Mario J. Viera
Cada día que pasa se agrava el deterioro intelectual de Fidel Castro; y esto queda bien demostrado si se analizan sus últimas “reflexiones”.
El sigue aferrado a la retórica del izquierdismo bananero latinoamericano de demonizar la política internacional de los Estados Unidos, paralizado, congelado en la época de la guerra fría.
Hilvana en su discurso ideas inconexas, lapsus mentales e incoherencias, propias de una mentalidad debilitada por la senectud.
Ahora acostumbra citar numerosos cables de la prensa internacional sin siquiera glosarlos, como si fueran la confirmación de lo que él cree son sus brillantes ideas, sus enjundiosas reflexiones.
No voy a perder mi tiempo, ni la paciencia de mis posibles lectores, comentando lo último salido del magín esclerótico del desgastado ícono de una izquierda gaznápira.
¿Para qué gastar tinta analizando la más reciente de sus denominadas “Reflexiones”, la que titula “La suerte de Mubarak está echada”? Baste solo un breve comentario con respecto al párrafo conque inicia esta, su última senil reflexión.
Introduce el tema aseverando: “La suerte de Mubarak está echada, y ya ni el apoyo de Estados Unidos podrá salvar su gobierno”. Quien tenga el coraje de leerle espera que amplíe esa idea inicial, que exponga argumentos; que desarrolle lo que se pudiera suponer fuera la idea central del párrafo. Pero, no, eso no sucede; lo que dice a continuación no tiene correlación con lo dicho primero. De inmediato comienza a exaltar la inteligencia del pueblo egipcio cuya gloriosa historia, dice, “dejó su huella en la civilización humana”.
No merece la pena divagar sobre la inexactitud histórica de esa declaración.
De inmediato el lector de la reflexión se queda anonadado ante una inesperada digresión: “'Desde lo alto de estas pirámides 40 siglos os contemplan', cuentan que exclamó Bonaparte en un momento de exaltación cuando la revolución de los enciclopedistas lo llevó a ese extraordinario cruce de civilizaciones”. ¡Qué rayos tiene que ver Napoleón con la idea central del párrafo de que Mubarak, ni con el apoyo de los Estados Unidos podrá mantenerse en el poder! Ni qué tiene que ver con que el de Egipto es “un pueblo inteligente, de gloriosa historia”.
Y ¡qué decir del párrafo segundo! Una apretada síntesis de la historia del Movimiento de Países no Alineados que no viene a colación con el sino político de Mubarak. Salta de inmediato a otro tema fuera de todo contexto, referido al ataque “por sorpresa” de Francia e Inglaterra a Egipto “que había nacionalizado el Canal de Suez” durante la dictadura de Abdel Nasser; aclaremos que él no calificó de dictadura al gobierno nasserista, porque de acuerdo a sus concepciones la “muerte de Abdel Nasser (…) significó un golpe irreparable para Egipto".
Sin todavía haber desarrollado el tema central de la reflexión: “la suerte de Bumarak está echada”, pasa a copiar textualmente una antología de cables sobre el tema de las protestas en Egipto.
Al final del resumen noticioso pasa a las conclusiones suyas. Según el “avispado” analista hay tres simultáneos problemas a los que el mundo de hoy tiene que enfrentarse: “Crisis climáticas, crisis alimenticias, y crisis políticas”. ¿Algo que ver con la suerte echada de Mubarak? Pero hay, dice, otros graves peligros como “los riesgos de guerra cada vez más destructivos”. OK, digamos. Existen esos peligros, concedemos; pero ¿cuál es la relación que esto último tiene con el posible derrocamiento del rais egipcio?
Y ya, el resumen de toda su inconexa y geróntica reflexión, presentada como una interrogación: “¿Dispondrán los líderes políticos de suficiente serenidad y ecuanimidad para hacerles frente (a esos problemas)?”
Entonces ¿qué? ¿Tengo o no razón con lo que aseguré al principio de este artículo?
Finalmente una autocrítica: Terminé comentando la dichosa reflexión del irreflexivo y fósil líder del izquierdismo bananero.
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