Tania Díaz Castro
La pseudo pacifista Cindy Sheehan desfila en Holguín, Cuba, a favor de la liberación de los cinco sicarios castristas, presos por espionaje en Estados Unidos |
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -Cindy Sheehan es una norteamericana que no sabe lo que dice, está mal informada en asuntos de historia y política, o prefiere no saber demasiado.
Es una infeliz mujer que en 2004 perdió en Iraq a su hijo, un soldado del ejército estadounidense. A partir de ese momento Cindy se convirtió en una luchadora pacifista, opuesta a la política exterior de su país, que llegó incluso a pedir el enjuiciamiento del entonces Presidente George W. Bush.
Cindy pudo, junto a doscientas personas más, caminar desde el cementerio de Arlington hasta la oficina del Comité de Asuntos Judiciales de la Cámara Baja de Estados Unidos, sin que la policía los interrumpiera. En Cuba, quienes intentan demostrar sus discrepancias con el régimen en las calles, reciben palizas de la policía política.
Pero eso a Cindy no le interesa y viaja a Cuba, donde precisamente una dictadura totalitaria la recibe con los brazos abiertos y le dedica una página completa en la prensa, propiedad toda del régimen. Por estos días ella ha vuelto a Cuba y junto a las cinco madres de los cinco espías cubanos presos en Estados Unidos, ha gritado por las calles pidiendo libertad para los espías.
Al parecer, no sabe que en Cuba hay cientos de miles de madres que lloran la muerte de sus hijos en las guerras lejanas e inútiles de Fidel Castro, a las que fueron enviados contra su voluntad, como reclutas del Servicio Militar Obligatorio, a diferencia del hijo de Cindy, que se alistó en el ejército norteamericano voluntariamente, quizás pensando que obtendría todas las ventajas que la institución ofrece sin tener que ir nunca a la guerra.
Tampoco parece saber Cindy, o al menos no le importe, que hay muchas otras madres cubanas que lloran también a sus hijos fusilados, o devorados por los tiburones en el Estrecho de la Florida. Y muchas más que tienen a sus hijos vivos, pero ausentes tras ser desterrados o forzados a partir por la falta de oportunidades y libertades, condenados a un exilio que ya dura más de medio siglo. Yo misma soy una de esas madres que tienen a sus hijos distantes, tres en mi caso.
Pero Cindy sólo tiene ojos y oídos para su sufrimiento y el de las madres de los cinco espías. El resto de las madres cubanas no cuenta para ella. ¿Será acaso que Cindy Sheehan es una mujer de sentimientos restringidos, de estrecho corazón?
Ella cuenta que la misma ¨izquierda¨ que apoyó, llegó a calumniarla, a darle de lado y que ha gastado hasta su último centavo en tratar de que en su país -según ella, un país al que no ama-, haya justicia y paz.
Dice a la prensa cubana que allá, en Estados Unidos, Cindy no se siente segura, que ha recibido amenazas de muerte, que en Cuba recarga las baterías para mantener un programa radial que dirige y conduce; por supuesto, sin jamás mencionar que Cindy puede mantener su programa gracias a que en su país hay total libertad de expresión.
Aquí, amiga Cindy, los más de cien periodistas independientes que escribimos para la prensa libre del mundo, jamás podríamos tener un programa en la radio cubana, ni escribir para ella.
Y si le gustan tanto las dictaduras de izquierda, quiero hacerle una proposición: ¿Por qué no se muda a Cuba? Es más; ya que somos dos ancianas infelices, ¿por qué no intercambiar nuestras viviendas? Usted viviría feliz en mi casa, en Cuba, y yo en la suya. Aquí podrá tener todos los programas de radio que quiera –siempre que los dedique a apoyar a nuestra dictadura, algo que, de cualquier modo, es lo que a usted le gusta; y yo podría quizás, morir cerca de mis hijos. ¿Qué le parece?
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