Mario J. Viera
Estaban
confiados los republicanos que arrasarían en las elecciones; creían que se
harían con los votos electorales de la Florida y de Ohio. Rugía el Tea Party,
ellos barrerían a Obama. Cuatro años estuvieron fraguando la derrota de Barack
Obama, así lo había asegurado John Boehner, presidente de la Cámara de
Representantes Federal y desde el primer día del mandato de Obama se unieron
unánimemente para bloquear cualquier iniciativa del presidente.
En
febrero los republicanos celebraron la 39 Conferencia Conservadora de Acción
Política con el propósito de denostar a Obama y allí habló la estrella del Tea
Party, el Senador Marcos Rubio diciendo: “El presidente de Estados Unidos
parece muy buen padre, parece muy buen esposo, pero es un presidente
terrible...”. Y no solo para los republicanos Obama es un “presidente
terrible”, también intentaron presentarle como nacido en Nigeria, que era de
credo musulmán y hasta de alentar ideas filo-comunistas.
Manejaron
conceptos de carácter ideológico que les abocaba a la ultra derecha y
esgrimieron planteamientos decimonónicos del Estado reducido y del laissez
faire. Olvidaron un concepto fundamental dentro de la sociedad americana, la
diversidad. Idealizaron un Estados Unidos que ya no es, que mucho ha
transcurrido desde 1776; que ya apenas hay vínculo con la época de la Guerra
Civil; que ya no es el mismo país de finales de la Segunda Guerra Mundial ni
tampoco del fin de la Guerra Fría. Es que ni el resto del mundo posterior al
fin de la confrontación Unión Soviética-Occidente es igual.
Intentaron
los republicanos sacar partido de las dificultades para la recuperación de la
economía y del índice de desempleo que supera el 7 porciento. Dos temas que
serían su caballo de Troya y despreciaron el surgimiento de los indignados de
Occupy Wall Street como reacción ante la actitud del Congreso y las diferencias
colosales entre el 1 porciento de la población y el resto de la sociedad.
Olvidaron que Estados Unidos es reacio a aceptar posiciones políticas al
extremo para conducir a la nación.
Y
llegó el 6 de Noviembre y su larga noche. Obama ganaría ampliamente los votos
electorales (303 contra 206) y se llevaría la victoria con los votos populares
con una diferencia a su favor de más de 2 millones 600 mil votos y ganando en
más de la mitad de los Estados.
Una
creciente fuerza política comienza a manifestarse representada por el voto
hispano que fue favorable a Obama con el 72 porciento contra el 28 porciento
que recibiría Romney.
Lograron
los republicanos mantener la mayoría en la Cámara y los demócratas conservaron
su mayoría senatorial.
La
Florida dejó de ser el bastión seguro de los republicanos, aunque Obama la ganó
por estrecho margen. Miami-Dade se tiñe de azul y hasta en la comunidad
cubano-americana que siempre fue bloque de votos republicanos ahora está
dividida casi a la mitad, 50 a 47 según El Miami Herald.
Las
cosas cambian desfavorablemente para el Partido Republicano, perdió en estas,
que seguramente serán, históricas elecciones; perdió Romney a pesar del gran
esfuerzo que desplegara su campaña; pero el gran perdedor, el gran derrotado ha
sido el Tea Party y, es posible que el Partido Republicano luego de la derrota
replantee sus vínculos con este ultra-reaccionario movimiento.
Definitivamente,
ayer el burro demócrata pateó al elefante republicano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario