Mario
J. Viera
Como
ya he superado los 70, socialmente se me incluye en la “tercera edad”; unos me
dicen “viejo”, otros me llaman anciano que es peor aún que ser catalogado como
viejo, porque eso de anciano es como decir que uno es más viejo que viejo; pero
yo ni me siento viejo ni me considero anciano ¡Dios me guarde! Y después ¿a qué
viene eso de tercera edad? Yo tengo mi edad que ni es primera, ni segunda ni
tercera, sino, simplemente, mi edad, la mía.
No
voy a decir que me siento como un adolescente o como un hombre joven, conozco
mis limitaciones, pero no me puedo adaptar a la idea de estar transcurriendo
por la vejez.
Como
no me siento viejo, no dedico mis ratos de ocio a jugar dominó con otros
ancianos o a mentirnos mutuamente sobre
nuestras “hazañas” juveniles o a echar pestes sobre los jóvenes de ahora
diciendo lo mismo que siempre han dicho los viejos de todas las épocas sobre
los jóvenes: “¡Ah, estos jóvenes de ahora están perdidos!”
Cada
generación construye su propio ideario y conforma sus cánones éticos,
rechazando lo viejo por nuevas concepciones. Esta es la clave del relevo
generacional, del conflicto de generaciones, del salto hacia un futuro que está
ya en el presente de las generaciones jóvenes.
Mi
identidad hoy, no fue mi identidad de hace 20 años y mucho menos la identidad
que me caracterizaba 40 años atrás. Ahora tengo una nueva identidad, no porque
haya cambiado mis documentos de identificación, ni asumido otra personalidad,
sino que continuando siendo yo, soy finalmente otro yo.
Según
señala la Licenciada Marcela Alvarez en una ponencia titulada “La construcción de la identidad, fallas en
la consolidación de sí mismo…” “en la vida del hombre y la mujer están
siempre presentes las preguntas: ¿quién soy yo?, ¿quiénes somos nosotros? En el
transcurso de la vida se les da respuesta una y otra vez, sin contestarlas
jamás completamente. Por mucha claridad que a veces se alcance, estas preguntas
vuelven a surgir”.
He
ahí donde radica mi conflicto de identidad: ¿Quién soy yo? Siempre he tratado
de responderme esta pregunta y ciertamente nunca he podido contestarla
completamente, porque cuando llegaba a una respuesta, mi yo ya se encontraba en
una nueva transición hacia otro yo.
La
Real Academia Española dice que la identidad es el conjunto de rasgos propios
de un individuo que le caracterizan frente a los demás. ¿Cuáles son mis rasgos
distintivos? Mi esposa siempre se pregunta por qué si yo siendo pacifista me
gustan tanto las películas bélicas y por qué siendo enemigo de la violencia me
agradan las películas de acción. No puedo responderle.
Alguien
pudiera cuestionarme por qué no siendo radical no soy conservador y estando en
mis 70 debiera ser conservador que es actitud de ancianos, aunque ─ digo yo ─
no solo los viejos son conservadores y reaccionarios, también hay jóvenes que
tienen mentalidad de viejos y son conservadores a ultranza.
Quizá
alguno pudiera preguntarse ¿por qué siendo yo creyente en Dios, rechazo las
supuesta verdades reveladas de la Biblia? Le contesto: Más que creyente, soy deísta,
porque acepto que existe un Dios y he rechazado practicar cualquier credo
religioso, sea católico, evangelista, protestante o musulmán. Además no creo
que Dios haya creado al universo y al mundo, porque no acepto que de la nada se
pueda formar algo. Rechazo por unilateral ya sea la concepción de que la
materia fue lo primario como que el espíritu haya sido lo primario, ni la tesis
materialista, ni la tesis idealista. Lo primario fue la coexistencia desde la
eternidad de la materia y del espíritu y Dios fue el motor primario que dio movimiento
a la materia y con ella se formó y continúa formándose el Universo.
Aunque
creo que la moral es dialécticamente cambiante y que no existe una ética
universal sino socialmente condicionada, no por ello puedo considerarme como un
libre pensador, porque debo reconocer que mi ideario está influido por las ideas
de muchos pensadores. Quizá la característica que me identifica desde siempre
sea mi eclecticismo, que me lleva a escoger lo que a mi juicio crea más
conveniente o más ajustado a la razón.
Quizá,
como dijera José Ortega y Gasset, “Yo soy
yo y mi circunstancia…” y entendiendo aquello que me rodea, el mundo que
viví, las sociedades en que conviví, los golpes de la vida, mis relaciones
interpersonales y hasta mis prejuicios y temores me haga entender esta mí
siempre cambiante personalidad y así pueda solucionar mi conflicto de
identidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario