Mario J. Viera
El periódico digital Diario de Cuba, en su edición del 18 de diciembre, dedica un espacio para reportar la iniciativa, propuesta por la Oficina de Washington sobre Latinoamérica (WOLA, por sus siglas en inglés) y el Centro para la Democracia en las Américas al presidente electo Joe Biden, para el impulso de una nueva política de compromiso de Estados Unidos con Cuba.
En esta edición, Diario de Cuba colocó un link para el acceso al documento, editado en pdf. Un documento que, a no dudar, generará un amplio debate, dado el conjunto de sus propuestas. Es creíble considerar que, las organizaciones ultraderechistas del exilio cubano, de entrada y sin ahondar en esas propuestas, demonizará el Proyecto. Otros, también sin el empleo de un análisis sin prejuicios, lo aplaudirán. Sin embargo, debemos analizar la propuesta, sin posiciones pre condicionadas, para considerar lo que de positivo o negativo hay en la misma.
Intentaré un análisis lo más objetivo que pueda sobre las bases teóricas sobre las que se asientan las propuestas ofrecidas en el proyecto.
Estados Unidos y Cuba, ¿Una nueva política de compromiso? De acuerdo con el Proyecto, la respuesta es afirmativa; una nueva política de compromiso con Cuba “que sirva a los intereses estadounidenses y a los del pueblo cubano”.
El primero de sus fundamentos teóricos, critica la “política de hostilidad y confrontación” que contra Cuba mantuvo Trump, sin resultados favorables en la situación de los derechos humanos en Cuba. Este tipo de política, de acuerdo con los autores del proyecto, agudizó “la mentalidad de asedio del régimen, le dio una excusa para la represión de los disidentes y otras voces independientes, y proporcionó un chivo expiatorio conveniente para el empeoramiento de la economía de Cuba”. Algo a lo cual en diferentes comentarios me he referido. Ahora bien, la propuesta agrega algo, con lo cual no coincido en sentido general: “Una estrategia de compromiso puede eliminar esas excusas, crear un entorno internacional que haga beneficioso para los líderes cubanos permitir una mayor libertad política y económica en la isla, y fomentar una sociedad civil más vibrante que, con el tiempo, presionará por el cambio”. Esto último es una simple verdad de opinión, un supuesto sin base lógica en la mentalidad política de los líderes de un estado totalitario. El régimen, jamás estará dispuesto a entrar en un estado de perestroika y glasnost porque ya tienen la experiencia de lo ocurrido en el bloque comunista de la Europa oriental; porque desde el mismo instante cuando permitan “una mayor libertad política y económica en la isla” el poder se le escapará de sus manos.
El segundo fundamento teórico, se refiere a la ya muy manida propuesta del contacto pueblo a pueblo. Es muy cierto, sin lugar a dudas, tal como se expresa en este punto que “los contactos entre personas benefician a la gente de ambos países, especialmente a las familias cubanas y cubanas americanas con familiares a ambos lados del Estrecho de Florida”. Ahora bien ¿qué decir de las conexiones culturales entre Estados Unidos y Cuba, de las que dicen “se remontan al menos a 150 años”? Sobre esto hay mucha tela que cortar; en ese intercambio cultural ¿autorizaría el régimen a artistas e intelectuales independientes de la isla formar parte del intercambio cultural? ¿Permitiría que artistas como los más de trecientos que se plantaron el pasado 27 de noviembre ante el Ministerio de Cultural con propuestas de libre arte, formar parte de ese intercambio cultural? ¿Sería esto así? Solo los intelectuales y artistas identificados con el régimen cubano serían quienes tendrían la autorización para viajar a Estados Unidos en intercambio cultural.
Se afirma, y es cierto, que “la administración Trump hizo todo lo posible para cortar estas conexiones”; pero no es cierto que cortar las conexiones culturales entre ambas naciones infligiera “serias dificultades económicas al pueblo cubano”. Aunque está demostrado que los turistas no influyen en la cultura democrática de un determinado país, si es cierto lo planteado en el proyecto: “Los visitantes extranjeros ponen dinero directamente en manos de los cubanos a través de restaurantes privados, taxis independientes y alquileres de habitaciones privadas. Ningún otro flujo económico internacional, excepto las remesas, tiene un beneficio directo e inmediato para el nivel de vida de las familias cubanas”. Pero la conclusión que se extrae de este enunciado no necesariamente esté en relación directa con la propuesta del Proyecto: “Una relación vibrante de la sociedad civil empoderará al pueblo cubano y sentará las bases para una reconciliación duradera”; pareciera lógica, pero en Cuba la lógica funciona de otra manera.
Esa denominada sociedad civil, si se trata del sector denominado “cuentapropista” siempre estará estrictamente controlado por medio de regulaciones legales limitantes de sus actividades y operaciones, y sometidos a una política fiscal de gravámenes.
La tercera propuesta es todo un dechado de ilusiones, algo así como “un debiera ser” sin tomar en cuenta la realidad de un estado totalitario limitante de la libre economía y aferrado al principio del sistema de planificación centralizada de todo el sector de la producción y los servicios:
“Cuba y los Estados Unidos son socios económicos naturales en virtud de su proximidad. Al aliviar las restricciones al comercio y la inversión con el sector cubano no estatal y con las empresas estatales que producen bienes y servicios que benefician directamente al pueblo cubano, el gobierno de los Estados Unidos puede ayudar a fomentar la prosperidad y una mayor libertad económica. Cuba está experimentando un proceso de reforma económica, avanzando lentamente hacia una economía más abierta, un cambio que Estados Unidos debería favorecer, alentar y apoyar”.
¿Qué el gobierno de los Estados Unidos puede ayudar a fomentar la prosperidad y una mayor libertad económica en Cuba? ¿Cómo? Según el proyecto, “aliviando las restricciones al comercio y la inversión con el sector cubano no estatal y con las empresas estatales que producen bienes y servicios”. Por supuesto esto sería lo aconsejable en una Cuba liberada del régimen dictatorial y totalitario que actualmente rige en Cuba. En la Cuba actual no es así. Lo primero que debería conseguirse es que el gobierno de Cuba eliminara las restricciones que impone sobre el comercio no estatal, algo que ha mostrado no sentirse interesado. Las tímidas iniciativas económicas que ha estado conduciendo el gobierno cubano, no pueden reconocerse como un verdadero proceso de reformas y mucho menos después de la implantación de las nuevas tareas de choque con relación a la reforma monetaria. Al régimen cubano no le interesa, para nada avanzar hacia una economía más abierta; eso no forma parte de su esencia fundamental.
La última de las propuestas teórica fundamentales de todo el Proyecto afirma con toda razón:
“A medida que la hostilidad y las sanciones económicas de Estados Unidos aumentaron durante la administración Trump, Cuba se ha vuelto hacia nuestros rivales globales, tal como lo hizo durante la Guerra Fría, Rusia y China han aumentado su asistencia económica y su inversión en Cuba y han comenzado a construir alianzas estratégicas”. Y también es cierto, aunque relativamente, cuando expone: “Estados Unidos tiene más en común culturalmente con Cuba y más para ofrecer económicamente que Rusia o China si perseguimos una política de compromiso”. Y es relativamente cierto, porque Estados Unidos no debiera, de manera unilateral y a cambio de nada, hacerle a la dictadura cubana demasiadas concesiones económicas; ni convertirse en su nueva vaca nutricia que le permita subsistir por más tiempo.
Los dos últimos párrafos de este último fundamento teórico constituyen todo un catálogo de falacias:
“Cuba está cambiando. Una nueva generación de líderes, nacida después de la revolución de 1959, está tomando las riendas del poder. En abril de 2021, Raúl Castro renunciará como Primer Secretario del Partido Comunista Cubano, renunciando a su último cargo oficial. La economía está cambiando. El proceso de reforma iniciado en 2011 se ha movido lentamente, pero se ha acelerado en el último año, creando una mayor diversidad económica y apertura. La sociedad civil está cambiando, impulsada en gran parte por la expansión de Internet, que ha permitido a las personas crear redes sociales virtuales que se están manifestando en reuniones del mundo real y, ocasionalmente, protestas.
“Los Estados Unidos pueden tener una influencia positiva en la trayectoria del cambio, pero sólo por estar comprometidos. Continuar con las políticas del pasado o simplemente modificarlas al margen, dejará a Estados Unidos fuera del juego, aislados de sus aliados, aislados de cubanos comunes y corrientes que no sean pequeños grupos de disidentes, y aislados de la nueva generación de líderes cubanos que darán forma al futuro de la isla”.
Ni Cuba está cambiando, ni tampoco su economía. Como tampoco es una esperanza de futuro el relevo generacional de los dirigentes del Partido Comunista de Cuba. Díaz-Canel, ha demostrado que puede ser tan ortodoxo como lo pudiera ser Machado Ventura. La sociedad civil, en Cuba es solo un nombre. No hay apertura, ya se está viendo lo que ocurre con el Movimiento San Isidro y el 27 de Noviembre; no hay sindicalismo independiente ni asociaciones de profesionales autónomas. ¡No existe una sociedad civil!
La propuesta de compromiso es todo un compendio de buenas intenciones; pero ya sabemos, como tanto se ha dicho, que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. Se trata de otro proyecto más, elaborado por personas de alto nivel académico, sin dudas, pero sin conocimiento práctico de la realidad cubana; sin el concurso de aquellos que están al corriente de esa realidad y conocedores de qué realmente es un estado totalitario, de qué es la persecución policiaca, las cárceles, los atropellos, lo que es la lucha día tras día para alcanzar el sueño de una sociedad abierta.
Sobre el resto de las propuestas y la hoja de ruta del Proyecto del Centro para la Democracia en las Américas y la Oficina de Washington sobre América Latina, me referiré en otra ocasión.
Excelente, nada que añadir, excepto que Diario de Cuba debería también publicar este escrito a modo de réplica cordial, si es que en verdad se quiere promover, desde el periodismo independiente y los medios digitales muchos de ellos beneficiarios de fondos federales de USA, un debate positivo para el futuro de Cuba.
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