lunes, 23 de julio de 2012

Un día muy duro para Cuba


Miguel Saludes. CUBANET

Como una avalancha llegó la noticia terrible de la muerte de Oswaldo Payá Sardiñas ocurrida este domingo 22 de julio en el oriente de Cuba. La tristeza de la comunicación me sorprendió justo en el momento de alegría por un reencuentro largamente esperado. Minutos antes de conocer el doloroso hecho me disponía a abrazar a  Omar Rodríguez Saludes del que me despedí personalmente hace poco más de siete años en una cárcel cubana.

Según las primeras informaciones la tragedia ocurrió a consecuencias de un fatal accidente de tránsito. Un choque en el que el resultó impactado el auto donde viajaba el líder del Movimiento Cristiano Liberación junto a dos ciudadanos españoles y el joven Harold Martínez , miembro de la organización disidente.

¿Accidente fortuito o macabro asesinato? Muy pronto para asegurarlo pero no para pensar en la segunda opción como la de mayor posibilidad. Algo que será difícil de comprobar aunque no disparatado el intuir. No es la primera y ojalá sea la última de extrañas muertes, muy oportunas para el régimen que se desgaja en sus fundamentos. Unos por virus, otros por ahogamiento y enfermedades y ahora por accidentes de tráfico.

Cierto que la muerte no tiene preferidos. No distingue entre buenos o malos, inocentes y culpables. Figuras destacadas o gente común. Tampoco entre creyentes y ateos, ni en disidentes o adeptos. Es quizás el evento más imparcial que incida sobre la existencia humana. Pero hay situaciones donde la duda es permitida y especular no es aventurarse en el equívoco.

Oswaldo Payá era una de las voces y las posturas más ecuánimes, coherentes y verticales de la oposición cubana. Se podía discrepar de sus ideas, proyecciones y hasta de la manera de concebir estrategias de lucha del movimiento que fundó. Para lo que no había espacio en la duda era para su integridad y entrega en la causa democratizadora de Cuba.  Y esas características son temibles para un régimen que a toda costa hace esfuerzos por mantenerse inamovible, y cuando no queda otra alternativa hace cambios a su medida y conveniencia. Con Oswaldo no había espacio para esa maniobra.

Si bien no se puede afirmar aún con total certeza que el sistema llegara a soltar los resortes siniestros que terminaron en provocar esta muerte, queda abierta  la puerta de una sospecha fundamentada. Por el momento, tal como declaré al Editor de Noticias de Cubanet,  la oscuridad más absoluta reina sobre la desaparición física de Payá y Harold. Con ello ha perdido Cuba. Perdió el Movimiento Cristiano Liberación su figura más emblemática. Perdió la sociedad que se debate por salir hacia la democracia en momentos críticos y perdió el exilio cubano al quedarse sin una de las referencias más preclaras e íntegras del movimiento opositor en la Isla.  Por ello nuestras condolencias a la familia de Harold y Oswaldo se hacen extensivas a la de esa grande a la que no estamos unidos por sangre o apellidos sino por nuestra condición de cubanos.

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