Pedro Caviedes. EL NUEVO HERALD
Con la elección de Paul Ryan como su candidato de fórmula, Mitt Romney ha destapado por fin sus cartas acerca de cómo va a gobernar en caso de salir elegido: desde la extrema derecha. Atrás quedan las creencias de algunos en las que, por el plan de salud que puso en marcha en el estado de Massachusetts cuando fue gobernador, se creía que podía ser un hombre de centro, que simplemente matizaba sus discursos para ganar el apoyo de la base de su partido. Lo cierto es que yo no sé cómo llamarle a esta nueva rama de la política de Estados Unidos. No solo son una contradicción andante, sino que los planes que proponen no cazan con la realidad.
De contradicciones podemos nombrar el caso de la escritora Ayn Rand, de cuyas tesis dicen hacerse eco los republicanos. Mencionan La Rebelión de Atlas ( Atlas Shrugged) como su libro de cabecera, al mismo tiempo que dicen defender las tesis del catolicismo y el cristianismo. Ayn Rand era atea. Y una de las personas que más ha defendido la libertad de las mujeres, entre otras, para abortar. No sé si ellos lo hayan leído (como viven citando obras que ni leen), pero la protagonista de La Rebelión de Atlas, Dagny Taggart, tiene un affaire con varios personajes del libro, finalizando unida libremente a John Galt (el supuesto Romney de otras épocas para algunos fanáticos). ¿Qué dirán de esa conducta los puristas del partido?
También se dicen dueños de una moral impecable, de una integridad a toda prueba, pero se alían, entre otros, con un personaje de dudosísima reputación, Sheldon Adelson, para que patrocine la campaña. Cien millones de dólares ha dicho estar dispuesto a invertir el magnate de los casinos al Super Pac de Romney. El martes, apenas desempacado de su nuevo rol como candidato a la vicepresidencia, Paul Ryan fue a visitarlo, a puerta cerrada, en uno de sus casinos de Las Vegas. También Romney se reunió con él, a puerta cerrada, en su visita a Israel. El señor Adelson tiene en curso varias investigaciones federales por casos de corrupción internacional debido al pago de sobornos en Macao (China), cuando quería expandir allí su imperio (ya lo hizo), y por aceptar ingresar en sus casinos millones de dólares a narcotraficantes y personas acusadas de desfalco y malversación de fondos, violando la ley federal de lavado de activos. Y fue quien, cuando en la Cámara de Representantes se quería vetar a China para los Juegos Olímpicos del año 2008, debido a su ‘abominable récord en derechos humanos’, movió sus fichas entre los representantes cuya elección patrocinó, para que el veto no se diera. Y el veto no pasó. Si eso logró entonces, ¿qué no logrará con un presidente y un vicepresidente?
Romney ha dicho que aprueba el presupuesto fantasioso de Ryan, con el que asegura que disminuirá el déficit mientras aumenta el gasto militar y los recortes a los impuestos de los millonarios, yendo incluso más lejos que las políticas fallidas de George W. Bush, que tanto desempleo y miseria trajeron. Si, según Romney, sin mostrar una sola prueba, él ha pagado el 13% en impuestos en la última década, ¿cuánto menos quiere pagar? Mientras el resto de los mortales pagamos tasas del 35%, ¿cuánto pagarán él y sus amigos, el 5%, el 3%, el 0%? ¿Será que quieren volver al feudalismo?
Dicho presupuesto piensa convertir el Medicare en un programa de vouchers. Cuando estos sobrepasen la cifra en atención médica que necesita el anciano, éste quedará abandonado a su suerte. No hay país desarrollado que abandone de tal manera a quienes debieran ser los miembros más respetados de su sociedad. Por eso será que el representante de la mayoría en el estado de Pennsylvania dijo clara y descaradamente en un discurso: “La ley del voto con ID permitirá al gobernador Romney ganar en el estado de Pennsylvania. Punto”. ¿Y quiénes son unos de los que menos podrían votar con esta ley? Los ancianos. Que yo sepa, reprimir el voto a los ciudadanos es un accionar de dictadores. Punto.
¿Quiénes son estos señores? La gobernadora de Arizona, que hace parte de ese nuevo ‘partido’, les ha negado la posibilidad a los hijos de inmigrantes indocumentados que llegaron con sus padres de muy niños, de acogerse al mandato del presidente Obama que les permite poder estudiar y trabajar legalmente mientras el Congreso se pone de acuerdo en resolver su situación migratoria. La gobernadora no reconoce la autoridad de un presidente elegido democráticamente. Y mientras, Romney dice que la solución es que se autodeporten…
Volviendo a la escritora favorita del Partido Republicano, ¿qué diría ésta de su llamado a prohibir que las mujeres tomen pastillas anticonceptivas? Creo que ‘John Galt’ y su creadora tendrían una disputa salvaje.
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