viernes, 2 de agosto de 2013

Lobo, al ataque


Obligado a lamerse las heridas, Zelaya ha entendido que Lobo lo arrinconará denunciándole sus errores, sus irrespetos a la ley y sus actos de  traición a la Patria, cometidos en nombre de unos derechos que perdió en el momento en que irrespetó la ley.

Juan Ramón Martínez. LA TRIBUNA

El Presidente Lobo, sin comprometer su alta investidura, ha entrado en la cancha política, apoyando al candidato del Partido Nacional; y enfilando sus baterías acusatorias en contra del gobierno del expresidente Zelaya. Como un experimentado estratega, ha escogido el tiempo y el espacio adecuado para atacar a una gestión que muchos han olvidado, que fue una de las más irregulares que ha sufrido el país. No ha escondido el hecho, que tuvo que enfrentar dificultades innombrables, ocasionadas por unos burócratas dirigidos por  Zelaya que, al frente de sus responsabilidades irrespetaron la ley, menospreciaron a las nuevas generaciones, ofendieron a los pobres; y llenaron de lodo el nombre de Honduras y de los hondureños, en todos los estratos internacionales que les oyeron.

Lobo no se ha andado por las orillas. Ha entrado de frente, atacando en forma directa a un régimen que, afortunadamente para el candidato Villeda Bermúdez, no tiene mucho que ver con el Partido Liberal. Excepto la culpa de los que creyeron que era uno de los suyos, que honraría las tradiciones de Zúñiga Huete, Villeda Morales, Rodas Alvarado y Carlos Flores; por lo que le dieron su voto y su apoyo, para ocupar el cargo más alto que un hondureño digno puede aspirar. Lobo  ha dicho que encontró el gobierno destrozado, aislado internacionalmente, víctima de la agresión de parte de una burocracia que se imaginaba ilimitada; y por consiguiente, exenta de la obligación de cumplir con la ley. Lobo se queja, con justa razón, de los tragos amargos que le tocó pasar, cuando Zelaya y sus amigos, “socialistas retrasados del siglo XIX”, orquestaron una campaña para que la ciudadanía no saliera a votar por ninguno de los candidatos; y especialmente por Elvin Santos Ordoñez a quien, quería, por todos los medios impedirle llegar a la Presidencia de la República. Se cerraron los créditos para el país. Muchos nos negaron el derecho a escuchar la versión de lo que había ocurrido; y no fueron pocos los que consiguieron recursos para intranquilizar al país. La paciencia de Lobo Sosa, su habilidad para reír aunque anduviera con el alma destrozada; y la voluntad de los hondureños que rechazaban en silencio el irrespeto a que sometieron la Constitución de la República; y la intranquilidad que provocaron con una conducta política irresponsable, al usar la calle para comprometer la existencia de la República que nos heredaron los mayores.

Algunos escritores, le reclamaron desde el principio a Lobo Sosa que le explicara al pueblo, en qué condiciones había recibido el país. El Presidente de la República se opuso. En su estrategia de sacar la ciudadanía de la efervescencia creada por Zelaya, auto convirtiéndose en un “demócrata” que había sido víctima de un golpe de Estado militar, Lobo no quiso darle nuevas oportunidades. Le dio cuerda, como hacen los buenos pescadores. Lo sacó de la ratonera de la embajada de Brasil, le permitió regresar al país, perdonándole sus delitos; e incluso, dio la impresión que le imitaba en la “borrachera chavista”; y que le permitiría a los seguidores del defenestrado más moderados, participar en el gobierno. Cuando algunos quisieron acusar a los abusadores de los recursos públicos, Lobo los tranquilizó, invocando razones de unidad nacional. Zelaya, un amateur en  la alta política, cayó en la trampa. Y entró por el aro. Comió en la mano de Lobo. Y abandonando  sus intransigencias,  aceptó volver al ruedo electoral, usando las reglas burguesas que ha jurado que eliminará definitivamente. Incluso, se sintió tan seguro que había engañado a Lobo Sosa, que lo atacó frontalmente, seguro que este había perdido sus fuerzas; y que no tenía voluntad para responderle siquiera.

Ahora, obligado a lamerse las heridas, Zelaya ha entendido que Lobo lo arrinconará denunciándole sus errores, sus irrespetos a la ley y sus actos de  traición a la Patria, cometidos en nombre de unos derechos que perdió en el momento en que irrespetó la ley. Su finalidad es postrar a Libre, derrotando a su candidata. Y alejar a los liberales de un candidato que les ha ofendido. Le hace el trabajo que debía haber hecho hace un tiempo Villeda Bermúdez. El riesgo  es que, por proteger a JOH (Juan Orlando Hernández), empuje a los liberales a las urnas; y  estos, le ganen a los nacionalistas la partida. Ese es el riesgo. Pero Lobo, sabe evitar daños colaterales. Porque busca que el PN, gane las próximas elecciones.

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