Venezuela
enfrenta el final de un ciclo político donde se muestran dos caras, una la del
candidato presidencial luchando desesperadamente para lograr ser reelecto y
otra cara fresca, segura y llena de esperanza de salvar a un país sumido en la
pobreza y violencia ilimitada
Alberto
Lovera. TALCUAL DIGITAL
Hay signos que nos indican que está
terminando un ciclo socio-político en nuestro país. Se desgastaron y frustraron
las promesas con las que llegó el que entonces era el nuevo elenco al poder
político. Tras 14 años no pueden convencer que lo que vendría si ellos
permanecen al mando sería distinto. Más de lo mismo o peor de lo mismo. La
capacidad de invención se desvaneció. La gente se cansó de esperar.
Este ciclo empezó preñado de
esperanzas que se han ido desvaneciendo. La gente aspira a un nuevo camino que
haga posible una ruta de progreso para nuestro país y sus habitantes. Está
cansada de tanto enfrentamiento que no deja espacio para el acuerdo; de tantos
proyectos que no se concretan, de tanta ineficiencia; de tantos problemas que
se agigantan en vez de resolverse.
Aquella fuerza arrolladora que
mostraba el líder que emergía y sus seductoras promesas ya no están presentes.
El tiempo es implacable, ha transcurrido el equivalente a tres gobiernos de la
época de la república civil, cómo justificar que ahora sí se darán respuestas
asertivas después de tener tanto dinero y tanto poder concentrado y no atinar
sino fallar. Cómo encubrir que a todo lo que le pone la mano el gobierno lo
degrada.
El candidato a una nueva re-elección se
muestra como un pícher cansado, a la defensiva, que batalla como siempre lo ha
hecho, pero que no puede esconder la pérdida de sus condiciones para un buen
desempeño. Está rebasado por su retador, que ahora es el signo de lo nuevo, de
la energía que hace falta para atender los retos que tenemos por delante como
sociedad.
Los signos de que estamos en las
puertas de un nuevo ciclo socio-político se muestran no sólo por el desgaste de
quienes ejercen el poder, también por la potencia de la alternativa que emerge.
Ya no es un personaje mesiánico que
tendría la varita mágica para conjurar nuestros problemas, ahora emerge un
líder que convoca al trabajo colectivo y al crecimiento personal de los
venezolanos.
Su plan de vuelo para la Venezuela del
progreso y la inclusión es de esfuerzo mancomunado donde todos tenemos algo que
aportar. El Estado, las comunidades organizadas y el sector privado buscando
articularse para alcanzar metas y proyectos compartidos, para conciliar
intereses diversos, sin negar y reconocer las diferencias.
Estamos en una encrucijada donde hay la
posibilidad de abrirle cauce a un nuevo ciclo que se muestra como necesario
para construir sin los errores del pasado y del presente un camino que haga
posible que en vez del enfrentamiento, prive el acuerdo, la conciliación de los
diferentes intereses y el respeto a las diferencias.
Es lo que vamos a dilucidar en las elecciones
presidenciales por venir. La decisión será de los ciudadanos que con su voto
podrán abrirle la puerta a un nuevo ciclo socio-político. Hay muchos signos que
la gente ya quiere sustituir a un conductor cansado y sin nuevas ideas por uno
que nos convoque a un esfuerzo colectivo para una Venezuela reconciliada y con
mejor calidad de vida de sus habitantes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario