Antonio G.
Rodiles. CUBANET
El reciente editorial publicado por el
periódico Granma resulta una clara definición de mediocridad y pobreza de
pensamiento de un sistema que ya aúlla desesperado por su cercano fin. El texto
es una apología al cinismo de una elite y sus siervos, que intentan descalificar y silenciar las voces
independientes que brotan de la sociedad cubana y así ocultar su total
descalabro.
Resulta indignante ver que el mismo
gobierno y los mismos personajes
criminales que instituyeron los fusilamientos y las largas condenas, en
condiciones infrahumanas, como forma de mantener el terror, que ordenan los
actos de repudio y las golpizas, poniendo
el nombre del pueblo como autor de estos actos abominables, se intenten erigir ante Cuba y el mundo como
paradigmas de honestidad y limpieza.
El país yace en ruinas y no les
importa, no muestran la más mínima dignidad. Ellos desean permanecer hasta el
último momento, a cualquier precio, incluso provocando la violencia civil,
viendo a sus aliados como simples objetos para su uso. Ya lo hizo Fidel Castro
en el Moncada cuando supuestamente se extravió en un Santiago de Cuba que
conocía muy bien, mientras los otros asaltantes combatían y eran asesinados.
También lo hizo Raúl Castro en el combate de Marcos Sánchez, en aquel muy lejano
1958, cuando cobarde y vergonzosamente salió
huyendo y dejó detrás a toda su tropa.
Estos dos personajes, mantienen en ruinas el país. Constantemente aumentan
las cifras de cubanos aplastados por sus desastrosas viviendas, mientras sus
descendientes asumen que les corresponde el derecho a seguir desvalijando los
fondos de la nación y sin rendir cuentas a nadie.
Ellos y sus compinches pretenden que
entre cubanos nos destrocemos como perros rabiosos , pretenden vender aún más
caro el desastre provocado a nuestra nación, son insaciables, son seres que
profesan total desprecio por lo humano, por la tolerancia, por la humildad, por
nuestra tierra.
Quienes lanzaron la mañana del día 24
de julio a una turba rabiosa a golpear durante el sepelio del líder opositor
Oswaldo Paya, serán los mismos que darán la orden de disparar a una masa
indefensa, son los mismos que prefieren
que se ahoguen miles y miles en un mar insondable, antes que aceptar su
ignorancia y decrepitud.
Ojala los peones que forman parte y cooperan
con esa maquinaria nefasta comiencen a entender, por el bien de todos, que no hay acción sin consecuencia y que los
vientos comienzan a soplar a favor de la verdad.
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