Y Jaronú se convirtió en monumento nacional.
Mario J. Viera.
Tras la debacle de la industria azucarera, el gobierno de Cuba decide declarar oficialmente al batey y al Central Jaronú, rebautizado como Brasil, monumento nacional. Tarde llega el reconocimiento a un central que fue insignia del desarrollo azucarero cubano.
Antes de 1959, el central Jaronú tenía instalada una capacidad de molida de un millón de arrobas de caña diarias. Sus tres potentes tándems (trenes de molinos) hacían temblar la tierra cuando entraban al unísono en producción. Era el coloso mayor de Cuba.
Central Jaronú. Foto de familia Fernandez. Blog Cjaronu |
El central Jaronú se alzó sobre las fértiles tierras de la antigua haciendo Jaronú en el territorio que hoy ocupa el Municipio de Esmeralda en la provincia de Camagüey.
La primer zafra del Jaronú se inició el 26 de diciembre de 1921. Según datos oficiales (EcuRed), en aquella zafra, el central “molió un total de 42 686 800 arrobas de caña en 152 días de labor, lo que arroja un promedio diario de 280 834 arrobas, la producción alcanzada fue de 370 440 sacos de azúcar de 325 libras cada uno y 2 569 745 galones de mieles finales, con un rendimiento general de 11.37 % en base al 96 % de polarización”, llegando a ser en la década de 1950 llegó a ser el mayor productor de azúcar del mundo.
Casa del Administrador general de Jaronú, Sr. Mendoza
La página digital oficialista EcuRed señala además que junto a la construcción de la casa ingenio se edificó el batey un “poblado de 600 metros de largo por 300 m de ancho, distribuido en dieciocho cuadrículas de 100 metros por cada uno de sus lados”. Contaba con cómodas viviendas que todavía se mantienen en buenas condiciones, el edificio de la administración, la residencia del administrador general, cuartería o barracones y además como no puede dejar de reconocer EcuRed, “con parque, escuela, hospital, correo, tienda mixta, tintorería, fábrica de hielo, panadería, hotel, farmacia, entre otras instituciones sociales”.
Conozco el central Jaronú y sus cuarterías, construidas de tabla con una armazón firme. Sus habitáculos eran, al menos cuando le conocí en 1969, acogedores. Su hospital funcionaba adecuadamente entonces. El centro del batey era un hermoso parque con una delicada fuente en su parte media. La vida del batey, dentro de las condiciones de provincialismo era animada. En aquella fecha la iglesia permanecía cerrada todo el tiempo.
En un artículo de remembranza escrito por Maggie Guaty y reproducido en el Blog de Maite Díaz González, la autora nos habla del batey de Jaronú:
“El batey era de mampostería, pintado de blanco con brillantes tejados rojos, sus construcciones estaban unificadas en una misma línea arquitectónica, con motivos clásicos y reminiscencias del estilo de Boullèe y Ledoux, (arquitectos franceses).
Era un hermoso concepto de ciudad jardín, colmada de flores, fuentes, y verde follaje, las aceras estaban sombreadas por altos árboles. Hileras de majestuosas palmeras flanqueaban sus tres parques. Tierra colorada, cañaverales en su periferia, el dulce olor del guarapo, los ruidos de la molienda, todo inmerso en la fresca sombra de la Sierra de Cubitas, este fue el escenario de mi niñez y adolescencia”.
En los últimos años la producción azucarera del Central Jaronú (Brasil) marcó niveles deficientes y en la zafra actual no se prevé su entrada en producción. Parte de los campos cañeros vinculados al central serán molidos por el Central Siboney. La prensa oficialista informó que los restantes centrales camagüeyanos que participarán en la actual zafra son el Argentina (antiguo Central Florida), y el Batalla de las Guásimas (construido en 1980). Es decir, Jaronú no será uno de los 34 centrales que este año harán zafra.
Todo parece indicar que la decisión de declarar a su batey Monumento Nacional es el preludio de su fin como central azucarero, tal como ocurriera con su vecino el central Cunagua (Bolivia) cuando a su batey se le confiriera el título de Monumento Nacional el 7 de agosto del año 2000 y luego se desmantelara el ingenio convertido en chatarra.
Todo aquel que haya vivido en el batey de un central azucarero conoce la emotiva vinculación personal que se siente con el ingenio. Todo aquel que haya estado en directo contacto con la industria azucarera sabe del amor que se siente por esos hierros y esas maquinarias, por el aroma que se desprende de sus molinos, por la columna de humo que se desprende de sus chimeneas. Todo aquel que haya vivido en un batey azucarero o haya trabajado bajo la casa ingenio puede entender el desgarramiento que se siente al ver como es demolido un central.
No puedo evitar citar un inusual artículo que escribiera un periodista, fotógrafo y escritor para la página oficialista Cuba sí bajo el título Central. Yuris Nórido, el autor comienza así:
“Hay que vivir en el batey de un central activo para comprender hasta qué punto una fábrica puede marcarte la vida: el central está ahí, mole gigantesca, visible desde cualquier punto del pueblo. Del central salen todos los caminos, todos los caminos llevan al central (…) Para el forastero es una auténtica tortura, pero el lugareño está perfectamente acostumbrado e incluso cuando se queja, el lamento tiene mucho de fórmula, de lugar común: “¡qué cantidad de bagacillos!” es casi lo mismo que el tan llevado y traído “¡qué calor está haciendo!”, viene a ser, casi siempre, un saludo, o el preámbulo de una conversación.
“Y luego están los olores: el de la caña quemada y otro, más dulzón y denso: el de las mieles, el del melado. Hay días en que llega ser hasta empalagoso, pero a veces, sobre todo en los atardeceres lluviosos, adquiere la voluptuosidad de un perfume.
“Un central azucarero es un espacio singular, único: es el corazón de la localidad que lo circunda. Es más, es el alma. Todos tienen algún vínculo con él, no hay familia que le sea ajena.
Y concluye con esta verdad impactante:
“Por eso resultan tan desgarradoras las imágenes de un central descontinuado, muerto: es como si alrededor todo dejara de tener sentido.
“Hay gente que ha vivido toda su vida en las faldas y al calor de un central, sintiéndolo respirar, silbar, palpitar… como si fuera una criatura gigantesca, fantástica. Que el central desaparezca es un mal sueño, y si se hace realidad, una desgracia.
Cuentan que cuando el central Bolivia, antiguo Cunagua, hizo sonar su sirena por última vez, los viejos lloraron. Hay quien sigue llorando”.
Viviendas de Central Cunagua
Esas desgarradoras imágenes la han sufrido miles de los trabajadores azucareros cuando vieron como sus centrales, porque así lo sentían, porque se sentían parte de ellos, no porque fueran supuestamente propiedad “de todo el pueblo, sino porque eran parte de su propia existencia, ver cómo se acallaban sus molinos, como dejaba de resoplar su calderas, cómo se detenía el traqueteo de sus trenes, como se apagaban sus chimeneas, como se iban desmantelando implacablemente sus paredes. Y sí, se siente una terrible tristeza y no se puede evitar una lágrima cuando se cierra un central, aunque se le haya conferido el título de Monumento Nacional a su batey.
Esa terrible tristeza que han experimentado los vecinos del batey del antiguo central Hershey en La Habana, el único totalmente electrificado; es el dolor que han sufrido los vecinos del batey del Punta Alegre al ver como se desmantelaba una industria que antes fuera orgullo nacional. El mismo de los trabajadores del Central Preston de Mayarí, aquel coloso de la provincia oriental.
Monumento Nacional, un amargo sarcasmo de la ruina de la industria bandera de Cuba.
Muy de acuerdo con tu artículo solo un pedido,por favor, agregale autoría a las imagenes. La primera fue publicada en Cjaronu.blog y pertenece a la familia Fernández Menocal, gracias por tu amabilidad.
ResponderBorrarGuaty Marrero
http://cjaronu.wordpress.com/2011/09/17/sabado-de-jaronu-i-2/
una triste realidad y el reflejo de un sistema politico y economico caduco,pero mas triste es que las nuevas generaciones sigan creyendo en los cuentos de hada del socialismo. sistema que la historia ha demostrado que no es viable para los pueblos pues la igualdad no existe y es solo un engano para que sus dirigentes vivan comodamente mientras el pueblo pasa hambre ,necesidades de todo tipo y con la perdida de los derechos humanos : libertad , asociacion ,expresion , informacion de todo tipo y religion . que triste verdad del pueblo de cuba que fuimos parte de el y de esa industria durante 27 anos y ahora en el exilio . como unica opcion de no sucumbir en esa realidad que es un martirio humano. no importa los pueblos del medio oriente despertaron despues de un sueno largo y profundo y aunque no lo vea igual sucedera en cuba y las nueva generacion diran stop esto no fnciona y no lo queremos mas .que dios bendiga al pueblo de cuba.
ResponderBorrarQue dolor me senti al ver el central bolivia desmantelado, esa era el mayor legado que tenia mi pueblo, apezar que fue alli donde comence a trabajar con solo 15 años de edad, un abrazon de todo corazon para el pueblo de bolivia (el titi desde aqui en francia.)
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