jueves, 10 de marzo de 2011

Cuba: el rocambolesco relato del Wi-Fi “subversivo” y un supuesto ingeniero en telecomunicaciones.

Mario J. Viera. 



Una buena historia de intrigas y suspenso se puede crear con solo unos cuantos elementos enfocados convenientemente para hacer surtir el efecto deseado. Esto lo conoce muy bien cualquier escritor de novelas policiacas. Crear primero un ambiente de expectación, presentar un conflicto interesante y utilizar personajes centrales y circunstanciales para ir elaborando con cierta credibilidad el relato literario.
Maestros del género han sido Edgar Allan Poe, con su famoso relato “Los crímenes de la Rue Morgue”; Arthur Conan Doyle, del que destaca “El sabueso de los Baskerville”; Wilkie Collins, con su famosa novela “La Piedra Lunar”  y, por supuesto Agatha Christie y su maravilloso “El asesinato de Roger Ackroyd”; pero también ha habido autores mediocres que solo han producido verdaderas bazofias literarias.
El cine también ha recreado magníficos ejemplos de la novela negra como “El Halcón Martés” de John Huston; “El cartero siempre llama dos veces” del director Tay Garnett y “El beso de la muerte” de Henry Hathaway; por solo mencionar algunas de las más destacadas y claro sin dejar de mencionar a Alfred Hitchcock, el mago del suspense, con sus filmes “Vértigo (De entre los muertos)" y “North by Northwest” (Intriga internacional).
Ahora la televisión controlada, dirigida y censurada por el régimen castrista ha elaborado un verdadero bodrio en el que se mezclan elementos mal combinados de “La Piedra Lunar”, “Intriga internacional” y el propagandístico “En silencio ha tenido que ser”, para regalarnos un producto ridículo dentro del serial Razones de Cuba y que bien podría titularse “El misterioso caso del Wi-Fi subversivo y el temeroso bisnero alias Raúl”. El mensaje si no fuera tan siniestro pudiera ser considerado como risible; una verdadera bazofia televisiva y una burla a la inteligencia de los espectadores.
Entremezclando pasajes oratorios del gran usurpador, haciendo saltos desde el presente al pasado y haciendo desfilar por la pantalla a una coronel de la Seguridad del Estado haciendo declaraciones con la siempre idéntica prepotencia de los represores, unas breves palabras sin mayor significado de una capitana del Ministerio del Interior, el bla bla bla, con voz de cotorrita, de la directora del Departamento América del Norte del Ministerio de Relaciones Exteriores y la presentación de la nueva estrella de la inteligencia cubana, identificado como el agente encubierto “Raúl” y como ingeniero en telecomunicaciones, de nombre Dalexi González Madruga, se desarrolla la puesta en escena.
Dentro de un ambiente de cine negro comienza la intriga en torno a una supuesta agresión cibernética dirigida en contra del país; es decir, el “establecimiento ilegal de redes clandestinas en Cuba” con la pretensión, según los redactores del guión televisivo, de “conformar un sistema de comunicación paralelo y al margen de las instituciones y sus autoridades, que sea capaz de «levantar» al pueblo de Cuba, en tanto consigue apoyo en el exterior mediante las campañas que satanizan a su Estado”.
Este y no otro es el leit-motiv que anima al corto fílmico.
Para crear una atmósfera de actividad conspirativa se habla de una red ilegal de Wi-Fi para acceder a la internet a partir de un servidor externo. ¡Oh, terrible misterio! Las redes Wi-Fi se usan ampliamente en el mundo, están presentes en cualquier empresa y hasta en cualquier residencia particular. Simplemente se trata de un mecanismo de conexión inalámbrica entre varias computadoras y pueden acceder a la red por medio de una antena que le enlaza a cualquier otro servidor conectado a la internet.
Al culebrón castrista no le falta su héroe. Y el héroe habla ante las cámaras con ademanes nerviosos, como interpretando mediocremente el papel que se le asignara. Como que se trata de un bisnero que se dedicaba al ilegal negocio en Cuba de instalación de antenas parabólicas. Esto no es invento mío. En Cuba Debate refiriéndose al héroe y a los malos de la película se hace esta admirativa pregunta: “¿Acaso habrían pensado Marcos y Robert Guerra que el hecho de trabajar «por la izquierda» presuponía que él podía hacer algo en contra de su país?”
El tipo trabajaba “por la izquierda”, es decir, ilegalmente. Luego, agrega: “Se preguntó (el héroe) para sus adentros en qué podría auxiliarlo un extraño, si a él ya le iba bien con su «negocito de las antenas». ¡Nada, que la seguridad del estado lo pilló en conexión con alguien venido del “más allá” y le “convenció” para que  se convirtiera en el agente Raúl! Se entiende que ahora podrá continuar con su “negocito de las antenas” “por la izquierda”. Falta saber si habrán cándidos a quienes se les ocurra contratarle para la instalación de alguna nueva antena.
El bisnero seguroso
Se afirma que este héroe de la policía cibernética es un ingeniero en telecomunicaciones, pero salvo el uso de algún término propio de la computación, parece que desconocía temas bien elementales al respecto. Según lo publicado por Cuba Debate, “Guerra le enseñó a entrar a sitios de la web sin acceso desde las conexiones nacionales, haciéndolo desde un servidor en el exterior”. Es decir hacer uso de un sencillo dispositivo de wireless o Wi-Fi algo de que cualquier adolescente en los Estados Unidos sabe hacer.
El "tenebroso" Robert Guerra
Además, algo que dice le llamó la atención fue que el “tenebroso’ Robert Guerra le preguntara «si desde su azotea, en una loma de la Víbora, se divisaba la Sección de Intereses de Estados Unidos». Por supuesto, el comentario es útil para insinuar una complicidad de la Sección de Intereses de los Estados Unidos con siniestros conspiradores cibernéticos al “servicio del imperio” pretendiendo derrocar el “paraíso del proletariado.
El ingeniero, como tal debiera conocer que el dispositivo que hace de puente entre la red cableada y la red inalámbrica es el Access Point o punto de acceso, o AP que es como la antena con la que se capta la conexión. El alcance de la señal de una red Wi-Fi está condicionado por varios factores, tales como la potencia del Punto de Acceso, la potencia del accesorio o dispositivo Wi-Fi por el que se realiza la conexión, los obstáculos que la señal tenga que atravesar (muros o metal) y,  cuanto más lejos (linealmente) quiera llegar, más alto se deberá colocar el Punto de Acceso, por esta razón muchos de los actuales APs que se comercializan libremente vienen preparados para poderlos colgar en la pared.
Fue por esto que Guerra le pregunta si desde la azotea de su casa, altura, se observa la Sección de Intereses, para lograr captar la señal del servicio de internet que posee la misma, no para transmitir informaciones de inteligencia.
Cuando me mudé para Port Charlotte y mientras no tuviera el servicio telefónico o de cable para conectarme a internet usé el Wi-Fi, para acceder a la red utilizando la señal de los servidores más próximos. Ahora conectado al cable, las PCs mía y de mi hijo se conectan entre sí por la misma vía.
Pero hay algo más que ninguna película de espionaje puede omitir: el empleo del código encriptado. Yoany Sánchez se refiere certeramente a este aspecto: “En el último capítulo de la saga orwelliana que ponen en la tele ─ anota Yoany ─, vimos un joven de rostro atemorizado contando cómo un turista le regaló unos programas de encriptación de datos. Probablemente, muchos de ellos se pueden descargar de manera abierta y gratuita en centenares de sitios webs y son usados por ciudadanos y empresas —de todo el mundo— para salvaguardar sus datos de los curiosos”.
Ciertamente estos programas se obtienen gratuitamente de muchos sitios de internet y nadie se asusta de ello. Uno de los programas de encriptación más populares es TrueCrypt. Diego Fraga, en la página digital Bitelia, señala:
“En las aplicaciones privadas y cerradas siempre nos quedará la duda de si tenemos totalmente el control de nuestros datos, si están seguros o si habrá puertas traseras o si existirá algún fallo (conocido o no) que pueda exponer nuestros datos y, en el tema de la seguridad es algo muy importante. En el caso del software libre (que es el de TrueCrypt) el código está a disposición de todo el mundo y, aunque no sea importante para todo el mundo, siempre supondrá un paso por delante del software privativo”.
En la página OpcionWeb.com se dice: “La seguridad y la privacidad de los datos son dos valores cada vez más importantes, sobre todo ahora que los dispositivos para transportar la información son cada día más pequeños y tienen una gran capacidad de almacenamiento.
El pendrive (dispositivo USB) o las memorias de almacenamiento se han convertido en una herramienta de uso diario y determinados ficheros o incluso particiones no me apetece que sean leídas por ojos no autorizados. Con TrueCrypt se puede encriptar un fichero, una partición o unidad entera automáticamente, en directo, ofreciendo una unidad real, no un fichero encriptado que gestiona la información”.
Y Yoani Sánchez, en coincidencia con este criterio, dice:
“Si mal no recuerdo, desde que era niña me contaron que Fidel Castro escribió con zumo de limón —en la cárcel— fragmentos del alegato conocido como La Historia me absolverá. No veo una real diferencia entre burlar a los carceleros de Isla de Pinos con una caligrafía invisible —que al contacto con el calor brotaba de las páginas— y el acto de utilizar TrueCrypt para alejar a los fisgones. En ambos casos, el individuo sabe que el cerco represivo no permitirá que su voz viaje lejos si no está camuflada; está convencido que un estado autoritario hurgará sin pudor en su vida para arrancarle el último reducto de intimidad y misterio que aún le queda”.
Para los represores que organizaron el chapucero programita televisivo, el empleo de las redes Wi-Fi y la encriptación de información es un arma de subversión creada por los Estados Unidos dirigida a soliviantar a las masas. Dentro de ese concepto, muy particular y cargado de paranoia, Cuba Debate afirma: “No es algo inventado por un novato. Es un modo de hacer escrupulosamente estudiado por los servicios de inteligencia estadounidenses, y probado ya con buenos resultados en las llamadas revoluciones de colores en algunos países del Este europeo y en Irán. Así se propaló el cuestionamiento al triunfo de Mahmud Ahmadineyad tras las elecciones del 12 de junio de 2009, y se soliviantó a la ciudadanía convocándola a manifestarse, mientras se presentaban esas protestas ante la opinión pública internacional como expresiones de descontento ‘espontáneas’”.
Concluyendo a continuación:
“Más recientemente ese modo de actuar se evidenció durante los levantamientos populares en algunos países de Oriente Medio y el Norte de África”.
El miedo que la dictadura de los Castro siente por el flujo libre de información y comunicación, que pueda traducirse en una masiva protesta popular, es lo que se esconde en el ridículo programa con el que pretende hacer creer que existe una conspiración, una actividad de espionaje, de la que no se librará la oposición y que está concebida para desestabilizar al país y consecuentemente arruinar los intereses particulares de su parasitaria elite gubernamental.
Al bisnero trasmutado en agente secreto, luego de aparecer temblorosamente en la TV le hicieron un homenaje en el que participaron, comunistas de cuadra, chivatones de manzanas y algún que otro vigilante seguroso. Ahora, ya no tan nervioso, el héroe del folletín según dijo Cuba Debate que le dijo a los jóvenes: “Les voy a dar un consejo, no se dejen engañar. Las tecnologías cambian y cambian, cada día son más sofisticadas. Pero lo que no puede cambiar es la dignidad”.
Estamos de acuerdo. La juventud cubana no puede dejarse engañar por la propaganda castrista y aunque las tecnologías cambien, lo que no puede cambiar es la dignidad de sentirse merecedores a la libertad y no la “dignidad” de bisneros que dicen que son ingenieros y se entregan como instrumentos ideológicos de una tiranía.

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