Editorial de
ANALITICA. com
Los sucesos de este jueves 14 de
febrero frente a la embajada cubana en Caracas, demuestran algunas verdades
venezolanas de primerísima importancia. Una, para empezar por alguna, que ni
guardias nacionales ni policías nacionales parecen entender ni participar en el
derecho de los ciudadanos a manifestar en las calles. No sólo la dura represión
contra los estudiantes, sino las agresiones contra periodistas y fotógrafos de
prensa, incluyendo golpes y rotura de equipos, muestran a unas tropas que,
desde hace ya demasiados años, han estado mostrando sus peores caras al mismo
pueblo venezolano al cual muy poco parecen defender cuando de delincuencia
violenta y armada se trata.
Otra, que los representantes de Cuba mucho
menos comprenden que hay derechos ciudadanos y que recibir un documento de los
estudiantes no pone en riesgo la estabilidad férrea y sin derechos a la cual el
gobierno de los hermanos Castro y su estructura policial y militar han sometido
a su pueblo desde hace 54 años; ni siquiera comprende esta Cuba en cuyas
limitaciones y secretos tan abrumadoramente se han confiado el Presidente Hugo
Chávez y el chavismo, que a pesar de esa riesgosa confianza de un grupo, en
Venezuela los ciudadanos tienen opinión y derecho a ser consultados; y que
sobre las complacencias a Cuba no se les ha preguntado qué piensan ─ excepto en
las encuestas, en la cuales venezolanos de todas las tendencias coinciden una y
otra vez, mayoritariamente, en no querer para este país el asfixiante silencio
castrocubano.
Una verdad mucho más esplendorosa mostrada
este jueves, es que Venezuela sigue teniendo un vigoroso y valiente sector
estudiantil consciente no sólo de sus derechos democráticos, sino también de
sus deberes y de un inderrotable espíritu de compromiso y de participación. Los
estudiantes se encadenaron frente a la sombría representación de la dictadura
cubana y no se dejaron amilanar ni por la furia militar y policial, ni por
temor alguno. Levantaron sus cadenas de compromiso y libertad en poderosa
invitación a romper las cadenas infames que inmovilizan la libertad y los
derechos de los pueblos.
Mientras tengamos a esa juventud, Venezuela es
un pueblo con esperanza poderosa y futuro extraordinario.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario