Gentes de todas las partes del mundo se preguntan, asombradas, de dónde han obtenido los ciudadanos de Checoslovaquia, dóciles, humillados, asépticos y aparentemente faltos de fe, esa asombrosa fuerza con la que consiguieron quitarse de encima el sistema totalitario de una manera digna y pacífica, y en pocas semanas. (Vaclav Havel)
Mario J. Viera
Guardia de honor junto a una foto del ex presidente checo Václav Havel, en Praga. (EFE)
Ya queda registrado en la historia su nombre, colocado junto a grandes figuras del pensamiento. Vaclav Havel fue un hombre que será recordado por todos aquellos que aman la libertad y el pensamiento libre. Havel no es hombre de un solo país pertenece a toda la humanidad. Rindamos honor a su figura; inclinemos nuestras frentes ante su tumba, porque era hombre que ardía como la antorcha de la verdad, la verdad que nos hace libre. Su luz no se extinguirá con su desaparición física.
La primera vaga referencia que tuve de Vaclav Havel la obtuve mientras leía una vana novela policiaca checoslovaca cuando me encontraba confinado en una celda de aislamiento del penal de Canaleta. Creo que el autor de aquella novelilla se llamaba Jiri Prochazka y el título de aquel librito era “Los zorros mudan el pelo”. El tema de la novela giraba en torno a acontecimientos producidos posteriormente a la Primavera de Praga, desde una visión oficialista. Los buenos eran los oficiales de la seguridad del estado, los malos, los disidentes checos y, el peor, un personaje al que el autor solo denominaba como el poeta o el escritor. Poco tiempo después, ya excarcelado, escuché hablar de Havel y comprendí que el poeta, el escritor maligno de “Los zorros mudan el pelo” era nada más y nada menos que Vaclav Havel, el hombre que se había ganado el odio de los comunistas polacos pro soviéticos.
Mi primer contacto con el pensamiento de Vaclav Havel, ocurrió en 1997. Había llegado a mis manos un libro con un sugerente título, “El poder de los sin poder”. Desde la primera página me captó aquella literatura sencilla, sin muchos adornos retóricos, directa y fuerte como los pensamientos y tesis que encerraba. Creció tras aquella primera lectura mi admiración por aquel hombre que había impulsado la Revolución de Terciopelo de Checoslovaquia y ocupado la presidencia de su país tras la caída del comunismo.
Como le denominara el diario argentino CLARIN, Vaclav Havel será siempre un referente de la lucha por la libertad; un hombre que nunca claudicó ante el poder ni ante la prisión. Su gran obra fue el Movimiento Carta 77. “Su acceso a la presidencia después de la 'Revolución de Terciopelo' en 1989 ─ como dijera Nicolas Sarkozy, en carta presidente checo, Vaclav Klaus ─ coronó una vida entera dedicada al combate contra el totalitarismo y en defensa de los valores que inspiraban sus acciones".
Su vida fue un constante combate por la dignidad humana, por la vida en la verdad; nada pudieron los represores contra la gran voluntad libertaria de Havel, es que como sentenciara el primer ministro británico, David Cameron, “Durante años, el Comunismo intentó destruirle y extinguir su voz, pero a Havel, al dramaturgo y al disidente, no se le podía silenciar”.
Havel un gran amigo de los opositores cubanos, descansa ahora en paz, ya se había ganado el derecho a la muerte cuando vivió con dignidad y entereza. Su recuerdo permanecerá vinculado a la lucha cubana por la completa emancipación de la detestable tiranía castrista. Un día, que no está muy lejano, los cubanos podrán decir lo que Havel dijera en referencia a la Revolución de Terciopelo: “Gentes de todas las partes del mundo se preguntan, asombradas, de dónde han obtenido los ciudadanos de Checoslovaquia, dóciles, humillados, asépticos y aparentemente faltos de fe, esa asombrosa fuerza con la que consiguieron quitarse de encima el sistema totalitario de una manera digna y pacífica, y en pocas semanas”. Es tanta la similitud.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario