sábado, 24 de noviembre de 2012

Cuidado con Morsi


Mario J. Viera

Ya desde hace algún tiempo vengo considerando que la revolución egipcia se había estancado y retrocedido a favor de las corrientes islamistas favorecedoras de la sharía como ley básica del gobierno. Los últimos acontecimientos me inducen a pensar que no estaba errado en mis consideraciones.

Mohamed Morsi, un ingeniero egipcio muy vinculado a la Hermandad Musulmana, fue electo presidente; considerado por algunos con categoría de estadista por su participación en el conflicto entre Hamas y el Estado de Israel y como un musulmán moderado, algo, no obstante, no huele bien en su personalidad.

Los misiles que Hamas lanza hacia zonas pobladas israelíes proceden de Irán y solo hay un paso a través del cual puedan entrar en territorio de Gaza: Egipto.

Con la disolución de la Cámara de los Diputados el pasado junio, Morsi concentra en su persona tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo. Ahora pretende subyugar al Poder Judicial, convirtiéndose de hecho en dictador.

El 22 de noviembre, Morsi emite un decreto que establece que todas las declaraciones constitucionales, leyes y decretos emitidos por su gobierno no pueden ser apeladas o canceladas por ningún individuo o cuerpo político o gubernamental. Al mismo tiempo en su decreto ─ un verdadero úkase egipcio ─ Morsi establece que ninguna autoridad judicial puede disolver la asamblea constituyente o el Consejo de la Shura (Cámara Alta del Parlamento) en abierto rechazo a la resolución que el 11 de abril emitiera un tribunal administrativo de suspender la Asamblea Constituyente, bajo el presupuesto de carecer de base jurídica dado que en la misma la mayoría está en manos de la Hermandad Musulmana y, por tanto, en ella no están propiamente representados todos los sectores de la sociedad egipcia.

En rechazo al decreto de Morsi, el opositor y Premio Nobel Por la Paz del 2005, Mohammed el-Baradei declaró al conocerse la disposición presidencial: “Hoy Morsi usurpó todos los poderes y se proclamó nuevo faraón de Egipto. Un enorme golpe asestado a la revolución que podría tener consecuencias espantosas

De inmediato grupos laicos opositores a la Hermandad Musulmana y a Morsi se concentraron en la emblemática Plaza de Tahrir produciéndose  enfrentamientos con los partidarios de Morsi y las fuerzas de seguridad.

Posteriormente el Consejo Supremo de Justicia se manifestó en contra del decreto de Morsi declarándole como un ataque sin precedentes a la independencia judicial y exigiendo la derogación del decreto y “apartarse con su declaración constitucional de todo lo que perjudique al Poder Judicial y sus prerrogativas”. Entre tanto, el Club de Jueces de Alejandría acordó “suspender las actividades en todos los tribunales y las fiscalías de las provincias de Beheira y Alejandría

Durante las protestas, en las ciudades de Suez, Ismailiya  y Port Said se incendiaron varias sedes del Partido Libertad y Justicia, órgano político de la Hermandad Musulmana.

El gobierno de Barak Obama ha reaccionado ante los acontecimientos producidos en Egipto. Victoria Nuland vocera del Departamento de Estado declaró: “Las decisiones y declaraciones del pasado 22 de noviembre despiertan recelos entre muchos egipcios y también en la comunidad internacional. Una de las aspiraciones de la revolución fue asegurar que el poder no se concentraría en las manos de una sola persona o institución”.

En realidad todo parece indicar que la revolución egipcia  se ha convertido en la transición del gobierno de Mubarak hacia el gobierno de un tipo de Mubarak pero de corte islamista, lo que sería peor.

Definitivamente hay que advertir: ¡Cuidado con Morsi!

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