Mauricio
Gándara Gallegos. EL UNIVERSO
Solamente en las épocas coloniales se
daba el caso de que la metrópoli asumía la representación de los estados que integraban
el imperio. Al término de la Segunda Guerra Mundial, la situación cambió y los
pueblos reclamaron su independencia. Así, el Imperio Británico reconoció la
independencia de la India; algunos estados se mantuvieron como libre asociados,
reconociendo como soberano al rey del Reino Unido y encargándole, a veces, el
manejo de su representación consular, preferentemente; hasta hoy, subsiste una
relación de amistad y cooperación de cerca de cincuenta estados, agrupados en
la Commonwealth de las antiguas naciones del imperio.
Al Imperio Soviético estuvieron
sujetos los estados miembros y los que se encontraban dentro de su área de
influencia, como los estados de la Europa del Este. En América existe el caso
de Puerto Rico, llamado Libre Asociado, pero cuya representación la ejerce
Estados Unidos. Pero estos son casos ya raros. Por eso, es inaceptable que el
Ecuador haya conferido un poder para que la China lo represente como su
apoderada para efecto de cobrar las deudas que con ella misma ha contraído nuestro
país.
La prensa independiente nos descubre
una información que el Gobierno nacional ha escondido celosamente: que
Petroecuador ha conferido un poder “irrevocable” a Petrochina para que esta
pueda cobrar sus acreencias con Ecuador de clientes internacionales nuestros,
quienes deberán, irrevocable e incondicionalmente, efectuar sus pagos, no a
Ecuador, sino directamente a Petrochina, en la cuenta bancaria seleccionada por
esta. De esta manera se ha asegurado la China para cobrar los grandes
desembolsos que ha hecho a favor del Ecuador bajo la figura de ventas
anticipadas de petróleo, o por el financiamiento de obras como el de Coca-Codo
Sinclair, o simplemente como créditos de libre disponibilidad.
El Gobierno ecuatoriano alega que no
ha prendado el petróleo ecuatoriano, pero ha ido más allá, porque China puede
cobrar sus acreencias inclusive del petróleo que Petroecuador venda a otros
compradores. China no solamente ha exigido este oprobioso poder para actuar en
nombre del Ecuador, sino que a la altísima tasa de sus préstamos añade la
condición de que sus empresas sean contratistas y no sujetas al requisito de
licitación. ¿Si no hay concurso, licitación, quién controla los precios?
Es necesario que se establezcan las
responsabilidades correspondientes: ¿El procurador general del Estado autorizó
a Petroecuador a otorgar este poder? ¿La Presidencia de la República, la
Cancillería, los ministerios de Recursos No Renovables y de Finanzas, lo
autorizaron?
Para valorar toda la gravedad de lo
hecho, debemos preguntarnos: ¿Los ecuatorianos, incluido el actual Gobierno,
hubiéramos tolerado que Petroecuador otorgue un poder a la Chevron-Texaco o al
Gobierno de los Estados Unidos? No, unánimemente habríamos protestado. Este no
es un negocio entre particulares en que se puede hacer todo lo que no está
prohibido; este es un negocio entre Estados en los que solamente se puede hacer
lo que está permitido, y cierta y definitivamente no está permitido entregar
poderes soberanos.
Todo esto lo conocemos gracias a la
Prensa Libre. ¿Lo habría publicado la prensa incautada por el Gobierno? Todos
sabemos que no.
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