LIBRE es “socialista”, con influencia marxista,
mezclada con componentes autoritarios de carácter dictatorial que presagian que, si gana el poder no lo va
a querer entregar sino por medio del uso de la violencia. PAC es un partido
autoritario, propiedad personal de un “caudillo” en ciernes…
Juan Ramón Martínez. LA TRIBUNA
Desfile demilitantes de LIBRE |
Un asunto que no hay que pasar por
alto en el análisis del proceso electoral, es que al mismo concurren partidos
demócratas, que cumplen las reglas que esta doctrina establece; y otros
partidos que no son tales, sino que esbozos totalitarios, que rechazan la
alternancia del poder, predican la destrucción de la democracia y favorecen la
formación de un estado dictatorial que controlará toda la vida política,
económica y social. Eliminando la libertad ciudadana. Aplicar a partidos
demócratas y antidemócratas las mismas
reglas, puede parecer por principio de cuentas, un error; e incluso un
contrasentido. En las actuales circunstancias la convivencia de los partidos democráticos
(Partido Liberal, Partido Nacional, PINU Social-Demócrata, Democracia
Cristiana, Alianza Democrática, Faper-UD) con los antidemocráticos,
autoritarios, absolutistas y fascistas
(LIBRE y PAC) está dictada por las condiciones de Honduras, la que ha sido
forzada por la izquierda no democrática del exterior; y apoyados indirectamente
por los tibios demócratas del continente, a aceptar irrespetar la ley; e
incluso, a paralizar los juicios para que sospechosos de robos flagrantes y de
candidatos a ser llevados a Estados Unidos, puedan participar, como si nada, en
el proceso electoral.
Estos dos partidos que, abiertamente
sostienen posturas contradictorias con el sistema democrático, no son
exactamente iguales. LIBRE es “socialista”,
con influencia marxista, mezclada con componentes autoritarios de carácter
dictatorial que presagian que, si gana
el poder no lo va a querer entregar sino por medio del uso de la violencia. PAC
es un partido autoritario, propiedad personal de un “caudillo” en ciernes, con
abiertas inclinaciones totalitarias que, al ganar puede crear anómalas
situaciones de abierta confrontación entre lo que es la tradición democrática
en el ejercicio del gobierno; y los deseos de un caudillo “nuevo” que no disimula
su sentido de superioridad, su arrogancia y
menosprecio hacia todas las demás expresiones políticas. Y especialmente
hacia los electores.
La participación de demócratas y
dictatoriales, aunque supone sobresaltos y peligros, le da al elector la
oportunidad de hacer ─ por primera vez ─ en toda la historia, una opción clara
en dirección a si quiere perfeccionar un sistema de participación abierta,
estabilizar el estado de derecho, limitar el poder de los gobernantes,
controlar al gobierno desde la sociedad, exigir que este rinda cuentas;
preservar la libertad de información por periódicos y noticieros de control
privado, mantener economía de libre
mercado; y preservar la paz ante los violentos. O, si por el contrario quiere experimentar con un partido que
destruirá la democracia en que vivimos, sustituyéndola por una dictadura de
partido único, con un gobierno que controlará todo; y que le negará libertad a
la ciudadanía para efectuar las opciones que plantea la vida, con una economía
estatal de compadres y de delincuentes; y en la que la iniciativa de los
particulares será sustituida por la de burócratas que dirigirán una economía
dentro de un capitalismo estatal. Sin
libertad para nadie. Ni para invertir, opinar; y mucho menos, para
criticar al gobierno. Se llaman “socialistas” y, no lo son. E incluso los que
se creen marxistas, lo que muestran es ignorancia. Lo que buscan es crear una dictadura en la que el caudillo sea
insustituible; y sin posibilidad de alternancia, excepto en casos de
enfermedad, incapacidad total; o muerte. Buscan crear un régimen fascista
envuelto en papelería de “socialismo democrático” y marxismo de primera
generación. Todo bajo la gran categoría de Socialismo del Siglo XXI que no
supera al marxismo, (caso de LIBRE) sino que favorece el uso de las elecciones
para destruir a la democracia. Desmontando el estado de derecho para crear la
dictadura, ineficiente y empobrecedora como ocurre en donde no se ha entendido
que, lo único que se puede repartir es la riqueza; y que los que quieren
hacerlo con la pobreza, como ha ocurrido en Cuba, engañan a la ciudadanía.
Denigran la política y comprometen la estabilidad de la nación.
No pretendo sugerir que demos marcha
atrás sacando del proceso a partidos dictatoriales, sino que clarificar las opciones.
De modo que los que quieran más democracia, voten por los demócratas. Dando la
oportunidad a los que se quieran suicidar,
que lo hagan por su propia mano, votando por los partidos totalitarios.
Esto es muy serio. Hay que votar; pero sin equivocarse. El momento es delicado.
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