En tanto el ejército bien equipado y disciplinado del régimen de Muamar el Gadafi avanza implacable hacia Bengasi, bastión de la rebeldía libia, las potencias occidentales no acaban de tomar una decisión militar atrapadas en el principio de la legitimación que pueda ofrecerle una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La Liga Arabe aprobó ayer el establecimiento de una zona de exclusión aérea sobre Libia, mientras que Siria y Argelia intervienen en el conflicto en apoyo de Gadafi. El Consejo Nacional Libio de Transición ha afirmado que tiene pruebas de que Argelia envía aviones con mercenarios hacia Trípoli y Siria suministra armamentos para las tropas de Gadafi enviando barcos hacia el convulsionado país.
El acuerdo arribado por la Liga Arabe cumple una de las condiciones indispensables que exigen la OTAN y la Unión Europea para el empleo de medios militares. La otra condición exigida por Occidente es la aprobación de una resolución del Consejo de Seguridad que les permita tomar esa decisión. Sin embargo, tanto Rusia como China, con derecho de veto en el Consejo han declarado su oposición a cualquier tipo de acción militar extranjera en Libia.
Si la OTAN y Europa no se deciden a actuar ahora, esperando por una nueva reunión del Consejo de Seguridad y un largo debate dentro de ese organismo, los aviones, tanques y mercenarios al servicio de Gadafi podrán ahogar en sangre la rebelión. Occidente con sus escrúpulos legalistas habrá contribuido al fortalecimiento del sanguinario régimen de Trípoli.
El establecimiento de la zona de exclusión aérea no puede seguir dilatándose. Acción de guerra, por supuesto, pero impediría el uso de la fuerza aérea de Gadafi para bombardear las posiciones rebeldes y bloquearía la entrada de mercenarios vía aérea. Sería necesario que la OTAN estableciera un bloqueo naval sobre las costas libias para impedir el suministro de armas por parte de cualquier aliado externo de Gadafi.
Occidente debiera también emitir un fuerte llamado a Argelia y Siria de que se abstengan de cualquier tipo de colaboración militar con Gadafi.
Resulta imprescindible suministrar equipo militar a las fuerzas rebeldes que incluyan asesoramiento militar y armamento blidado.
El grito de libertad del pueblo libio no puede ser asfixiado por una decisión legalista de occidente.
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