jueves, 3 de febrero de 2011

Pedro Argüelles Morán: Un gran ser humano.

Mario J. Viera  


Un mulato de oscura tez. Humilde. Dispuesto siempre a brindar su apoyo a sus hermanos de luchas. Hombre de gran sencillez; pero ser sencillo no es la negación de la dignidad y de la firmeza en los principios que se conjugan. Ese hombre se llama Pedro Argüelles Morán.

Conocí a Argüelles en 1994 mientras yo cumplía prisión en la cárcel de Canaleta. Fue por medio de un amigo común que compartía conmigo el presidio, Reynaldo Soto Hernández, que llegué a conocerle. Le vi por primera vez cuando mi esposa y mis hijos habían venido para una visita especial de seis horas que muy de vez en vez le era concedida a un recluso. El había llegado hasta mi prisión acompañando a mis familiares. Nunca pude saber cómo logró acceder a mi visita cuando esto solo era permitido a los familiares cercanos. Pero él estaba allí, sonriente, afectuoso, sin un gesto de preocupación. El no había medido el riesgo de visitar a un CR (contra revolucionario, según la calificación que en las prisiones cubanas dan a los presos políticos); su calidad humana se colocaba por encima de cualquier temor. Tenía delante de mí a un hombre que me pareció sencillo pero de un carácter firme y sin doblez.

Algunos meses después de aquella visita, Argüelles se convertiría en un preso más en Canaleta. Le habían acusado de “resistencia a la autoridad” y condenado a nueve meses de prisión. Al enterarme de su condena y de su reclusión en solitaria, me las ingenié para llegar hasta él para ofrecerle algo del alimento que me había traído mi esposa.  Todo el tiempo que estuvo en la prisión se le mantendría en a una minúscula celda que parecía una gruta, por lo estrecha y húmeda que era. Más que una celda común, aquel un cubículo estrecho podría servir como perrera.

Durante su estancia en Canaleta siempre mantuvo una actitud digna. En ningún momento cedió ante las presiones que le hacía la seguridad del estado. En ocasiones acudía a la huelga de hambre para denunciar cualquier atropello por parte de sus carceleros.

Pedro Argüelles Morán junto a Antonio Femenía dirigían una sección del Comité de Derechos Humanos de Cuba en Ciego de Avila al que se había unido desde el 1992. Por su labor de denuncias de violaciones de los derechos humanos eran acosados constantemente por la seguridad del estado. No olvidemos que Ciego de Avila es una ciudad de pequeñas dimensiones donde casi todos se conocen, donde casi todos son conocidos y donde casi todos son conocidos por la seguridad del estado.

Cuando sólo tenía 13 años de edad, Argüelles fue uno de los tantos alfabetizadores de la Brigada Conrado Benítez; más tarde fue miembro de las milicias y, como él mismo ha declarado se consideraba a sí mismo como un verdadero revolucionario de “Patria o Muerte”: “pero hoy ─ ha declarado ─ soy un anticomunista y anticastrista, convencido y comprometido con la honrosa y digna lucha civilista por alcanzar la tan añorada transición democrática”.

Sobre aquel periodo de su vida Argüelles ha relatado: “En noviembre de 1964, a mis tremendos 16 años de edad y tras participar en la Campaña de Alfabetización, en la 1ra y 2da movilizaciones estudiantiles para las recogidas de café en la región oriental de la isla y de haberme incorporado a las Milicias Nacionales Revolucionarias, a la Asociación de Jóvenes Rebeldes y de pasar de aspirante a la Unión de Jóvenes Comunistas, me encontraba cursando el 8vo grado en la Escuela Secundaria Básica “Héroes de Yaguajay”, del capitalino reparto Siboney”.

Fue entonces que un funcionario del Plan Nacional de Becas, le comunicaría a su grupo que habían sido seleccionados para formar parte de las fuerzas armadas y pasar un cursillo pedagógico con el propósito de elevar el nivel cultural de los rebeldes que formaban parte del ejército.

“De esta forma tan revolucionaria ─ rememoró Argüelles años más tarde ─, me trocaron el uniforme de becario por el verde-olivo, la escuela “Héroes de Yaguajay” por la Escuela de Soldados Maestros Pepito Tey, Siboney por Casablanca; viendo como se tronchaba mi aspiración de hacerme ingeniero Eléctrico, mi sueño dorado de entonces.

“Al finalizar 1967 me desmovilizan del servicio militar obligatorio y me encontré sin oficio ni profesión y cargado de frustración y decepcionado, pero lleno de rebeldía, por lo cual a mis 19 años, comencé a dar tumbos por la vida, hasta que asumí la más sabia decisión de mi vida”.

Aquella sabia decisión fue la de unirse al movimiento de resistencia pacífica que emprendía el Comité Cubano Pro Derechos Humanos.

A partir de 1999 se decidió por el difícil y arriesgado oficio de periodista independiente, por el periodismo contestatario; por el ejercicio de la libre opinión en contra de los usurpadores del gobierno cubano.

La primavera negra de 2003 trajo un cambio inesperado en la vida de Pedro Argüelles Morán. Apresado por agentes de la seguridad del estado fue llevado a prisión y condenado a 20 años de prisión durante el proceso de los 75 y remitido a la prisión La Pendiente en Santa Clara, luego trasladado al Combinado del Este en La Habana donde permaneció durante 15 meses; posteriormente fue enviado a la prisión de Guanajay y luego recluido en la cárcel Nieves Morejón en Sancti Spíritus en la zona destinada a aislamiento y castigo, sencillamente ─ como él mismo ha dicho ─ , de ser y haber sido, “un luchador civilista, un comunicador social, un hombre que aspira a vivir en una nación donde impere el estado de derecho, donde sea práctica común la observación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, donde la tolerancia, el respeto al derecho ajeno, el amor al prójimo y la cordura y la sensatez sean aceptadas y acatadas como normas básicas de la sociedad, para de esta forma y de una vez para siempre, se hagan realidades las máximas martianas de una genuina Cuba con todos y para el bien de todos y prevalezca el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.

El 16 de marzo de 2004, Antonio Femenía reportaba a Cubanet que la esposa de Argüelles, Yolanda Vera Nerey le informó haber encontrado a su esposo “extremadamente delgado y envejecido”. El reportero independiente agregó entonces: En un reciente chequeo médico que se le practicó (a Argüelles) le fueron detectados los siguientes padecimientos: isquemia cardiaca, artritis generalizada en la columna vertebral, endurecimiento de las arterias, sinovitis crónica en las dos rodillas y cataratas en ambos ojos”.

Siempre rebelde Argüelles se unió a las demandas de sus compañeros de prisión realizando protestas y huelgas de hambre. Así lo ha narrado él mismo:

“En el Combinado del Este, luego de una protesta ante el confinamiento en celda de castigo, de forma injusta, del hermano Librado Linares García, en septiembre del año pasado, nos sumamos a una huelga de hambre los hermanos Guido Sigler Amaya, Alfredo Pulido López, Jesús Mustafá Felipe y yo,(…) así mismo gritamos: ¡Abajo Fidel! ¡Abajo el comunismo! ¡Vivan los derechos humanos! ¡Viva la libertad! Etc., permaneciendo una semana en huelga de hambre hasta que Librado Linares fue devuelto a nosotros…”

Cuando el gobierno decidiera que los presos de conciencia de la Primavera Negra fueran recluidos en prisiones cercanas a su lugar de residencia, Argüelles fue remitido a la prisión de Canaleta en su natal Ciego de Avila. Sin embargo su rebeldía ante la opresión no disminuyó.

Un reporte desde Cuba comunicó entonces: “El prisionero político Pedro Argüelles Morán fue confinado en una celda de castigo de la prisión de Canaleta, en Ciego de Ávila, el 1 de marzo (2009) pasado, por negarse a vestir el uniforme de reo común. Argüelles Morán solicitó al teniente coronel Reinerio Díaz Betancourt, jefe de la penitenciaría, dirigirse a la enfermería del penal en busca de alivio para un dolor de cabeza y mareos. El carcelero contestó que sólo lo autorizaría si vestía el uniforme de preso común. Argüelles Morán se negó y argumentó que el gobierno tenía la obligación de reconocerlo como preso político y de conciencia, y de destinarle una vestimenta que lo distinga de los reos sancionados por delitos comunes. Ello originó una fuerte discusión entre ambos. Como represalia, el coronel Díaz Betancourt ordenó que Argüelles Moran fuera enviado a una celda de castigo por tiempo indefinido”

Tras la mediación de la Iglesia católica de Cuba de lograr la liberación de los presos políticos, Argüelles y otros doce presos de la causa de los 75 rechazó la solución del destierro como condición para su excarcelación. El 24 de enero de 2011 Argüelles declaró que esa decisión era la misma que había tomado en 1993 cuando se involucró en un intento de salida ilegal del país para continuar “luchando pacíficamente por el respeto a los derechos y libertades inherentes a la dignidad de la persona humana; decisión que mantendré hasta las últimas consecuencias, porque no tengo otra alternativa que continuar siempre adelante y cumplir con la máxima martiana de: “el deber de un hombre está allí donde es más útil”. Amén”

En enero del presente año se conoció que tanto el cardenal Jaime Ortega como por las autoridades de Canaleta presionaron a Pedro Argüelles para que se acogiera al destierro. El jefe del penal le había comunicado que se le daría una nueva oportunidad para viajar a lo que respondió: “Díganle al cardenal que si no me llama para decirme que me voy libre para mi casa, que no lo haga". Posteriormente Argüelles declararía: "Tal vez por no aceptar partir al exilio, es que me tienen secuestrado como rehén del régimen totalitario castrista, en represalia por no huir de mi patria".

Ahora un cable de la EFE comunicó que Pedro Argüelles se había declarado en huelga de hambre en solidaridad con el ayuno emprendido por Diosdado González, uno de los condenados en la Primavera Negra que se ha negado a acogerse al destierro y su esposa Alejandrina García en reclamo por la liberación de los once que aún guardan prisión pese a la promesa de Raúl Castro que todos serían puesto en libertad.

Pedro Argüelles Morán es de esa estirpe de hombres que no claudican y anteponen los imperativos de su conciencia a cualquier beneficio personal; es pues uno de esos hombres que Martí decía llevan sobre su frente la estrella que ilumina y mata; en fin, Pedro Argüelles Moran es un gran ser humano.

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