En las sesiones de la
Asamblea Nacional del Poder Popular ni siquiera ha habido un voto discordante
respecto a las propuestas del gobierno (un verdadero record de unanimidad), ni
debates serios y democráticos sobre la catastrófica situación nacional.
Oscar Espinosa Chepe.
CUBANET
Las supuestas elecciones de los
diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular y los delegados a las 14
asambleas provinciales se realizarán el próximo 3 de febrero. Esta obra teatral se inició con los comicios
para elegir los delegados municipales, celebrados el 21 de octubre. Estos
fueron organizados, como es tradicional, fundamentalmente por los Comités de
Defensa de la Revolución (CDR), representación de la Seguridad del Estado a
nivel de cuadra, con la tarea central de la observancia de la disciplina
revolucionaria. Los CDR están facultados para conceder “avales” para obtener
puestos de trabajo en el turismo, empresas mixtas y otros lugares
ansiados; matrículas en determinados
centros de enseñanza y otros asuntos decisivos
para cualquier persona en Cuba.
Los ciudadanos que no sean miembros de esa temida organización o se
muestren apáticos a las tareas asignadas por ella es poco probable que puedan progresar en la
sociedad cubana, por el contrario, con una oculta negativa, una familia
completa puede hasta perder lo obtenido,
por lo cual la mayoría de los vecinos procuran mantener las mejores
relaciones con los CDR para no perjudicarse, aunque no se sientan afines al
gobierno.
En estas condiciones son elegidos los
candidatos a delegados municipales a mano alzada, en asambleas organizadas por
la pretendida “organización de masas no gubernamental”; sin existir ningún debate previo sobre los
programas que se proponen realizar si
fueran elegidos, ni mucho menos exponer
análisis serios acerca de la grave situación nacional existente u opinar sobre
el poder omnímodo ejercido por el Partido Comunista (PCC). En un ambiente de miedo y coerción, nadie se
atreve a levantar sus brazos para apoyar a una persona que pudiera considerarse
ligeramente liberal. Por eso no
sorprende que la inmensa mayoría de los candidatos designados sean miembros de
las fuerzas armadas o militantes del PCC.
El proceso continuó con las propuestas
de la nominación de diputados y delegados provinciales, conformadas por las
Comisiones de Candidatura integradas por la Central de Trabajadores de Cuba
(CTC), Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres
Cubanas (FMC), la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), la
Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) y la Federación
Estudiantil Universitaria (FEU). Dichas
comisiones deberán ser presididas por la
CTC. De acuerdo con lo establecido, un 50,0% de los seleccionados proceden de
los delegados municipales recién electos y el 50,0% restante usualmente
responde a los niveles superiores del PCC y el gobierno.
Para las elecciones del 3 de febrero
se propusieron 612 candidatos a diputados y 1269 a delegados provinciales. Está claro que estas comisiones resultan
fieles instrumentos del PCC y ejecutan sus directrices, en particular en la
selección de los “candidatos”, escogidos fundamentalmente por el grado de
sometimiento o la existencia de relaciones estrechas con los máximos dirigentes
del país. De esa forma los ungidos, al carecer de contrincantes y haber sido
ratificados por las 168 asambleas municipales del Poder Popular el 16 de
diciembre, de hecho ya han sido “elegidos muy democráticamente”, con lo cual
las pretendidas elecciones del 3 de febrero no son más que opereta burlesca,
con la lamentable participación de amplios sectores ciudadanos que, citados
oficialmente por los CDR y temerosos de significarse, acuden a los centros de votación para ejecutar un acto
que conocen de antemano es una pura farsa.
Por consiguiente, resulta evidente la
carencia de legitimidad de la Asamblea Nacional y las demás instancias del auto
titulado Poder Popular. En las sesiones de esta Asamblea, creada en 1976, ni
siquiera ha habido un voto discordante respecto a las propuestas del gobierno
(un verdadero record de unanimidad), ni debates serios y democráticos sobre la
catastrófica situación nacional. Sin
embargo, si ha sido abundante la genuflexión y la falta de decoro por parte de
quienes, según la actual Constitución, son miembros del “…órgano supremo del
poder del Estado”… y supuestamente “…el único órgano con potestad constituyente
y legislativa en la Republica”.
Como resultado, no es casual la falta
de interés de la población sobre la escenografía que se pretende presentar como
verdaderas elecciones, cuando son en realidad colosales burlas, peores incluso
que las farsas electorales organizadas por la tiranía de Batista. Quienes participen de una u otra forma en
esta estafa, asumen una gran responsabilidad histórica y recibirán en un futuro
no muy distante igual desprecio que quienes se prestaron a las indecentes
manipulaciones electoreras realizadas en los años 50.
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