Angel Oropesa. EL UNIVERSAL
Uno de los primeros autores en Venezuela en estudiar con
profundidad el tema de la responsabilidad percibida de los gobiernos, fue el
tempranamente fallecido profesor Arístides Torres. Torres estudió la percepción
de la población sobre si los gobiernos se ocupaban de los problemas de la
gente, o más bien privilegiaban la satisfacción de sus propios intereses. Sus hallazgos indican cómo desde 1973,
comenzó a operar en el país un paulatino
deterioro en la percepción sobre la responsabilidad del sistema político. De
hecho, para ese año, el 72.8% de los venezolanos pensaba que los gobiernos se
ocupaban de los problemas de la ciudadanía; este porcentaje disminuye para 1983
(10 años más tarde) y se sitúa en 65.8%, y para 1988 sólo el 50.3% manifestaba
creer que los presidentes gobernaban para ellos. Esto constituía una evidencia del deterioro
en la confianza sobre la responsabilidad de los gobiernos de la época, y fue tomado como uno de los primeros
síntomas del agotamiento del modelo iniciado en 1958.
Una de las condiciones de legitimidad de los gobiernos es
justamente la convicción de los ciudadanos de que sus autoridades se preocupan
por ellos, que les importa. Si no es así, ¿cuál es el sentido de tener un
presidente? Viene al caso esto a propósito de la afirmación del
actual mandatario venezolano, quien a voz en cuello y de manera repetida como
para que no quedase ninguna duda volvió a aclarar el jueves pasado,
textualmente, que "aquí lo único que importa es Chávez".
El mismo día de tan humilde exclamación, la prensa nos
anunciaba la obscena cifra de 9.510 personas asesinadas sólo en el primer
semestre de 2012 (casi 10% más que en el mismo período del año pasado), lo que
se traduce en la escalofriante tasa de 52 asesinatos por día. Ya sabemos que Caracas ha sido ubicada como
la 6ta. ciudad más peligrosa del planeta.
Y es lógico que sea así, cuando el encargado de que estas cosas no
pasen, nos grita extasiado que eso no importa, que "aquí lo único que importa
es Chávez".
Hoy en día, 8,8 millones de venezolanos no tienen
vivienda propia, y otros 5,7 millones
viven en inmuebles en mal estado.
En total, 14,5 millones de personas en el país tienen necesidad habitacional. De
cada 2 venezolanos, 1 no tiene alojamiento adecuado o vive arrimado o hacinado,
o en ranchos o albergues de alta precariedad. Pero si analizamos bien, eso
también es lógico, porque "aquí lo
único que importa es Chávez".
Hoy, más del 45% de la población económicamente activa se
encuentra en condiciones de informalidad. El 40% de los niños entre 3 y 6 años
no asiste al pre-escolar y al menos 30% de los menores de 3 años necesitan
protección alimentaria y de salud. El
promedio de educación de los venezolanos incorporados al mercado laboral se
mantiene cerca del 8vo grado, cuando se requiere como mínimo el grado de
bachiller para obtener un empleo adecuadamente remunerado. Cada año 200 mil
estudiantes que no pueden pasar de 6to a 7mo grado, salen del sistema
educativo. Entre un millón y un millón
doscientos mil jóvenes ni estudian ni trabaja. Más del 60% de los empleos son
precarios, lo que condena a muchas familias a vivir con lo justo, cuando no en
clara situación de pobreza.
La mortalidad materna ha aumentado 18% con respecto al
año 1998. Cada año mueren casi 400 mujeres por causas relacionadas con el
embarazo y el parto. Casi 25% de los niños entre 2 y 14 años presentan en
Venezuela algún grado de desnutrición importante, según las últimas cifras
oficiales disponibles. Pero si usted se detiene un segundo, entenderá que es
normal que eso sea así. Total, quien es el responsable de que estas cosas no
ocurran, está convencido que esa tarea no es primordial. Por el contrario,
"aquí lo único que importa es Chávez".
Cuando Dios le libre usted caiga enfermo y se vea en la
necesidad de acudir a cualquier hospital público, y le digan que no lo pueden
atender porque o no hay equipos, o no hay cama, o el pobre médico no pudo venir
a trabajar porque anoche lo asaltaron saliendo de la guardia, en el fondo
entienda que es imposible que eso no sea así, cuando quien tuvo todo el poder y
el dinero para que la realidad fuera diferente, grita y repite que aquí lo
único que importa es él.
Y cuando salga mascullando su tragedia y su indignación,
y piense que así no debería ser, que lo importante es usted, es su familia, es
el país, y no el mandatario de turno, piense también que el cambio de rumbo
está en sus manos. Y depende de usted, no de los gritos narcisistas del otro.
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