Mario J.
Viera
El
buen discurso: el pronunciado por Barack Obama sobre el Estado de la Unión; la
respuesta mediocre: la dada por Marcos Rubio.
Los
republicanos deseando congraciarse con la comunidad hispana ─ en gran parte
determinantes en la reelección de Obama ─ echaron mano a la estrella del Tea
Party, el americano de segunda generación hispana, Marcos Rubio para pronunciar
la respuesta al discurso del Presidente. El resultado no pudo ser peor. Marcos,
¡Ay, Marquitos! Fue opaco, monótono y carente de emoción.
Como
es habitual en el senador republicano inició su perorata haciendo mención a su
papá y a su mamá, que ahora no llegaron a los Estados Unidos huyendo del
comunismo, sino como inmigrantes que vinieron buscando la “oportunidad para mejorar sus vidas y ofrecer a sus hijos la posibilidad
de una vida mejor”. Continuó repitiendo las eternas tesis republicanas
ácratas, ya gastadas y alegando los mismos sofismas sobre el gobierno pequeño
circunscripto solo a las funciones de “protegernos,
hacer cumplir las reglas y ofrecernos cierta seguridad frente los riesgos de la
vida moderna”, nada más y que las grandes corporaciones dicten e impongan
sus criterios sin ningún tipo de regulación, de protección a los trabajadores
ni protección al consumidor.
Obama
en cambio había definido: “No es un
gobierno más grande lo que necesitamos, sino un gobierno más sensato que
establezca prioridades y que invierta en un crecimiento generalizado”.
“Hay razones válidas ─ expresó el
senador, sin argumentar cuáles son esas válidas razones ─ para estar preocupados por el plan del presidente para crecer el
gobierno. Pero cuando algunos de nosotros cuestionamos la agenda del
presidente, él y sus aliados usualmente responden atacando nuestros motivos”.
Pobre
respuesta a lo planteado por Obama cuando dijo: “Tenemos la tarea por cumplir de cerciorarnos de que este gobierno haga
su labor en nombre de los muchos, y no de los pocos; que este fomente la libre
empresa, recompense la iniciativa individual, y le abra las puertas de la
oportunidad a todo niño en todas partes de esta gran nación”.
Rubio
refiriéndose al esfuerzo necesario para llegar a formar parte de la clase media
dijo: “Esta oportunidad – de ser parte de
la clase media o más, sin importar donde se inició uno en la vida – no provino
del gobierno. Se trata de una economía vibrante en la que la gente arriesga su
propio dinero para abrir negocios. Y cuando tienen éxito, emplean a más
personas, que a su vez invierten o gastan su dinero, ayudando a otros a iniciar
un negocio y crear puestos de trabajo”.
Mediocre
réplica a lo expuesto por Obama cuando expresó: “El pueblo americano no espera que el gobierno solucione todos los problemas.
Ellos no esperan que los que estamos en esta sala estemos de acuerdo en todos
los asuntos. Sin embargo, ellos sí esperan que pongamos los intereses de la
nación por encima del partido. Ellos esperan que forjemos un compromiso
razonable donde nos sea posible (…) No
podemos fomentar la clase media simplemente pasándoles el costo del cuidado de
la salud o de los estudios universitarios a las familias que ya enfrentan
dificultades, ni tampoco forzando a las comunidades a dejar cesantes a más
maestros, policías y bomberos. La mayoría de los estadounidenses, tanto
Demócratas, como Republicanos e independientes, entiende que no podemos
simplemente hacer recortes para llegar a la prosperidad”.
Una
respuesta escueta, lacónica, dicha como de pasada dio la estrella del Tea Party
a lo que expusiera el Presidente sobre el cambio climático cuando dijo: “Exhorto al Congreso a que procure encontrar
una solución al cambio climático de carácter bipartidista y basada en el
mercado, como en la que John McCain y Joe Lieberman colaboraron hace unos años.
Pero si el Congreso no toma medidas pronto para proteger a las generaciones
futuras, yo lo haré. Yo le daré instrucciones a mi Gabinete para que formule
medidas ejecutivas que podamos tomar, ahora y en el futuro, para reducir la
contaminación, preparar a nuestras comunidades para las consecuencias del
cambio climático, y agilizar la transición a fuentes de energía más sostenibles.
La
alusión al tema por el senador republicano fue decir simplemente: “Si se le señala (al Presidente) que no
importa cuántas leyes aprobamos, nuestro gobierno no puede cambiar el clima, se
nos acusa de querer agua sucia y aire sucio”.
Las
leyes no cambiarán el clima pero las regulaciones con respecto a las
emanaciones de gases tóxicos pueden ayudar a hacer menos agudo el problema. Los
republicanos no quieren esas regulaciones porque ellos son partidarios del
libre accionar de las grandes corporaciones en su libérrimo mercado.
Cuando
no hay leyes que impongan medidas de control de las emanaciones de cloruro de
hidrógeno, esta sustancia en la atmósfera se transforma en ácido clorhídrico
que contamina las lluvias, formando el fenómeno de las lluvias ácidas que
tantos efectos perjudiciales han producido en zonas del sur de Canadá,
especialmente en su provincia de Nova Scotia. Se ha señalado que en el nordeste de Estados Unidos, el 65%
de la lluvia ácida se compone de ácido sulfúrico, 30% de ácido nítrico y 5 % de ácido clorhídrico.
Reproduzco un dato tomado de internet que señala que “miles de lagos del este de los EE.UU., son demasiado ácidos para los
peces. Se estima que más de 300 lagos en Canadá tienen un pH inferior a 5, el
nivel al que mueren la mayor parte de los peces; otros 48.000 están amenazados.
Las truchas y los salmones no se reproducen ya en nueve ríos acidificados de Nova
Scotia”.
Sería
recomendable que el Senador se documentara un poco con respecto a los efectos
nocivos que se producen en la naturaleza como consecuencia de los
desprendimientos de gases nocivos, antes de opinar festinadamente sobre el tema
del cambio climático.
Rubio
hizo una referencia al tema de la reforma de inmigración, muy vaga y evitando
profundizar en el tema que fuera esbozado por Obama cuando afirmó: “Una reforma verdadera significa contar con
una sólida seguridad fronteriza. Podemos aprovechar el progreso ya logrado por
mi Administración: hemos desplegado más fuerzas en la frontera sureña que en
ningún otro momento de nuestra historia y hemos reducido los cruces ilegales a
sus niveles más bajos en 40 años”. A esta declaración presidencial el
monótono discurso del republicano acotó que “primero tenemos que cumplir con las promesas del pasado, asegurar
nuestras fronteras y aplicar nuestras leyes”. ¿En qué rayos se diferencia
esta sesuda observación del senador Marcos Rubio de lo que había expuesto
Barack Obama?
Obama
expuso los principales aspectos de la reforma inmigratoria tal como la
entiende, así dijo: “Una reforma
verdadera significa establecer un camino responsable para ganarse la
ciudadanía. Un camino que incluya aprobar una verificación de antecedentes,
pagar impuestos y abonar una multa significativa, aprender inglés y ocupar su
lugar correspondiente en la cola, detrás de aquellos que están tratando de
residir legalmente en el país”.
¿Qué
plantea el senador del Tea Party hablando por el Partido Republicano?
Sencillamente tomando como base ayudar al crecimiento económico propone una
política de robo de cerebros con “un
sistema de inmigración legal que nos permita atraer a los mejores y más
brillantes profesionales del mundo y asimilarlos a nuestra forma de vida”.
Nada dice de buscar un camino hacia la
ciudadanía de los inmigrantes indocumentados.
¿Y
cuál es la posición discrepante del senador sobre la propuesta de Obama de
control de las armas de asalto? Así dice al respecto como si fuera el vocero de
la Asociación Nacional del Rifle: “Todos
sentimos el dolor tras la reciente tragedia en Connecticut. Necesitamos lidiar
con la violencia en nuestro país. Pero disminuyendo los derechos
constitucionales de los estadounidenses bajo la Segunda Enmienda no es la
manera de hacerlo”. ¿Qué propone el senador para “lidiar con la violencia”
sin primero restringir el acceso a las armas automáticas de asalto que no son
simples escopetas de caza?
Su
posición al respecto es enclenque ante los firmes argumentos del Presidente
Obama cuando dijo: “La abrumadora mayoría
de los estadounidenses, aquellos que creen en la Segunda Enmienda, ha unido
fuerzas en torno a una reforma de sentido común, como las investigaciones de
antecedentes que harán que sea más difícil para los criminales obtener un arma.
Senadores de ambos partidos están colaborando en la redacción de nuevas leyes
severas para evitar que alguien compre armas para su reventa a los criminales.
Los jefes de policía están pidiendo nuestra ayuda para eliminar de nuestras
calles las armas de guerra y los cargadores masivos de municiones, porque están
cansados de que se les supere en cantidad y potencia de armas”.
Obama
consideró que los padres de Hadiya Pendleton, muerta por armas de fuego,
merecen un voto, como lo merece la congresista Gabby Giffords víctima del
tiroteo de Tucson; como también merecen ese voto las familias de Newtown y las
familias de Aurora, como las “familias de
Oak Creek, Tucson, Blacksburg y de un sinnúmero de otras comunidades
desgarradas por la violencia armada todas merecen un simple voto”. Ese
dolor que dice sentir el senador Marcos Rubio por la tragedia de Connecticut
¿le impulsará a dar su voto en contra de la poderosa Asociación Nacional del
Rifle y a favor de “proteger a nuestro
más apreciado recurso, que son nuestros niños” como definió Obama?
Estoy
seguro que el discurso de Barack Obama sobre el estado de la Unión será
histórico. La réplica mediocre del Senador republicano del Tea Party, Marcos
Rubio, apenas merecerá un comentario para luego caer en el olvido.
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