Esa y no otra es la intención del gobierno castrista de “destapar” a dos provocadores de la seguridad del estado entre las filas de la oposición y el periodismo independiente.
Nada es casual dentro de los métodos del gobierno de Cuba. Todo se hace de acuerdo con un plan determinado. El “destape” de Moisés Rodríguez o "agente Vladimir", infiltrado dentro de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional y de Carlos Manuel Serpa Maceira, "el agente Emilio", que actuaba como “periodista independiente” y que reportaba periódicamente sobre las actividades de las Damas de Blanco, no se produjo en el curso de un juicio seguido contra algún opositor como era lo habitual en estos casos.
Cabe por supuesto la pregunta ¿Por qué ahora?
Es indudable que no se trata de un simple acto de “desenmascarar” la labor opositora o de demostrar el supuesto “mercenarismo” del periodismo independiente. Esa es una labor de todos los días en la que se empeñan con afán sin necesidad de revelar la identidad de dos de sus agentes.
Entonces, ¿por qué?
Las razones pueden ser múltiples. Una, la excarcelación de los presos de conciencia que se niegan partir al destierro y hay que tratar de “demostrar” sus vinculaciones con el imperialismo” como títeres de los intereses de Washington. Se requiere quitarles alguna posibilidad de convocatoria y de prestigio entre la población.
La otra razón puede ser de prevención. No se puede descartar, deben razonar los ideólogos del régimen, la posibilidad del contagio entre los cubanos del síndrome del Africa del Norte. ¡Hay que ir preparando las condiciones para evitarlo! Crear un efecto psicológico dentro de la población de que no es posible la convocatoria a la rebelión: ¡la oposición está penetrada por la seguridad del estado! Cualquier movimiento que se haga es de conocimiento inmediato de las autoridades; ¡que nadie se mueva!
Es y ha sido el recurso del castrismo para garantizar el inmovilismo del disgusto popular, la conciencia de que el Hermano Mayor mantiene su pupila bien alerta, de que todos están siendo vigilados, todos bajo el escrutinio del poder omnímodo del gobierno y del estado.
¿Opinar sobre los dos provocadores ya destapados”? No merece la pena, no amerita emplear tinta en mencionarles o denostar contra ellos. ¡Adiós y que las pasen bien!
Coincido con lo que dijera Elizardo Sánchez Santa Cruz: "Esos actos de propaganda no pueden eclipsar la dura realidad que sufre el pueblo cubano",
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