Odelín Alfonso Torna. CUBA ACTUALIDAD (PD)
En la mañana del 25 de octubre, el
periodista santiaguero Ado Sanz salió ante las cámaras de la televisión algo
perturbado; su reporte en la revista Buenos Días sonaba a despedida de duelo.
Casi lloró y no era para menos: la ciudad de Santiago de Cuba fue azotada por
un huracán categoría dos durante cinco horas y media. Tiempo después aparecían
las primeras imágenes, un panorama apocalíptico que pocos cubanos olvidarán.
Por razones desconocidas, Ado Sanz
abandonó los reportes en la televisión local, y con la llegada de los líderes
de la revolución a Santiago de Cuba, el triunfalismo emergía de los escombros.
En medio de la euforia, los
santiagueros nunca se vieron tan desesperados porque se restableciera el
servicio eléctrico, después de que el presidente cubano, Raúl Castro, anunciara
que no se iría de Santiago de Cuba hasta tanto se restituyera el fluido
eléctrico en el municipio cabecera, un mensaje que dejó a la llamada "cuna
de la Revolución" en permanente estado de sitio.
Pero pronto se apagará el ímpetu de la
convocatoria y Santiago de Cuba no será más noticia.
Raúl Castro se hizo con la presidencia
en el 2008, año en que 400 000 cubanos fueron albergados
"provisionalmente" en campamentos, escuelas, o almacenes estatales en
desuso, después de que sus viviendas colapsaran ante el paso de los huracanes
Gustav, Ike y Paloma. Mientras el gobierno hacía por solucionar la crisis
habitacional, apuntalado por una prensa triunfalista que dejaba correr tras
bambalinas la corrupción y el desvío de ayuda para los damnificados, miles de
familias se establecieron definitivamente en los albergues.
Solamente el huracán Gustav trajo
afectaciones en más de 86 000 viviendas, 3 500 casas de tabacos y 137 torres de
alta tensión, sobre todo en los municipios de San Diego, Herradura, La Palma y
el Valle de Viñales, en el territorio más occidental del archipiélago cubano.
Salvo en las primeras semanas de recuperación, nunca más se emitieron reportes
sobre las soluciones habitacionales en Pinar del Río.
Pero la situación en Santiago de Cuba
es aun peor. Raúl Castro dijo ─ y cito ─: "Santiago conmueve, parece una ciudad bombardeada. Pero vamos a salir de
esto. Ustedes son gente aguerrida. Lo sabemos desde hace medio siglo".
Curiosamente, lo dijo cuando apareció en Santiago, a los cinco días de la
devastación causada por Sandy y ante de cientos de santiagueros que tomaban
fotos con sus teléfonos celulares.
No es por Sandy que Santiago de Cuba
parece "bombardeada". Más bien es por la indolencia de un sistema que
factura fracasos y al mismo tiempo prepara, sobre un vetusto escenario de
miseria y desesperanza, su discurso triunfalista.
De 132 000 viviendas afectadas por
Sandy en la provincia, 60 000 se encuentran en la ciudad de Santiago y 1 640 de
estas fueron destruidas totalmente por los vientos huracanados de más de 150 Km
por hora. Esto da fe de lo abandonada que estaba la infraestructura
habitacional de la ciudad que apoyó, logística y moralmente, la "guerra de
liberación" dirigida por Fidel Castro hace cincuenta y cinco años.
Santiago de Cuba es la provincia con
mayor índice de emigrantes en Cuba. Según una entrevista televisada en 2009 a
Esther Rodríguez, jefa de la Oficina de Estadísticas en este territorio,
solamente en el período 2002-2008, 57 000 santiagueros emigraron hacia otras
provincias del país, y el 25% lo hizo por las pésimas condiciones de vida
existentes en la cuna de la Revolución. Es probable que en los últimos seis
años ─ antes del demoledor Sandy ─ la cifra de emigrantes sea superior, aun
cuando existe el decreto ley 217-1997 que regula el flujo migratorio hacia la
capital.
Ado Sanz retornó a las cámaras de la
televisión local con otro semblante. Nunca sabremos si detrás de la imagen
triunfalista que hoy nos muestra, se encuentra un damnificado más en la ciudad
"bombardeada" por Sandy.
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