El plan se fraguó hace 14 meses. La seguridad del estado conocía perfectamente qué hacía en Cuba Alan Gros. No tenían ninguna duda: Alan Gros no estaba haciendo ninguna labor de espionaje. Tal vez no les agradara que repartiera celulares y equipos de computadora entre la comunidad judía; pero de ahí no pasaría.
Sin embargo el castrismo es muy hábil a la hora de crear situaciones críticas, y surgió la idea brillante de ordenar el arresto del contratista americano ya cuando se disponía a abandonar el país. ¿El propósito? Utilizar su arresto como una pieza de cambio a favor de la liberación de los cinco espías cubanos condenados en los Estados Unidos.
Lo que el mundo dijera al respecto nada les importaría. La izquierda internacional, los intelectuales filo comunistas, los acomodados progres que disfrutan de buenos hoteles y gozan de un muy buen estándar de vida en Europa, no dirían nada en contra; ellos seguirían redactando cartas a favor de la supuesta injusticia que el odiado imperialismo había cometido contra cinco “héroes” supuestamente también “anti terroristas”.
Se había producido un canje de espías entre los Estados Unidos y Rusia, ¿por qué no sucedería lo mismo en el caso de los espías cubanos y Alan Ros? Pensaron los intrigantes de la inteligencia cubana y los ancianitos que controlan el poder. Tan confiado estaban que hasta el propio Fidel Castro aseguraría que sus cinco agentes estarían de regreso antes de que terminara el 2010. Sin embargo la Casa Blanca rechazó tal posibilidad.
Todavía no habían levantado cargos contra Ros. Esperaban confiados, pero sin dejar de lado sus presiones sobre la comunidad judía de Cuba; es por eso que Raúl Castro asistió a la celebración de la fiesta del Janucá en la sinagoga judía Beth Shalom. Conocían perfectamente que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton había pedido a organizaciones judío americanas que intercedieran ante el gobierno de Cuba a favor de Alan Gros.
Por supuesto, dirigentes de la comunidad judío cubana se apresuraron a decir que no conocían a Alan Gros. Así Adela Dworin, presidenta de la sinagoga, pocos días antes de la visita de Raúl Castro a la sinagoga declaró: “Es lamentable lo que ha ocurrido con ese señor. Lo más triste ─ agregó ─ es que se haya querido involucrar a la comunidad judía en Cuba, que es totalmente ajena”. Por su parte, Mayra Levy del Centro Hebreo Sefardí, afirmó que nunca había conocido a Gros y que este jamás entró en contacto con el Centro Sefardí.
Odén Marichal, secretario del Consejo de Iglesias de Cuba durante una conferencia de prensa declaró que en el marco de una entrevista que tuviera en Estados Unidos con Peter Brennan, coordinador de asuntos cubanos del Departamento de Estado y en otra con Dan Restrepo del Consejo de Seguridad Pública, que habían dejado “bien claro (...) que la comunidad hebrea de Cuba, que es miembro del Consejo de Iglesias de Cuba, nos dijeron: "Nosotros jamás tuvimos relación con ese señor, jamás nos trajo equipo de ningún tipo...’ ellos negaron cualquier relación con Alan Gross”
Con la complicidad de los representantes de la comunidad judía se preparaba el plan B. Acusar a Alan Gros de actividades de espionaje a favor del gobierno de los Estados Unidos. Había que apretar la tuerca para lograr su propósito, obtener un significativo triunfo político sobre los Estados Unidos, la liberación de los espías cubanos.
Poco antes de que La Habana anunciara que se instruirían de cargos a Alan Gros con una petición fiscal de 20 años de privación de libertad de acuerdo con lo estipulado en la Ley 88, Gerardo Hernández se retractó de su anterior declaración de no haber conocido los planes del gobierno de Cuba de derribar sobre aguas internacionales a las avionetas de Hermanos al Rescate y ahora dice: “Es una farsa. Estoy seguro que todo cubano sabe que no tengo ningún desacuerdo con mi gobierno acerca del derribo de los aviones. Yo no sabía nada acerca de los vuelos de ese día, así que no podía saber que iban a ser derribados. Creo que sucedió en el espacio aéreo cubano, lo cual no es un crimen según el derecho internacional”.
Este cambio de posición la hizo a dos representantes de la quinta columna anti americana, Danny Glover y Saul Landau, durante una visita que estos le hicieran en la Penitenciaría Federal en Victorville, California.
Todo parece indicar que el plan ya estaba en marcha. Ahora se acusaría formalmente a Alan Gros. El propósito, por supuesto es utilizar al contratista americano como pieza de chantaje para presionar a Estados Unidos ante la opinión nacional obligándole a transigir por un cambio a favor de los cinco agentes de la represiva inteligencia cubana.
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