Alfonso Reece D. EL UNIVERSO
Yo por mí, por supuesto... y tú hazlo
por ti. Pero como no nos calificaron como candidatos, trataremos de hacerlo por
quien tiene ideas más similares a las nuestras, comparte nuestros valores,
muestra un proyecto aceptable y, claro, conviene a nuestros legítimos
intereses. Es decir, por el que más se nos parece. Así deberían ser las cosas,
luce lógico. Sin embargo, quizá la mayoría de seres humanos creen que alguien
como ellos no podría ser gobernante; con espantosa falta de amor propio buscan
un ser “superior”, un líder ungido, más brillante, valiente y hermoso que el
resto de los mortales. Solo él sabe lo que nos conviene y satisfará nuestros
intereses más inmediatos y personalísimos con bonos, empleos o negocios. Con
esa actitud no se puede hacer república, en la que por definición el gobernante
no es más que el primero entre iguales.
Tu voto debe ser guiado por tus ideas,
tus valores y tus intereses. Ese es el único “voto útil”, del que estarás
satisfecha y orgullosa por siempre. Es como copular, solo vale la pena hacerlo
por amor, es decir sirve solo si “haces el amor”. De lo contrario será una
experiencia vacía y frustrante. El amor y la política no son idénticos, pero
son semejantes al modo geométrico, es decir que, variando en tamaño, tienen
forma y proporciones iguales. Esa proporción idéntica les viene dada por su
sentido ético. El fin del amor eres tú misma, que buscas hallarte en la
felicidad del otro. Amar es amarse. Tal cual la política. Por eso no pueden
bastardearse con propósitos que excluyen o no consideran el bien del otro.
El amor debe ser también una relación
entre iguales. Pero quizá son mayoría los que creen que amor viene de amo y
buscan uno. Son los mismos que quieren líderes de “mano dura”, decididos y
asertivos. Niños eternos que no quieren una pareja, sino un padre que puede ser
gritón y violento, si también es capaz de mimarles con juguetes y golosinas.
Pero si falla la provisión de caprichos, los egoístas infantiles se lanzan al
berrinche y al pataleo. Por eso la república es la forma de gobierno de los
pueblos maduros que, como las parejas bien conformadas, buscan en conjunción de
todos la solución de problemas; está unida en las buenas y en las malas. Su
felicidad va más allá de la fiesta de un recurso no renovable. Entonces, el
próximo domingo acércate con amor, así, con amor, a cumplir con el más
importante acto republicano (por más que no tengamos república). Si fueses en
busca de pareja no elegirías al que “más oportunidades tiene”, sino al mejor;
el ideal no existe, ya se sabe, pero siempre hay uno mejor. Por eso vota por
ese que “solo” es el mejor, aunque no sea óptimo. La opción del voto nulo no
puede entrar en consideración, si la ves con esta perspectiva, es de soberbios,
que se condenan a la soledad y al fracaso.
Quizá la mayoría de seres humanos
creen que alguien como ellos no podría ser gobernante; con espantosa falta de
amor propio buscan un ser “superior”, un líder ungido, más brillante, valiente
y hermoso que el resto de los mortales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario