Mario J. Viera
Ahora, a pocos meses de las elecciones, se entera Hugo
Chávez que los viales venezolanos son un desastre. Las calles caraqueñas ya
comienzan a reditar el mismo paisaje que ofrecen las calles habaneras, huecos
por todos lados, solo falta que por ellas corran los albañales, parece contagio
ideológico chavista-castrista.
En Anzoátegui, este jueves, se queja Chávez del estado de
las calles y decide dar impulso a la Fiesta
del Asfalto o, quizá, Fiesta de
huecos como Miguel Rivas del partido Primero Justicia definiera el
deterioro vial. Así, el oficialista AVN, en su edición del 11 de julio celebra
el inicio de la llamada fiesta de zurcido vial afirmando que ese día “se desarrollan trabajos de recuperación
entre los kilómetros 0 y 25 de la carretera de El Junquito, estado Vargas, como
parte de la Fiesta del Asfalto”. Para la próxima semana AVN cita a Rossana
Sánchez, viceministra de infraestructura y vialidad, diciendo que “se estará trabajando en la avenida Venezuela
de El Rosal, en la Parroquia Coche, la avenida Baralt, El Recreo, Catia y
Puente Hierro. También se realizarán trabajos de asfaltado en la vía alterna la
autopista Caracas-La Guaira”.
Ante los reclamos, Chávez dice ahora, luego de 14 años en
el gobierno: “Yo también me quejaría de
las cosas que no funcionan pero no van a apoyar a la burguesía porque eso sería
traición”. Una excusa junto a una amenaza. Se lava las manos y de paso
infiere que un apoyo al candidato opositor significa traición porque para
Chávez los opositores son todos miembros de la burguesía sin tener en cuenta
que los “revolucionarios” se interesan solo en mantenerse en el poder sin que
les incumba que por su desidia languidezcan las ciudades.
“Me sumo a la queja
por el estado de las calles y por las fallas pues que hay, me toca a mí parte
de la responsabilidad, aun cuando no es mi responsabilidad directa estar
asfaltando calles, me pondré yo mismo a dirigir un plan”, añadiría Chávez.
Henrique Capriles Radonski replicó este viernes al
mandatario, al otro candidato en campaña electoral: “Ayer el otro candidato llegó a quejarse de su propio Gobierno. Que
irresponsable. Es el colmo que el que tiene 14 años en el poder venga a ponerse
del lado de la queja. El que no pudo en 14 años, no podrá en 6 años. Invitamos
al otro candidato a votar por este proyecto. Venimos a resolver”.
Tal parece que existe una infestación de conductas
similares entre los cabecillas del Socialismo del Siglo XXI. Chávez se suma a
las quejas que durante sus casi dos décadas y media de “gobierno” se han estado
escuchando, al menos en lo referente a las calles y carreteras de Venezuela,
aunque omite hablar o quejarse de la inseguridad o del desabastecimiento que se
vive en el país. Raúl Castro se queja también de los errores que se cometieron
en cinco décadas de gobierno castrista. El primero lo hace como interés de
campaña electoral; el segundo para ganar tiempo y fabricar esperanzas, nuevas
esperanzas llamadas a ser solo cantos de sirenas.
Tuvo Chávez, como hiciera ver Capriles, 14 años para
resolver los acuciantes problemas presentes en la sociedad venezolana,
¿necesitará 14 años más para ello? Raúl Castro quizá necesite medio siglo más
para componer el desastre que el “gobierno” de su hermano y de él mismo
generara a lo largo y ancho de todo el territorio nacional; ¿necesitará
producir mucha moringa y criar muchos cuys para solucionar el desabastecimiento
de alimentos que sufren los cubanos?
Según una propaganda televisiva de la campaña chavista un
hombre afirma que primero está Dios y después su comandante, haciendo de Chávez
un sustituto de Jesucristo. El mesías que no hace milagros y que todo lo que
toca se transforme coprológicamente.
Vale la exhortación de Capriles; por qué, en lugar de
quejarse, lo mejo que Chávez pudiera hacer es votar por el proyecto que impulsa
Henrique Capriles. Vale también el consejo para el generalito que detenta el
poder en Cuba, en lugar de quejarse de los burócratas y tratar de ponerle
curitas de mercurocromo al sistema con reformitas de mentirillas, lo que mejor
pudiera hacer sería llamar a la formación de partidos independientes y convocar
a elecciones libres y transparentes para que los cubanos decidan soberanamente
qué camino emprender.
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