Camilo Ernesto Olivera Peidro. CUBANET
Décima Unidad de Policía, Ave. de Acosta y Tercera, Víbora, La Habana |
Llegué a los alrededores de la
estación policial de Avenida de Acosta y tercera, en la zona del reparto
capitalino La Víbora. Comenzaba la tarde de este día 8 de noviembre. A ambos
extremos de la cuadra estaban reunidos en grupos los represores que nos
“tocaban por la libreta”. En el medio sentados a la vera de una escalera, se
encontraban los amigos de Antonio Rodiles y Laritza Diversent. Tanto Antonio
como Laritza estaban detenidos y sus amigos esperaban obtener una explicación
del porqué.
Yoani Sánchez no pudo seguir
comunicando a través de su móvil y otros teléfonos pertenecientes a personas
allí presentes comenzaron a fallar. El tráfico en la Avenida de Acosta, empezó
a disminuir, hasta el cierre. Yoani nos dijo que esperaba de un momento a otro
el ataque de los represores en contra de nuestro grupo. Que lo de los celulares
interrumpidos era una señal previa a la embestida. Mientras tanto la tensión
aumentaba. Esta tensión llegó al punto máximo cuando un grupo de individuos
vestidos de civil y un carro patrullero interceptaron a Ángel Santiesteban. Lo
golpearon fuertemente e inmovilizaron fuera y dentro del patrullero. Mientras
tanto todos nosotros salimos corriendo hacia allí para intentar evitar un acto
de brutalidad. Fue en ese momento en que los hombres de civil apostados se
lanzaron al ataque como una típica pandilla paramilitar. La Avenida Acosta se
convirtió en un circo romano y un pequeño grupo de opositores fue atacado por
una turba uniformada y de civil.
Un esbirro de la Sección 21 le ordenó
a los carros policiales salir de donde estaban ocultos. Uno de estos civiles
me interceptó y con un golpe técnico
sobre la nuca me lanzó hacia adelante mientras repetía con otro sobre un
costado que casi me saco el aire. Yo había levantado las manos para mostrar que
no haría resistencia al arresto pero eso no sirvió de nada. Fui paralizado y
lanzado sobre la cubierta del patrullero mientras me ponían las esposas para
luego empujarme dentro de este.
A un joven fotógrafo llamado Claudio
Fuentes lo montaron golpeado e inmovilizado al lado mío. Yoani seguía
discutiendo con los guardias e intentó impedir que el carro patrulla donde
nosotros estábamos detenidos se fuera. Cuando el carro arrancó pudo haberla
arrastrado. También en una situación de violencia y confusión tan extremas su
vida pudo estar mucho más en riesgo.
En los momentos en que redacto este
texto, todavía se encuentran detenidos Antonio G. Rodiles en la Estación
policial de Acosta y Tercera en La Víbora y Claudio Fuentes sigue preso en la
ubicada en Calle Aguilera. Cuando me soltaron a las 11PM aproximadamente del
mismo jueves 8, Claudio me expresó su decisión de plantarse y no ingerir
alimentos, lo cual ha mantenido hasta ahora.
Antonio G. Rodiles, por su parte, también está en huelga de hambre y se
sabe que tiene magulladuras en el rostro
y otras partes del cuerpo como consecuencia de su detención violenta, junto a
su esposa y otros opositores, frente a la Sección 21 el pasado miércoles. La
situación de Ángel Santiesteban pudiera agravarse. La golpiza a la que fue
sometido, durante su detención, por los efectivos de la tenebrosa Sección 21
puede tener secuelas que comprometerían su salud en un futuro.
Afortunadamente las imágenes de parte
de lo ocurrido esa tarde del día 8 de noviembre en Avenida de Acosta y Calle
tercera, ya le están dando la vuelta al mundo a través de Internet. Los vecinos
de las inmediaciones se debatieron entre la confusión y la perplejidad. No
entendieron el hecho de una actuación tan violenta de una fuerza armada y
entrenada contra un grupo de civiles que solamente estaba intentando saber
sobre un detenido.
Los rostros de los represores son bien
reconocibles y convendría que sus
nombres también lo sean mucho más. Sería muy desagradable que en el día de
mañana, un día inevitablemente democrático, alguien nos dijera que vio a uno de
estos individuos desayunando tranquilamente en la Calle 8 de Miami.
La emergente pero consecuente sociedad
civil independiente cubana está siendo sometida a una de las más duras pruebas,
la de la resistencia cívica pacifica contra la brutalidad irracional. La razón
y el sentido común son considerados en Cuba como “delitos contra la seguridad
del Estado”.
La dictadura castrista teme. Es en
estos momentos cuando se vuelven más cáusticos sus métodos de represión. El
miedo es el detonante oculto de todo crimen. Durante décadas el régimen ha
inoculado el temor como un veneno inmovilizador de la conciencia social. Sin
embargo la Demanda por otra Cuba sigue sumando firmas y apoyo tanto dentro como
fuera de la isla. El miedo se convierte en un boomerang que golpea a la
dictadura y sus acólitos en pleno rostro.
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