1
Hubo un pueblo de colectores y ganaderos que recibió la inspiración de la Luz y
creyeron que una sola y única presencia eterna a la que llamaron Elokhin
prevalecía sobre dioses menores. 2 Su conocimiento de la Luz era imperfecto y creyeron
que la Sabiduría era celosa y premiaba o castigaba.
3
Al Elokhin desconocido le ofrecieron holocaustos buscando calmar su furia y
ganar su favor.
4
Los mensajeros de la Sabiduría se comunicaban con aquellos hombres y les
instruían; pero la Sombra intentaba separarles de la Luz y les conducía a lo
imperfecto. 5 Se hicieron violentos y sus manos se mancharon de sangre y muchos
comenzaron a adorar fantasías y a entregarse a excesos sexuales. Robaban y se
enriquecían con el dolor de los más humildes.
6
Sucedió que en aquel territorio comenzó a llover intensamente y se hincharon
los ríos y sus aguas se salieron de sus cauces y todo quedó inundado y muchos
murieron ahogados.
7
Un hombre llamado Noaj vivía con su familia separado de los otros hombres. Adoraba
al Elokhin y los mensajeros de la Luz se acercaban a él; pero él les veía como
hombres sabios y capaces de prever el futuro. 8 Fue entonces que un mensajero
de la Luz se le apareció a Noaj mientras este dormía.
9
“Noaj, le dijo, soy Gavri’el y te quiero advertir. La muerte acecha a todo el
territorio. Pero tú has encontrado gracia delante de la Luz Suprema. Reúne a tu
familia, tus hijos y sus mujeres y huye a lo más alto porque sucederá una gran
calamidad y lloverá por muchos día, el mar se lanzará sobre la tierra y todos
en el territorio perecerán”
10
Entonces Noaj construyó una embarcación y en ella encerró a todos sus hijos, a
sus mujeres y cargó con parejas, las más fuertes de su ganado. 11 Y llegó la
inundación pero Noaj logró llegar a salvo en la ladera de un alto monte. 12
Allí esperó que descendieran las aguas. Todo estaba desolado. Todos habían
perecido.
13
Entonces Noaj clamó al Elokhin, pidiendo que no descargara de nuevo su furia
sobre la tierra.
14
Pero el Supremo Poder no había maldecido a la humanidad que era su obra; mas
Noaj pensó que aquel desastre había sido voluntad del Elokhin para castigar a
los violentos y a los corrompidos por las perversiones sexuales.
15
Por intermedio de Gavri’el le habló a Noaj la Suprema Inteligencia, y le dijo:
“Porque fuiste justo y celoso del Padre del Universo, yo te pongo como ejemplo
del justo, y procuré salvar a tu familia para que repuebles esta tierra. 16 Te
protegeré contra tus enemigos, porque has sido bautizado con el agua de la
tormenta”.
17
“Pon como ley lo que ahora te digo: El que le quite la vida a uno de los
humanos, Yo, el Padre del Universo le reclamaré por su sangre y por su
respiración, 18 porque le concedí al hombre que su alma fuera hecha como
semejanza mía”.
19
Y Gavri’el le dijo: “Mira Noaj y aprende de este desastre. No es el Padre el
que desata la furia de la naturaleza contra el hombre, porque él ama la obra
que forjó; 20 pero en las adversidades, cuando haya peligro para la existencia
el librará de la muerte a los justos y a los que clamen su ayuda. Siempre habrá
un resto que será salvado por el amor del Padre de Luz a los hombres de buena
voluntad”.
21
Y más le dijo Gavri’el: “De tus genes saldrá un pueblo que será incontable y de
él nacerá el que la Luz del Universo ha escogido para que ante él se inclinen
todas las naciones. 22 Cuando el hombre en su soberbia ponga en peligro la
existencia llegará el escogido para rescate de los justos al igual que ahora tú
y tu familia fuiste rescatado de las aguas torrenciales”.
Y
Gavri’el agregó: “Solo hay un Dios y a Él te debes. No existen otros dioses.
Así es que deberás destruir los ídolos que guardan entre ustedes y no rendirles
adoración”.
23
Y los hijos de Noaj tuvieron mucha descendencia y fundaron ciudades y unos se
quedaron en la tierra donde habitaba Noaj 24 y los descendientes de Shem, hijo
de Noaj salieron para tierras al norte y se asentaron a orillas del río
Eufrates. Allí fundaron una ciudad a la que dieron por nombre Ur.
25
Hubo en Ur un hombre llamado Terah, de la descendencia de Shem que era tallador
de ídolos. 26 Tenía Terah un hijo llamado Abram
que estaba casado con una mujer de nombre Sara’i que no le había dado
descendencia. Terah encargó a su hijo que atendiera su tienda mientras él tenía
que resolver algunos encargos.
27
Abram se burlaba de los ídolos que Terah adoraba y tallaba. Una mujer se
presentó en la tienda con una vasija llena de harina y le rogó a Abram que le
permitiera ofrendarla a los ídolos. 28 Abram aceptó y cuando la mujer se
marchó, tomo un bastón y comenzó a destruir las imágenes y puso luego el bastón
en la mano del ídolo más grande.
29
Cuando Terah regresó vio el destrozo y le pidió a Abram que le explicara lo que
había ocurrido. Entonces Abran le dijo: “Padre, hubo una pelea entre los ídolos
por la harina que una mujer les ofrendara y Nanna, el mayor de ellos, destruyó
a los más pequeños”.
30
Terah le dijo a Abram con voz fuerte: “¿Por qué te burlas de mí? Estas imágenes
no tienen razonamiento ni pueden moverse”. Abram le contestó: “¡Escucha lo que
tú mismo dices! Son dioses falsos que no ven, que no hablan, que no escuchan”.
Otro
hijo tenía Terah, que era viudo y que le había dado un nieto de nombre Lot. Al
morir su hijo primogénito, padre de Lot, Terah decidió viajar hacia el sur
llevando con él a su hijo Abram, su nuera Sara’i y su nieto Lot y se asentó en
la ciudad de Harán y allí entregó su espíritu.
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