Francisco Olivares | EL UNIVERSAL. Venezuela
La ciudad de Caracas ha sido bien maquillada y los ilustres visitantes consignados en espacios protegidos. La creación del Celac los países, no desarrollados del continente, vienen manejando desde 2008, tiene por fin su constitución en la "sucursal del cielo".
Treinta y tres mandatarios que asisten al evento, con igual número de intereses intentarán ponerse de acuerdo, para lo cual será necesario dejar de lado todo aquello que huela a "Cláusulas Democráticas" y lo que implique eso de "Derechos Humanos".
Pero el haber vestido a la capital con traje de fiesta y decretar día de asueto para calmar el caos cotidiano, no esconde las malas costuras de una ciudad ingobernada y desasistida.
Por un momento los habitantes de sus 335 albergues improvisados aceptan una tregua momentánea y desisten de trancar vías reclamando la casita ofrecida por mi comandante. Entienden que él está muy ocupado y que por tres días es el centro de atención de esta parte importante del mundo.
Pero aunque el organismo que nace es una suerte de foro entre amigos, algunos presidentes han aprovechado la visita para, de paso, hacer buenos negocios.
Como dicen por allí: "por la plata baila el mono". Es así que Santos sale con los bolsillos llenos al recuperar 900 millones de dólares que Chávez adeudaba a la "oligarquía colombiana" y de paso incrementó en magnitudes importante las exportaciones hacia Venezuela haciendo muy feliz a los empresarios colombianos.
Cristina no se quedó atrás, no solo se llevó una pintura realizada por el anfitrión, quien además de pintor, es cantante, bailarín, locutor y Presidente. Además logró estupendos negocios como colocar en Venezuela miles de unidades automotor que antes se producían en suelo patrio.
Rouseff no perdió tiempo y siguiendo la misma línea de Lula, los empresarios de su país seguirán siendo los principales contratistas de la Revolución Bolivariana, asegurando las grandes obras de infraestructura que, con sobre precio de tres veces los costos de obras similares en cualquier parte del mundo, les permite la más "capitalista y salvaje" rentabilidad.
Si bien el presidente venezolano habla de la muerte de la OEA y proclama al Celac como un organismo antiimperialista, los otros socios evitan tal calificación entendiendo que todos dependen de su principal socio comercial del Norte y el cochino dólar.
A las puertas de la gran fiesta, la vida subterránea caraqueña continúa su curso normal. Cientos de personas tiradas al suelo aguardan resignadas en una estación del Metro. Es una de las cien fallas que cada día registra el principal medio de transporte de esta anfitriona presidencial.
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