José Rafael López Padrino.
TALCUAL DIGITAL
Después de haber superado dictaduras
militares cruentas o gobiernos neoliberales, la charlatanería ideológica se ha
instaurado en muchos países de nuestra América.
El fallecido tte coronel y su sucesor
monárquico Maduro, Correa, Morales y Ortega, entre otros, constituyen una
camada de histriones ideológicos que han asumido una retórica socialista, aun
cuando en la realidad no son más que unos devotos practicantes de un capitalismo
Keynesiano.
El "Socialismo del siglo
XXI", así como la "Revolución ciudadana", el "Socialismo
Andino" y la Revolución Sandinista han demostrado ser continuadores del
proyecto dominante y por ende sus atributos fraudulentos como alternativa
contrahegemónica. Con sus fracasos se cierra el ciclo de apogeo de los
populismos militares e indigenistas en nuestro continente.
Así mismo representan la agonía de una
izquierda oportunista que capituló en busca de espacios de poder frente a estas
farsas sociales, traicionando sus tradiciones de luchas acumuladas a lo largo
del tiempo. Es el ocaso de un falaz movimiento que en los últimos años se
convirtió en un gigantesco obstáculo para el avance de las opciones
revolucionarias y progresistas en nuestro continente.
Las políticas surgidas desde Caracas,
La Paz, Managua o Quito nada tienen en común con la verdadera izquierda
socialista latinoamericana.
Se escudan detrás de la palabra
socialista, al igual que lo hicieron los regímenes burocráticos y totalitarios
de la Europa Oriental para justificar sus atropellos y sistemáticas violaciones
a los derechos humanos.
A pesar de algunas variantes los
recursos estratégicos continúan en manos de las multinacionales, los
trabajadores siguen bajo un régimen capitalista explotador y nuevas burguesías
han surgido al amparo del patrón Estado.
Las falsas esperanzas se han disipado
y el aparato militar represor se ha hecho sentir en contra de los estudiantes,
los trabajadores, e indígenas, siendo reprimidos, encarcelados y enjuiciados en
nombre de revoluciones bastardas y reaccionarias.
Lamentablemente la identidad con estos
falsos proyectos emancipatorios ha hecho de que el "sueño socialista"
haya perdido el magnetismo y frescura que sedujo a millares de honestos
luchadores y explotados de nuestra América.
Es indignante ver como una izquierda
desideologizada defiende en forma entusiasta estas falsas revoluciones y
pondera con vehemencia los "éxitos" del capitalismo salvaje de la
China de Keqiang o de la Rusia de Putin.
Además, con el mayor cinismo llaman a
los pueblos del continente a construir una revolución socialista, pero
profundizando al mismo tiempo un capitalismo de Estado autoritario enemigo de
la pluralidad ideológica y de la libertad.
El socialismo, como legado político
del viejo Marx, se construye con base en principios ideológicos y no con
discursos escatológicos e inconsecuencias doctrinarias de un grupete de
charlatanes con pretensiones de eternizarse en el poder.
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