Obama
merece ser reelecto. En el plano internacional, ha sabido hacer la difícil
transición de un liderazgo global impuesto por las armas, a un liderazgo en
esencia político, granjeándole de paso a su país reconocimientos donde antes
los había perdido.
Henrique
Salas-Römer. ABC DE LA SEMANA
El martes 6 de noviembre EE.UU.
elegirá a su nuevo Presidente. La batalla ha tenido altibajos, tanto, que aun
cuando Obama lleva más votos electorales acumulados (recordemos que cada estado
tiene derecho solo a un número determinado de representantes), el momento
parecía favorecer Mitt Romney… hasta que apareció el Huracán.
La devastadora tormenta, al paralizar
la campaña presidencial e interrumpir también el intenso esfuerzo que venía
haciendo el candidato republicano por superar al Presidente en los estados
decisivos (Florida, Virginia y, especialmente, Ohio) ha catapultado ha Obama a
primer plano, encabezando como Presidente los esfuerzos de rescate en los
estados más afectados.
No todos los favoritos tuvieron en el
pasado la misma suerte. Richard Nixon, luego de haber servido por dos períodos
como vicepresidente del General Eisenhower, debía ganar las elecciones de 1960.
Sin embargo, decayó cuando su nutrida barba, no bien maquillada, lo hizo ver
marcadamente sombrío en un debate televisado frente al radiante John F.
Kennedy.
Otro que se topó con la mala suerte
fue George Bush, el viejo. Luego de presidir el fin de la Guerra Fría y cobrar
dimensiones de héroe con la Operación Tormenta del Desierto que liberó a
Kuwait, se le daba como ganador. Sin embargo, al desaparecer la Unión
Soviética, cambiaron abruptamente las prioridades de su pueblo, se cuestionó su
desempeño interno, y por allí se coló Bill Clinton, derrotándolo con facilidad.
La misma suerte había acompañado antes a Winston Churchill, quien perdió su
reelección luego de ser el genio que políticamente guío a los aliados en los
meses que precedieron el desembarco decisivo de las tropas en Normandía. En ocasiones, un buen desempeño trae consigo,
en el plano electoral, la derrota del protagonista.
Obama merece ser reelecto. En el plano
internacional, ha sabido hacer la difícil transición de un liderazgo global
impuesto por las armas, a un liderazgo en esencia político, granjeándole de
paso a su país reconocimientos donde antes los había perdido. Sin embargo, la
recuperación de la economía norteamericana ha sido lenta, el endeudamiento
fiscal es elevado, y ello, con el alza de los precios de la gasolina, abrió la
brecha que Mitt Romney, un formidable contendor, venía aprovechando para
surgir… hasta que apareció el Huracán.
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