelló a 19 otras personas que se oponían a las marchas de los
supremacistas y neo nazis.
Escuchemos el llamado: “¡Despierten,
ya están aquí!”
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