James Carter es recibido por Bruno Rodríguez, Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Raúl Castro a su llegada a La Habana
Carter, ex presidente de los Estados Unidos está en Cuba para una visita de breves días. El gobierno de Cuba le había extendido la invitación. ¿Qué se oculta tras la amable invitación hecha por el gobierno del general Raúl Castro?
De acuerdo con una nota oficial del gobierno de Cuba, su estancia en el país “cumplimenta una invitación del Gobierno cubano y durante la misma se reunirá con el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, General de Ejército Raúl Castro”.
Los analistas políticos han opinado en general que la visita de Carter a Cuba está relacionada con el caso del subcontratista Alan P. Gross. En mi opinión este criterio no carece de fundamento.
La detención de Gross fue, a no dudarlo, una sugerencia de Fidel Castro con el propósito de lograr un medio de obtener la liberación de los cinco terroristas presos en Estados Unidos por actividades de espionaje. Objetivo fallado. Los cinco “héroes” del castrismo continúan tras las rejas.
Es evidente que Raúl Castro pretende enmendar el entuerto. Ya ganó experiencia utilizando un intermediario “aceptable” en la jerarquía católica de La Habana para quitarse la presión que la opinión internacional ejercía sobre su gobierno tras la muerte en una prolongada huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo, cediendo al reclamo de la liberación o excarcelación de los presos de conciencia, otra barrabasada del mayor de los Castro que debía ser resuelta “elegantemente”.
Carter ha sido el artífice de la política de la defensa de los derechos humanos; ha sido un hombre que ha estado dispuesto a dialogar con el castrismo, nadie mejor que él para echar tierra sobre el conflicto generado con la detención y sanción impuesta sobre Alan Gross.
No será inconcebible que algunos días después de que Carter regrese a los Estados Unidos, con un mensaje del general para el presidente Obama que se anuncie la anulación de la sentencia de 15 años dictada contra el judeo americano Alan P. Ross o su puesta en libertad atendiendo a consideraciones humanitarias.
Por supuesto que Raúl Castro tratará de influir en el ánimo de Jimmy Carter buscando que los cinco sicarios de su seguridad del estado sean excarcelados y devueltos a Cuba; algo sobre lo que este no tiene dominio ni competencia.
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