Mario J. Viera
Muchos
de los que analizan la realidad cubana desde la distancia califican al general
designado para el cargo de Presidente de Cuba, Raúl Castro, como un hombre pragmático.
Si el cinismo, si el desprecio hacia todo un pueblo es pragmatismo, entonces,
el segundo de los Castro es realmente un tipo bien pragmático.
¿Cómo
enjuiciar el discurso que el general de gabinete pronunciara en Guantánamo en
conmemoración del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes,
hace ya 59 años?
Luego
del discurso de ese halcón decrépito del comunismo criollo, José Ramón Machado
Ventura, el general sin batallas no pudo aguantarse y subió al podio, no para,
según dijo, pronunciar un discurso sino “a
darle un saludo a todos los que están aquí y a todos los que están en la
provincia de Guantánamo y a todo el país”. Con “los últimos recursos” que
le quedan, dijo estaba hablando. Mejor se hubiera guardado sus últimos recursos
y quedar callado.
Comenzó
a improvisar. No era un discurso elaborado con anterioridad, al menos en eso se
le puede considerar de natural. ¡Ah, expresó su amor por todo el país, por toda
la América Latina, por todo el Caribe! Allí, dijo, “donde vibra la tierra, o como dicen con orgullo los santiagueros y los
guantanameros, aquí tiembla la tierra porque los hombres no tiemblan”; todo
ello para resaltar la leyenda de la invencibilidad de Fidel Castro: “Con orgullo el otro día estaba viendo los
cientos y cientos de kilómetros que caminó Fidel desde el desembarco del Granma
hasta que en la batalla de Guisa ya
se motorizó, hasta llegar triunfante a Santiago de Cuba”, olvidando decir
que ya desde entonces el gobierno de su hermano pretendió hacer que no solo la
tierra, sino todos los cubanos temblaran ante el temor del paredón de
fusilamiento, ante la condena a largas penas de prisión, ante el temor de la
delación oculta y furtiva.
“Estamos al tanto de todos los problemas que
confronta el país, que confronta la población”, afirma luego como si
quisiera referirse a una justificación. ¡Por supuesto que sí! Lo sabe
perfectamente, sabe que los salarios son ridículos y que toda la población por
esos ingresos se encuentra en el nivel de la extrema pobreza. Pero él no admite
la culpa que le corresponde; más bien es la propia población la culpable de la
miseria que carcome a todo el país, sí porque “mientras no avancemos en la producción y en la productividad, empezando
por aquellas tareas que están en la mano, que se pueden lograr, como es la
producción de alimentos para ahorrarnos miles de millones de dólares en
importación, no se podrán producir aumentos salariales”.
La
productividad, quizá debiera conocerlo el general Presidente, es una relación
matemática que relaciona la producción con los recursos empleados para su
obtención. La productividad se alcanza con el empleo de una alta tecnología,
con una fuerza de trabajo calificada, con la organización del trabajo productivo
y de los recursos, con condiciones adecuadas de trabajo, factores todos estos
de los que se carece dentro de las empresas estatales, no por causa de los
trabajadores. La deficiente gestión empresarial propia del socialismo es el
principal factor en contra de la productividad.
¿Cuánto
hay que esperar dentro de las estructuras de las ‘actualizaciones” que emprende
Raúl Castro, para obtener altas producciones de alimentos? Las relaciones de
propiedad de la tierra, de la comercialización de los productos agropecuarios,
del uso de los insumos necesarios para hacer producir a la tierra, en Cuba son
precisamente un freno al desarrollo de una agricultura y ganadería eficientes y
competitivas.
Con
gran desparpajo el general reconoce que “los
mismos médicos ganan muy poco” para luego agregar sin ningún recato, “pero así estamos todos”. ¿Todos? Los
médicos cubanos no solo ganan poco, menos que otro galeno que viva en cualquier
país del llamado Tercer Mundo, sino que además viven en condiciones más
lamentables que aquellos. Recargados de trabajo por la ausencia de miles de
médicos enviados a servir en otros países, enfrentados al estrés del día a día,
obligados a moverse en el agobiante transporte público para concurrir a las
clínicas y hospitales donde laboran. No todos están así.
La
alta jerarquía comunista no vive en esas condiciones. Disfrutan su vida de
placeres con hermosas residencias que fueron incautadas a la burguesía de Miramar
y el Nuevo Vedado, poseen empleados de servicios, no se ajustan a las normas de
una libreta llamada de abastecimiento; vacacionan en las mejores playas del
país y todo con cargo al erario público. “Pero
vivimos y mantenemos esta revolución por más de medio siglo, que es la gran
proeza del pueblo cubano”. La gran proeza del pueblo cubano es haber
soportado durante 53 años a una banda mafiosa que se ha adueñado del país y le
ha reducido a la condición de mísero proletario sin derecho alguno para
reclamar mejoras, exigir salarios decorosos y viviendas salubres.
Haciendo
un resumen de la historia de la República con los dogmas oficiales que
presentan a Cuba como una factoría gringa, acusa a los Estados Unidos y a la
prensa internacional de pretender y de estar creando las bases para que en Cuba
“un día suceda lo de Libia, suceda lo que
pretenden hacer con Siria en el momento actual del decursar (sic) de la humanidad”.
Le
preocupa al general un estallido popular al estilo de lo sucedido en la Libia
bajo el poder de Gadafi y su trágico fin; le preocupa al general el estallido
de la población de Siria contra el tirano Asad, dos buenos amigos del
castrismo; mas se equivoca, la rebelión en Libia, en Túnez, en Egipto, en Siria
no fueron resultado de la alianza de los medios internacionales y Estados
Unidos, las causas de esos enfrentamientos están en el actuar dictatorial de
esos gobiernos, en el desprecio hacia los derechos de sus pueblos, las mismas
causas presentes en Cuba bajo el castrismo que pueden potenciar una respuesta
airada en ese mismo pueblo que el general dice es “un poco revencú”. Cierto es
como dice el general “somos un poco revencudos”,
un poco protestones y exigentes y ya la paciencia popular comienza a notarse
que está llegando a su límite.
Aunque
asumiendo su característica prepotencia vuelve a hacerle un guiño a los Estados
Unidos invitándole a un diálogo: “El día
que quieran, la mesa está servida. Ya se le ha dicho por los canales
diplomáticos corrientes. Si quieren discutir, discutiremos”. Repite: “Discutimos todo lo que quieran, de Cuba y de
los Estados Unidos”. Para no quedar como muy flojo, poco digno de la
virilidad del hermano mayor aclara: “Mientras
tanto aquí estamos. Con más cosas o menos cosas, pero aquí estamos. Y siempre
con la caballería lista por si acaso”. ¿Qué caballería, compadre? Un
armamento obsoleto, un ejército que comienza a dar muestras de corrupción, con
una oficialidad de nivel medio disgustada por las dificultades existenciales
del cada día y sin el apoyo de una potencia nuclear que les respalde sus
bravatas de guapetón de barrio, poco puede hacer su caballería, a no ser que se refiera a las bandas de rufianes que
organizan para asediar y agredir a los opositores intentando torpemente
desestimular un estallido de protestas como en Libia y Siria.
Aunque
asegura que su gobierno no tiene “ningún
interés en hacerle daño a nadie” asegura que sabrá defender al pueblo
aunque hay que preguntarse a que pueblo se está refiriendo, porque al cubano,
ese está en total desamparo. Quizá el pueblo que dice defender sea esa parte
compuesta por esquiroles y antisociales de las brigadas de respuesta rápida y
ese pueblo “se defiende y ya sabe
hacerlo. Aquí no hay que decirle a nadie lo que tiene que hacer. Aquí todos
sabemos lo que tenemos que hacer en cada circunstancia”. Es decir aporrear
a cualquiera que proteste, acosar a cualquier osado que se decida por la
crítica a pleno pulmón, y lo saben hacer muy bien con el apoyo tras sus
espaldas de la policía y de los oficiales gestapistas de la Seguridad del
Estado.
Ya
el tiranuelo está avanzando como será la celebración del 60 aniversario del
asalto al Moncada, pero ¿Quién sabe? En doce meses pueden ocurrir muchas cosas
y quizá para entonces no haya un Machado Ventura, ni un Raúl Castro que puedan
celebrar tal aniversario si acaso hubiera la posibilidad de conmemorar entonces
la tal fecha.
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