La oposición noviolenta al
castrismo
Mario J. Viera
Anexo
Amigos, Aliados y
enemigos
Dedicatoria
Dedicado
es especial a mis hermanos del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, afiliado a
la Fundación Andrei Sajárov y en especial a Lázaro González Valdés y Lázaro
García Cernuda que ocuparon la Presidencia de este Partido. Extiendo también
esta dedicatoria a valiosos amigos que compartieron luchas y penas comunes,
como Victoria (Vicky) Ruiz Labrit, Juan Jose López, Aurora García Del Busto, Efren
Pulgaron, Maria Del Carmen Carro Gómez (EPD), Celia (Celita) Jorge (EPD), Rolando
Yyobre, Roberto De Miranda, Pedro Argüelles, Amarilis Cortina Rey, José A.
Fornaris, Leonel Morejón Almagro...
Y...
En
honor de todos los que han sufrido persecuciones, prisiones y muerte y dedicado
sus vidas al rescate de las tradiciones democrática y constitucionales de Cuba
desde 1952 hasta la fecha.
INTRODUCCION
Cuando se analiza la historia del movimiento opositor
pacífico en Cuba, se pueden distinguir cuatro etapas debidamente diferenciadas.
La primera, es la correspondiente a la de los iniciadores, 1988 hasta el 1990
cuando se produjo la Crisis de las
Embajadas; la segunda etapa, es la que transcurre desde 1990 a 1996 cuando quedó
abortado el intento de acción opositora coordinada que representó el foro de Concilio Cubano; la tercera etapa, se
encuadra entre los años 1996, año de Concilio Cubano, y el 2003, año de la Primavera Negra de la oposición cubana.
La Cuarta etapa es la actual, iniciada tras la Primavera Negra.
Cada una de esas etapas ha tenido sus propias y distintivas
características. Y en cada una de ellas la relación oposición interna/exilio ha
tenido diversas formas de colaboración; desde una labor de cooperación y apoyo,
hasta una de intromisión y control de las organizaciones internas por parte de
organizaciones de exiliados definidamente de corte derechista, sostenidas por
jugosos grants federales, y estrechamente vinculadas con dirigentes del Partido
Republicano de Estados Unidos.
La primera etapa fue el impulso civilista que generó el
Comité Cubano Pro Derechos Humanos, bajo el impulso de los vientos de
perestroika y glasnost. El movimiento disidente se organizaba y se mostraba sin
ocultamientos. Fue la época del gran reto, del reto inicial al castrismo, sin
vinculaciones con los servicios de inteligencia de Estados Unidos, ni con
alguna organización de exiliados que le motivara, controlara y dirigiera.
A partir de 1991 la influencia del exilio comenzó a
sentirse en los grupos y organizaciones que se iban creando en la isla,
destacándose en este sentido la poderosa Fundación Nacional Cubano-Americana de
corte conservador y muy vinculada al partido Republicano de Estados Unidos.
Mientras en la primera etapa los principales impulsores de las organizaciones
civilistas defensoras de los derechos humanos se enmarcaban dentro de las
posiciones de izquierda o de centro derecha, en esta nueva etapa, los grupos
que se formaban en Cuba tendían, en lo general, hacia la derecha por influencia
de la Fundación. En esta etapa las figuras principales que influyeron entre los
disidentes isleños esta, en primer lugar, Luis Zúñiga, y Ninoska Pérez Castellón
principales voceros de la Fundación. La emisora La Voz de la Fundación recogía
denuncias y proyectos procedentes de Cuba, por lo que ganaba una gran
influencia entre los opositores, como ya en esta etapa comenzaron a denominarse
a ellos mismos los dirigentes de las organizaciones anticastristas.
En esta etapa los grupos opositores se incrementaban hasta
una cifra que sobrepasaba las 130 organizaciones. En Concilio Cubano, el foro
unitario de la oposición llegó hasta reunir a más de cien grupos dentro de su
sombrilla. No obstante, las membresías de cada uno de los grupos apenas
superaban los cien miembros.
En la etapa tercera
el movimiento opositor seguía incrementándose, así como también crecía la
represión gubernamental. En esta etapa surgiría un nuevo movimiento dirigido a
ofrecer la alternancia del periodismo oficialista, ofreciendo la otra versión
de la realidad cubana: el periodismo independiente.
Sobre este tema, hice el siguiente comentario:
“Los agentes del gobierno desplegaron todo su caudal represivo en contra de
los que se atrevían a denunciar la verdad que ocultaba el régimen. Presiones de
todo tipo, ataques desde las páginas de los medios oficiales, acoso por parte
de la Seguridad del Estado, pero nada podía contener que la información independiente
saliera al exterior.
Los que
ejercíamos aquel periodismo, muchas veces contestario, pero siempre centrado en
la verdad informativa, no contábamos con celulares, ni faxes y muchos hasta no
tenían teléfono propio. Pero transmitíamos. Luego comenzaron a surgir páginas
web con sede en Miami que publicaban nuestras crónicas. El régimen acrecentó
sus amenazas; asi, con la excusa de la Ley Helms Burton dictó la represiva Ley
88 dirigida a acallar al periodismo independiente. La respuesta nuestra fue la
de confrontar la ley y continuar nuestro trabajo. La Ley 88 no nos calló, ni
aún en el 2003 cuando fueron sancionados 75 disidentes, entre los que se
contaban activistas de derecho humanos y periodistas independientes, bajo los
preceptos de aquella ilegítima normativa penal”.
Castro, preocupado con el crecimiento
que iba tomando la oposición política, el vigor y la credibilidad que el
periodismo ganaba, así como el activismo desplegado para la colecta de firma en
apoyo al moderado y reformista Proyecto Varela, desató una fuerte represión en
contra de opositores y periodista independientes en la primavera del 2003.
Asi comienza la cuarta etapa tras la
represión de la Primavera Negra. Etapa cuando aparece el movimiento de las
Damas de Blanco, junto al aletargamiento opositor, que ahora se centraba más en
el exterior y se dejaba controlar por las organizaciones derechistas del
exilio.
Cuando se realiza un esbozo de la
historia del movimiento opositor noviolento de Cuba, el análisis no puede centrarse
solo dentro del marco estrictamente local, pues sería un enfoque parcial. Hay factores
externos que también influyen en el desarrollo de la actividad opositora, como
la política exterior de Estados Unidos con respecto a Cuba de acuerdo con los
lineamientos de cada administración estadounidense, el accionar de las
organizaciones del exilio y las emigraciones cubanas, los intereses económicos
del Estado cubano y de otras naciones con las que Cuba mantiene relaciones
diplomáticas y comerciales, las corrientes de opinión que en un momento dado
existan en países de la América Latina y de Europa y hasta la política de las
naciones más relacionadas con la situación cubana, como, pudieran ser en
específico España, Brasil, México, Argentina, Chile y Venezuela.
Cuando se estudia o analiza un tema,
tan de actualidad como es la oposición noviolenta al poder del Partido
Comunista de Cuba (PCC), resulta una tarea engorrosa mantener un análisis
objetivo. Siempre, en el analista o en el historiador, influirá su posición
ideológica con respecto a cómo entiende la relación antagónica entre el poder del
gobierno de Cuba y los sin poder de la oposición civilista o política, la
relación gobierno-pueblo; el monopartidismo o la dispersión de micropartidos.
Pero, colocados desde el lado opuesto
al régimen del PCC, no debemos convertir a la oposición noviolenta cubana en
otro mito diferente al mito oficialista. No debemos idealizar a la oposición,
sino, presentarla como pudiera presentarse cualquier otra corriente política,
con sus características particulares, con sus defectos y con sus virtudes.
Se tiende a presentar a todo el que
lucha contra la opresión como héroes intachables, eximios, casi elevados hasta
las cumbres de Olimpo. Pero, aunque los opositores a un régimen autoritario,
cerrado e intolerante tienen algo de la esencia de la heroicidad, no son
semidioses, son seres humanos que cometen errores, que poseen defectos, que
también tiene virtudes.
Difícil y ardua ha sido, y es, la labor
de los opositores cubanos, siempre colocados a las puertas de una prisión, por
proclamar y exigir, lo que, en derecho internacional, no constituye delito
alguno. Sufriendo vilipendios, denigrados con los más ofensivos epítetos,
colocados en la marginalidad del ostracismo interno por el gobierno que los
desprecia,
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