viernes, 8 de febrero de 2013

“El cuentero de Carondelet: Rafael Correa”


Olga Connor. EL NUEVO HERALD
Nicolás Márquez es un escritor argentino, periodista y abogado, que se ha especializado en investigar los casos de personalidades del mundo latinoamericano que se han desviado de la tradición democrática del continente. El canalla: la verdadera historia del Che Guevara (2009) es uno de ellos. Le ha seguido con una serie sobre “el socialismo del siglo XXI”: Chávez, de Bolívar al narcoterrorismo (2010), El impostor Evo Morales: de la Pachamama al Narco-Estado y El cuentero de Carondelet: Rafael Correa (2013, Buenos Aires, ContraCultura).

Este último fue presentado por el Interamerican Institute for Democracy y por el Diario Las Américas en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano Americanos de la Universidad de Miami (ICCAS), con palabras introductorias de Guillermo Lousteau, presidente del IID; José Benegas; Carlos Alberto Montaner, y del propio autor.

Lousteau se refirió al excelente prólogo de Ricardo López Murphy, presidente de Red Liberal de América Latina (RELIAL), en el que se destaca la pugna en el continente por instaurar dos modelos contrarios, la democracia republicana y representativa, y el socialismo del siglo XXI. La primera permite el pluralismo y la alternancia en el poder gubernamental, con elecciones populares y división de poderes. Se promueve la libertad de prensa, la economía de la sociedad civil y la iniciativa privada, que solo se puede mantener con la defensa de los derechos de la propiedad.

Mientras que en el otro modelo, el socialismo del siglo XXI, predominante en países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y recientemente Argentina, (sin contar con su origen, Cuba), “no hay un rol en ese sistema para la sociedad civil, ni tampoco un peso sustancial para la representación política”, escribe López Murphy. “La militancia se convierte en el centro de la vida de todos los pobladores”, dice. Esto da lugar a manifestaciones y movilizaciones, que lógicamente ocupan el lugar de actividades libres de la sociedad civil. En el debate sobre estos dos modelos hay que inquirir sobre las mediciones de indicadores del bienestar de la sociedad.

El libro de Márquez es un retrato Rafael Correa y su gobierno en el palacio de Carondelet, con sus invenciones y mentiras, y está basado de una investigación sobre el terreno. “La entronización del caudillo es el producto de la ideología populista”, comentó Lousteau (aunque uno se pregunta si en Argentina sería “la caudilla”).

José Benegas se refirió a la obra previa de Márquez, y Montaner hizo una historia de los diferentes sistemas de gobierno, y comentó especialmente sobre la influencia en Correa de la teología de la liberación ─ que plantea que las naciones ricas lo son a costa de las más pobres.

Finalmente habló Márquez, quien relató el viaje reciente de Correa a Chile y su visita a la tumba de Salvador Allende, lo que denota sus inclinaciones políticas. “Allende no era un demócrata, sólo quisieron venderle a la gente esa idea de que lo era”, afirmó. “Cuando Regis Debray le preguntó a Allende en 1970 que pensaba de Che Guevara y la juventud chilena, este le respondió: ‘No ha habido un ser más consecuente con sus ideales continentales’. Allende quería un modelo totalitario al estilo castro-comunista. Estas son dictaduras perfectas que aparentan no serlo”.

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